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El socavón que viene

Gerardo Ruiz Esparza podría pasar otro 'mal rato' como ocurrió con el socavón en Cuernavaca si se confirma que el nuevo aeropuerto está siendo construido sobre terrenos casi pantanosos

Por Ramón Alberto Garza

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Si fuera creyente de la astrología, la kabalah o el esoterismo, Gerardo Ruiz Esparza estaría hoy convencido de que todas las estrellas se le confabularon y le desalinearon su destino.

De ser, junto con Luis Miranda, el hombre de todas las confianzas del presidente Enrique Peña Nieto desde sus días de gobernador en el Estado de México, la estrella del todavía secretario de Comunicaciones y Transportes pasa por un eclipse político.

El “mal rato” que vivió con la tragedia del socavón del Paso Exprés de Cuernavaca, solo viene a sumarse a otros “malos ratos” en la defensa de las constructoras  mexicanas Higa y Eppcor, las españolas  Odebrecht, OHL y Aldesa y la protuguesa Mota-Engil.

Pero ninguno de esos “malos ratos” tendrán relevancia si en los próximos meses se confirman las sospechas, ya bien fundadas, de que el nuevo aeropuerto de la ciudad de México está por naufragar en un mar de errores de cálculo y posibles acciones de tráfico de influencias y eventualmente corrupción.

Aquellos que están cerca de la mega obra advierten que no existen hoy los avances necesarios para que se pueda presumir que se entregue lo mínimo que se esperaba hacia el final del 2018.

El motivo es que conforme se intentan desplantar las pistas y los cimientos de lo que será la súper terminal diseñada -¿o replicada?- por Foster & Partner y por Slim & Son in Law, se confirma lo que siempre se temió y que los estudios ya pronosticaban.

El nuevo aeropuerto está siendo construido sobre terrenos casi pantanosos, con el agua a solo cuatro metros de profundidad, lo que impide un método de construcción tradicional.

Para decirlo de otra manera, si se insiste en el capricho de construir sobre esos lodos, el costo de la mega obra del sexenio podría duplicarse o incluso triplicarse.

Y si ahora los costos anunciados rondan los 190 mil millones de pesos, imaginen el socavón que tendrán las finanzas públicas nacionales -que no pasan por su mejor momento- cuanto se anuncie que tendrá que elevarse sustancialmente los costos que de origen se presupuestaron.

Si a ello le sumamos que el consorcio de constructoras responsables, pasan por los apellidos Slim, Gerard, Hank y Vázquez Raña, no hay que meditar mucho para ver que los beneficiarios de la mega y multimillonaria obra son los consentidos de siempre del sistema.

Para cerrar el círculo, la aparición de controvertidas constructoras extranjeras, como la que está de moda –la española Aldesa- en la edificación de la torre de control, despiertan ya todo tipo de temores.

Sobre todo después de que los peritajes apunta a una gran negligencia de Aldesa-Epccor en la construcción del Paso Exprés de Cuernavaca.

Por eso decimos que las estrellas están contrapunteadas para el secretario de Comunicaciones y Transportes. Porque tal parece que todo lo que le podía salir mal, le está saliendo mal.

¿Podríamos como ciudadanos solicitar un peritaje sobre lo que en estos momentos está sucediendo con la construcción del nuevo aeropuerto de la ciudad de México?

Es lo menos que podemos exigir, considerando que se trata de dificultades hidráulicas –con las del Paso Exprés de Cuernavaca- en donde intervienen constructoras cuestionadas –como la del Paso Exprés de Cuernavaca- y supervisadas por los mismos funcionarios que le dieron el visto bueno… al Paso Exprés de Cuernavaca.

Y si hacemos bien la tarea,  ¿podríamos conocer el nombre de los vendedores y los precios por metro cuadrado a los que se adquirieron los pantanos sobre los que se construye la mega obra del sexenio?

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