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El milagro de Xóchitl

Por lo pronto, hay que reconocer que Xóchitl Gálvez ya obró su primer milagro ante su opositora. Convirtió a la candidata presidencial de Morena de judía-atea en católica, apostólica y romana

Por Ramón Alberto Garza

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Claudia Sheinbaum es de origen judío, un hecho que debería portar con orgullo, que jamás debería esconder porque se trata de un pueblo que ha pagado con millones de vidas sus inmisericordes persecuciones. Las políticas y las religiosas.

Pero en la comunidad judía mexicana, a la candidata de Morena se le ve como una renegada, como una mujer que busca esconder e incluso abdicar a sus orígenes, a las raíces de su estirpe. Reniega de los suyos.

No hay que olvidar el enfriamiento que se dio entre ella y la comunidad judía, cuando el pasado octubre, la candidata presidencial de Morena se vio tibia, por decir lo menos, al no condenar abiertamente los ataques de Hamás a Israel, porque la ex Jefa de Gobierno de la Ciudad de México no quería contrariar la “imparcialidad” de su mentor, padrino y promotor, el presidente Andrés Manuel López Obrador.

La razón es muy simple. Claudia Sheinbaum tiene el temor de que, enfrentando un electorado mayoritariamente católico y guadalupano, el potencial votante -sobre todo, el de clase popular- rechace a alguien que no sea católico o por lo menos cristiano.

Como candidato, López Obrador recibió los apoyos masivos de las iglesias evangélicas y cristianas. Y su gobierno está alejado de la iglesia católica, apostólica y romana, cuyos patriarcas lo cuestionan, lo señalan, lo critican por sus excesos, sobre todo, frente a esa evidente inacción o complicidad con el crimen organizado.

Por eso, Claudia Sheinbaum salió en 2017 a dar la cara en el programa Tragaluz, de Milenio Televisión, para recordar que no era de aquí, ni era de allá. Se declaró “atea”, se definió que no cree en la existencia de Dios.

Esa etiqueta de “ateo” es la obligada que deben abrazar todos aquellos que se dicen radicales de izquierda. Eso fue lo que les impuso la doctrina marxista de sus maestros de culto y de secta. Desde Carlos Marx pasando por Antonio Gramsci hasta Massimo Modonesi.

Por eso, sorprendió la muy promocionada visita de Claudia Sheinbaum a El Vaticano para tomarse la foto con el Papa Francisco, el líder espiritual de la enorme mayoría de mexicanos que profesan la fe católica.

La candidata morenista se enteró a tiempo de que su rival, Xóchitl Gálvez, tenía ya programada una visita a la Santa Sede y se apresuró a buscar contactos para que ella fuera recibida, de ser posible, antes que la candidata del Frente Amplio por México. Pero El Vaticano respetó el orden de las solicitudes. Xóchitl fue primero y Claudia debió esperar un día después.

La enorme diferencia es que Xóchitl Gálvez sí es una creyente. Jamás ha renegado de su fe católica. Como ella dice, cree en la Divina Providencia y en esa fe, ella redactó su carta para la petición de audiencia al Papa Francisco. El de la candidata de Morena es un acto reactivo de una atea confesa que por supuesto tiene sus consecuencias políticas.

El de Claudia Sheinbaum es un acto del más puro arribismo político, de oportunismo para tener la foto con el Sumo Pontífice y así empatar, al menos ópticamente, el marcador con su rival.

De qué otra forma puede entenderse que alguien que nació en el seno de una familia judía acabe por declararse públicamente, en televisión, no creyente, atea, sin fe en Dios, y ahora esté dedicada a presumir en sus redes su encuentro con el Papa Francisco. ¿Cuál es el mensaje? ¿Dónde está la congruencia?

Lo que revela este penoso episodio político-religioso es el carácter de una candidata presidencial de Morena que está dispuesta a todo, a lo que sea, incluso a renegar sus orígenes y su estirpe, para conseguir lo que quiere. Y eso es un acto de profunda hipocresía entre lo que se dice, lo que se hace e incluso con lo que se piensa.

¿Quién de todas es la verdadera Claudia Sheinbaum? ¿La mujer que nació en el seno de una familia judía, la atea que dice no creer en Dios o la mujer que se presentó a darle sus respetos al Papa Francisco?

Si esa es la psique de la candidata presidencial de Morena, ¿qué podemos esperar de ella si alcanza la Presidencia de México? ¿Que diga una cosa, que haga otra y que acabe proclamando como ley ninguna de las dos?

Por lo pronto, hay que reconocer que Xóchitl Gálvez ya obró su primer milagro ante su opositora. Convirtió a la candidata presidencial de Morena de judía-atea en católica, apostólica y romana.

Ya veremos en campaña de Morena las concentraciones que se verán con otras religiones. Lo que sea necesario con tal de conseguir la multiplicación de los votos. Abran los ojos, por el amor de Dios… o por el amor de Yahvé, o el amor de Alá, o el que decrete de moda la dueña del Bastón de Mando.

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