¿Cuánto falta para la elección?

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3 de septiembre 2018

¡Que alguien me explique!

Escuchen a Porfirio

Algunos legisladores de Morena no han entendido que dejaron de ser oposición y que les toca administrar el poder. Bien harían en escuchar a Porfirio Muñoz Ledo

Por Ramón Alberto Garza

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Nadie puede regatearle a Porfirio Muñoz Ledo el mérito de ser el primer legislador rebelde que increpó un informe presidencial. Fue en 1988, en el ocaso del sexenio de Miguel de la Madrid.

Una de las mentes más brillantes de la política mexicana contemporánea, con sobrados méritos en cuatro legislaturas, el servicio diplomático y distintas secretarías de Estado, preside hoy el arranque de la singular e histórica Legislatura 64.

Singular porque es la primera vez que un partido de izquierda, Morena, logra la mayoría,relegando a los tradicionales partidos del poder -el PRI y el PAN- a reinventarse como minoría.

Por eso sorprendieron los agresivos desplantes de los legisladores de Morena en la apertura del período de sesiones del pasado sábado, en el que fue glosado el sexto informe de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.

Porque contra lo que debería esperarse, los diputados morenistas exhibieron frente a sus rivales un comportamiento de oposición y no de ser los nuevos depositarios del poder en México.

Los insultos violentos y tribales con los que los legisladores de Morena inundaron el recinto de San Lázaro alcanzaron lo mismo a la priista Claudia Ruiz Massieu, al panista Juan Carlos Romero Hicks, al emecista Dante Delgado, al ecologista Carlos Puente, al perredistaRicardo Gallardo y al independiente Emilio Álvarez de Icaza.

Esos morenistas evidenciaron la conducta de quienes no se dieron cuenta que con su enorme triunfo en las urnas, siempre a lomo de la enorme popularidad de Andrés Manuel López Obrador, tienen que dejar de ser puberta oposición para intentar convertirse en maduro gobierno.

¿Acaso desconocen los legisladores morenistas que ellos son y serán, al menos en los próximos tres años, quienes no tienen que disputar espacios, sino administrar el poder para cambiar las cosas?

¿Cuál es entonces la urgencia de salir como pandilleros políticos de antaño para acallar a las voces que hoy, como lo fueron ellos ayer, son ahora minoría?

Si ostentan legítimamente el control de las Cámaras, esos morenistas tienen la facultad para promover leyes, modificar rumbos, frenar abusos o sancionar excesos a través de la Auditoría Superior.

¿Por qué entonces con tanto poder como lo tienen, se exhiben como una tribu desaforada, como una turba exaltada, como si las minorías que hacían legítimo uso de la palabra les fueran a despojar de su dominio?

Por eso deberían reflexionar en las sabias palabras que en esa misma sesión inaugural pronunció su compañero de causa y de partido, Porfirio Muñoz Ledo: “Hemos trascendido una época electoral. Ya no estamos en campaña”.

Todavía más puntual, el primer rebelde legislativo les recordó: “Estamos en la hora de la reconstrucción nacional, no en la de una democracia colérica”.

Muñoz Ledo recalcó: “Esta es la hora cero de la nueva República. Somos depositarios de los mas profundos anhelos del pueblo mexicano. No lo defraudemos”.

Por desgracia la sensación de esa primera escaramuza de los mayoritarios morenistas no es positiva.

Se exhibieron como adolescentes contestatarios que no entienden que el pueblo les otorgó con su voto su pasaporte a la mayoría de edad. Algo que por lo visto todavía no entienden.

Difícil reto tienen por delante el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, la dirigente morenista Yeickol Polevnsky, y el pastor Mario Delgado.

Si esa madurez que solo se alcanza con la responsabilidad que te otorga el ser mayoría no se refleja en la tribuna, sobrarán las voces disidentes que le recordarán a los mexicanos: “Se los dije”. ¿Así debuta la Cuarta Transformación?

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