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¡Que alguien me explique!

Embajador Moctezuma

Ojalá que la salida de Esteban Moctezuma de la Secretaría de Educación valga la pena. Una buena y respetuosa relación con los Estados Unidos bien lo vale

Por Ramón Alberto Garza

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El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció esta semana una mala y una buena noticia.

La mala, que Esteban Moctezuma deja la Secretaría de Educación. La buena, que Esteban Moctezuma se va de embajador de México ante los Estados Unidos.

Decimos que es mala su salida de Educación, porque hay que reconocer que Moctezuma venía haciendo un excelente trabajo aún en las condiciones adversas de reordenar la original la Reforma Educativa y de hacerle frente a la crisis del cierre escolar frente a la pandemia.

Si se puede resumir en breve, cuando Moctezuma entró a ocupar la oficina de José Vasconcelos, la Secretaría de Educación estaba en una crisis severa.

Los escándalos por las pugnas sindicales acaparaban los titulares y la imagen del secretario en turno era deplorable.

Dos años después, las crisis callejeras con los trabajadores de la educación se redujeron -salvo el bloqueo de vías férreas en Michoacán- y en las distintas evaluaciones Moctezuma suele estar entre los secretarios mejor evaluados.

Para muestra un botón. Con el sistema de valoración se acabó con la herencia de las plazas magisteriales. En 2018 de 60 mil nuevos maestros solo 34 mil fueron por valoración. El resto fueron asignados por los líderes sindicales.

Para este año, de los 62 mil nuevos maestros, todos serán seleccionados por el método de valoración, un sistema de asignación transparente que ya no da lugar a la discrecionalidad. Las plazas son meritorias, ya no hereditarias.

A lo largo del sexenio de Enrique Peña Nieto, las marchas magisteriales tanto de la CNTE como de la SNTE estrangulaban un día sí y el otro también a la Ciudad de México. Eso ya disminuyó sensiblemente.

Y a pesar de la escasa tecnología y de la falta de conectividad, la crisis de la pandemia se resolvió con un sistema de educación por televisión que, sin ser una panacea, no deja a los escolares fuera del aprendizaje básico.

La buena noticia es que, al retiro de la embajadora Martha Bárcena -en conflicto abierto con el canciller Marcelo Ebrard-, jugar la carta de Moctezuma para Washington da el mensaje de que se está designando a un peso pesado para buscar restablecer la maltrecha diplomacia de México con su vecino del norte.

Para nadie es un secreto que la embajadora Bárcena nadaba a contracorriente en la capital norteamericana, porque se veía obligada a defender posturas que ella misma no compartía.

Como la decisión de no saludar oportunamente el triunfo electoral del ahora presidente electo Joe Biden. El gobierno de la Cuarta Transformación bailó muy pegadito -de cachetito- con Trump. Y se resbaló. Mala apuesta.

La designación de Moctezuma, que se concretaría entre febrero y marzo, busca enviar la señal de que se intentará hacer un borrón y cuenta nueva con el nuevo gobierno demócrata.

Y aunque al ahora secretario de Educación le recriminen su falta de roce diplomático, lo cierto es que su paso por las secretarías de Gobernación, Desarrollo Social y Educación le dan las suficientes tablas para aprender pronto. Madera la tiene.

Es cierto que Moctezuma no es de los hombres cercanos al canciller Ebrard. Pero con la estatura profesional de ambos,  no hay duda que la prioridad de recuperar la confianza del nuevo gobierno demócrata los necesitará a ambos. Y sin duda a otros mas.

Ojalá que el presidente López Obrador haya aprendido la lección de que la diplomacia es un arte tan delicado en el que no se puede jugar despreciando sus frágiles reglas.

La “trumpización” del gobierno de la Cuarta Transformación lo comprueba. Aunque oficialmente lo nieguen, “¡Houston, we have a problem!”.

La embajadora Bárcena ya lo dejó muy claro, con un retiro anticipado con olor a renuncia, que se va porque fueron ignorados sus consejos. Y eso se sabe muy bien en los pasillos de la Casa Blanca y del Capitolio. Ni se diga en Palacio Nacional.

Dejar que el canciller Ebrard y que el embajador Moctezuma,  juntos, hagan la tarea con el nuevo gobierno, proponiendo sobre la mesa las mejores opciones, sería un buen comienzo.

Pero hay que reconocer que la ruta es tan hostil como pasar de mojado el cauce del Río Bravo o intentar cruzar a pie, sin agua que beber, el desierto de Arizona.

Ojalá que la salida de Moctezuma de la Secretaría de Educación valga la pena. Una buena y respetuosa relación con los Estados Unidos bien lo vale.

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