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Hija de Putin

Vladimir Putin se instala como el provocador en jefe al anunciar, el martes, la suspensión unilateral del tratado para frenar el uso y la proliferación de armas nucleares, mejor conocido como New START

Por Ramón Alberto Garza

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Mientras en México nos distraemos con el Plan B para someter al INE, el pleito entre el presidente y la Suprema Corte, el juicio político al gobernador Samuel García o la rebatinga por la ubicación de la planta de Tesla, del otro lado del Atlántico, la guerra fría se calienta para alcanzar la antesala del punto de ebullición nuclear. Una auténtica amenaza para el planeta y para la raza humana.

Vladimir Putin se instala como el provocador en jefe al anunciar, el martes, la suspensión unilateral del tratado para frenar el uso y la proliferación de armas nucleares, mejor conocido como New START.

El argumento del presidente de Rusia para volver a colocar al mundo al borde del holocausto nuclear es que las naciones del mundo occidental, con Estados Unidos y la OTAN al frente, están iniciando una guerra en Ucrania. ¡Vaya cinismo y desfachatez del líder que es considerado hoy la peor amenaza para el planeta!

Hace ya un año que Rusia invadió Ucrania. Lo hizo bajo los argumentos de que buscaba evitar que esa nación, antes soviética y hoy vecina de Rusia, aceptara su anexión a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, mejor conocida como OTAN.

Para Putin -y para quienes comparten su visión- el que Ucrania acepte su filiación le permitiría a la OTAN instalar misiles dirigidos hacia la vecina Rusia, con la amenaza permanente que eso significa.

Algo similar a lo que ocurrió en aquella crisis de los misiles en 1962, cuando Estados Unidos instaló ojivas nucleares en Turquía y, en represalia, la entonces Unión Soviética intentó colocar sus misiles en Cuba. Al final, todos se disuadieron en el deterrent y el impass bélico se reinstaló en la Guerra Fría que alcanzó su clímax en la era Kennedy-Kruschev.

Para ejemplificar y justificar su invasión a Ucrania, Putin ha dicho que imaginen que Rusia convence a México de prestar su territorio en la zona fronteriza para instalar armamento estratégico, apuntando hacia Estados Unidos. Impensable. Pues lo mismo tendría que ser para Ucrania.

Pero la retirada de Rusia del tratado de uso y proliferación de armas nucleares que Putin anunció en un largo discurso de una hora y media tiene un doble significado.

Primero, porque se da en los precisos momentos en que el presidente estadounidense, Joe Biden, hace una gira por territorio ucraniano en apoyo a su presidente y a esa nación que ya cumplió doce meses con la lluvia de misiles, que ha costado la vida a miles de civiles y también a miles de militares en combate.

En su discurso calificado de populista, porque prometió inmensa ayuda económica a los veteranos de la guerra con Ucrania y a las familias con menos recursos, Putin pidió a sus compatriotas acostumbrarse a la guerra. Será a partir de ahora “lo normal”. Así se los dijo.

La eterna alerta es que, bajo el pretexto de su reclamo sobre Ucrania, Putin decida en cualquier momento oprimir el botón nuclear para iniciar la primera conflagración desde que dos ojivas a bordo del Enola Gay fueron lanzadas por los Estados Unidos sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki para poner fin a la Segunda Guerra Mundial, cobrando más de 200 mil vidas.

Los más dicen que Putin no se atrevería. Pero los menos advierten que vienen evaluando el comportamiento del líder ruso y dicen que el león está más que herido, que Ucrania es vista ya como una gran derrota para Rusia y que el presidente ruso ve en un sorpresivo ataque, con una o dos ojivas nucleares, su reivindicación para recuperar el respeto perdido entre sus altos mandos militares y una nación que clama ya, el alto, a una guerra a la que no le ven salida.

Solo para medir los temores globales, Wang Yi, el mayor diplomático chino, viajó a Rusia para buscar un acuerdo de paz. Y la respuesta del jefe de seguridad ruso, Nikolai Patrushev fue que su país estaba dispuesto a apoyar a China en sus reclamos por los territorios de Taiwán, Hong Kong y el Tíbet.

Por la tarde de ayer en Varsovia, en un encendido discurso, el presidente Joe Biden alertó a Putin que, a pesar de las amenazas, ni Estados Unidos ni Europa dejarán sola a Ucrania.

Está claro, pues, que si la guerra global estalla será hija de Putin.

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