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16 de enero 2023

¡Que alguien me explique!

El silencio de Claudia

Si la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, fuera sincera, honesta, diría la verdad sobre los tres mortales accidentes del transporte colectivo Metro en los cuatro años que van de su administración

Por Ramón Alberto Garza

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A Claudia Sheinbaum la está matando -políticamente hablando- no lo que dice, sino lo que calla.

Si la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México fuera sincera, honesta, diría la verdad sobre los tres mortales accidentes del transporte colectivo Metro en los cuatro años que van de su administración.

Tendría que admitir que las decenas de muertes y los cientos de usuarios heridos son producto de la absurda y estúpida austeridad franciscana dentro del gobierno de la Cuarta Transformación.

Que fueron los ahorros mal entendidos, promovidos por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien draconianamente recortó entre muchas cosas los gastos de mantenimiento del Metro. Y ahí están las consecuencias. Colapsadas las Líneas 12, uno y tres.

Millones y millones de capitalinos obligados a mal gastar horas de su sueño o de su descanso para suplir la irresponsabilidad de los gobiernos de izquierda, que desde 1997 administran la ciudad capital.

Porque aquí sí, no hay manera de que el inquilino de Palacio Nacional apunte la culpabilidad de los trágicos accidentes a sus adversarios, los “conservadores”.

Ni López Obrador, ni Rosario Robles, ni Marcelo Ebrard, ni Miguel Mancera, ni Claudia Sheinbaum son militantes de la Oposición. Sobre ellos -todos de “izquierda”- recae la crisis sistémica del Metro. La de construcción y la de mantenimiento.

En todo caso, al menos en el de la Línea 12, podría apuntarse hacia quien algún día el candidato López Obrador calificó como Jefe de la Mafia del Poder, su constructor Carlos Slim.

Pero el hombre más rico de México no solo fue perdonado sumariamente desde el púlpito mañanero, sino a la vuelta de años y favores cabildeados, fue designado empresario favorito del gobierno de la Cuarta Transformación.

Nada de investigar a su constructora CICSA por las mortales deficiencias en la construcción de la Línea 12. Nada de darle validez a los peritajes internaciones que acusaban negligencia y serios defectos en su construcción. Nada de eso. Más aún, Carlos Slim se perdonó a sí mismo, en una entrevista banquetera, sin enfrentar los tribunales oficiales que cualquier otro constructor mortal tendría que confrontar para rendir cuentas de su mal trabajo.

Confíen en su buena fe, pidió a los mexicanos el presidente López Obrador, quien juró que Carlo Slim le prometió que la trágica Línea 12 estaría de nuevo en operación primero en seis meses y luego en un año. Ya pasó año y medio, y abundan los pendientes.

Y como premio a su desempeño, un tramo del Tren Maya asignado a Carlos Slim y a sus intereses en infraestructura.

Mayor integridad se vio en estos días en los líderes del sindicato del Metro, quienes denunciaron “fallas constantes” en trenes e instalaciones del transporte colectivo capitalino.

Y en un comunicado oficial, el bloque sindical expresó crudamente su profunda preocupación porque no se contempló en presupuesto el mantenimiento para este año y exigieron una partida adicional de 3 mil 500 millones de pesos para volver a tener un Metro confiable y seguro.

Y frente a la falta de culpables, al presidente López Obrador solo le queda sacar de su chistera de pretextos y mentiras el que el accidente de la Línea 3 pudo ser obra “de un sabotaje”. Y tiene razón.

El sabotaje se dio desde el momento en que su gobierno decidió recortar, sin el mínimo análisis, las partidas presupuestales más elementales, como las del mantenimiento del Metro.

Y el sabotaje también se dio cuando la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México prefirió salvar cara rumbo a su candidatura presidencial por Morena en 2024, antes que denunciar lo que el sindicato del Metro sí se atreve a decir.

El sabotaje está dentro del gobierno de la Cuarta Transformación, de Morena, de los silencios cómplices con tufo electoral de quien tiene la obligación constitucional de velar por la seguridad y el bienestar de los capitalinos. Ahí están los culpables.

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