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La historia en Pemex TRI

En un momento en el que se cuestiona el negocio de refinación petrolera, Pemex TRI ofrece lo que busca la política energética de la siguiente administración

Por Ramón Alberto Garza

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PEMEX salió esta semana a dar dos noticias. Una mala y una buena.

La mala, que la producción de crudo el pasado mes de octubre apenas alcanzó los 1.76 millones de barriles diarios, la más baja en 25 años.

Esto significa una caída del 7.2 por ciento en el último año y un 27 por ciento durante el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto. Seria crisis que se hereda.

La buena la dio el director de Pemex, Carlos Alberto Treviño, y tiene que ver con el descubrimiento de dos grandes yacimientos que podrían producir unos 180 millones de barriles de crudo. Una luz de esperanza para lo que viene.

Pero existe una historia poco difundida y que tiene que ver con Pemex Transformación Industrial, mejor conocida como Pemex TRI.

Pemex TRI es el área responsable de la refinación, transformación, procesamiento y comercialización de hidrocarburos, gasolina, gas natural y petroquímicos incluidos. Refinerías e importaciones de combustibles incluidos.

Esa historia tiene que ver con lo que viene sucediendo en la dependencia que dirige Carlos Murrieta Cummings y que desde hace dos años viene dándole un significativo vuelco a lo que eran pobres resultados.

Baste saber que en el 2016 el balance operativo de Pemex TRI registró pérdidas por 109 mil millones de pesos.

Hoy, al cierre de sexenio, el resultado ya es una utilidad de 34 mil millones de pesos. Es decir, un vuelco positivo de 144 mil millones de pesos en solo dos años.

Lo mismo sucede con el balance financiero. Perdiendo 117 mil millones de pesos en el 2016, su utilidad ahora en 2018 es de 23 mil millones de pesos. Un vuelco positivo de 140 mil millones de pesos en solo dos años.

Esto se reflejó en una mejora significativa en el Ebitda, que es la utilidad que se tiene antes de impuestos y gastos financieros.

En 2016 el Ebitda de Pemex TRI era una pérdida de casi 50 mil millones de pesos; dos años después, en 2018, pasó a una ganancia neta de casi 33 mil millones de pesos. Un vuelco de 83 mil millones de pesos en dos años.

Para medir el tamaño de ese logro baste recordar que Pemex TRI no registraba un Ebitda positivo desde 2007, el primer año del gobierno de Felipe Calderón.

Pero esa mejora no es gratuita. Viene tras la llamada Reforma Energética promulgada en este sexenio, en la que Pemex pasó de ser un empresa paraestatal a una empresa productiva del Estado.

De ser una empresa monopolio, a una participante en un mercado competitivo, que ya no se autorregula, sino que se somete a reglas fuertes de reguladores terceros. A medirse no por volúmenes de producción, sino por creación de valor.

En medio de los informes sobre caídas de producción de crudo, de las historias de corrupción y de escándalos internacionales como el insoluto de los sobornos de Odebrecht, lo que sucede en Pemex TRI es aire fresco digno de estudio.

Sobre todo porque se viene insistiendo que la refinación no es negocio en México y que nos resulta mas barato importar gasolinas que producirlas en casa.

Lo que Carlos Murrieta Cummings logró en los últimos dos años al frente de Pemex TRI podría acabar por desacreditar esos dichos.

Y si se estudia a fondo lo que ocurrió en los últimos 24 meses, el nuevo gobierno de la Cuarta Transformación podría encontrar una plataforma para un buen arranque en el difícil sector petrolero.

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