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29 de junio 2023

Política

El factor Xóchitl

La senadora del PAN está irrumpiendo la contienda interna de la oposición. A cuatro días de haber anunciado su proyecto presidencial, ya fue interpelada por el presidente López Obrador y por Claudia Sheinbaum.

Por Redacción Magenta

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Xóchitl Gálvez ha probado que tiene la mejor historia que contar en este proceso electoral: una mujer de ascendencia indígena sale de un hogar con violencia intrafamiliar, viaja a la Ciudad de México en busca de una mejor educación, vende gelatinas en el Metro para subsistir, escapa de una casa por la amenaza de una red de trata de personas, obtiene una beca en una institución pública, se gradúa de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, funda una empresa de tecnología, transforma este desarrollo empresarial en un negocio exitoso de elevadores inteligentes, entra a la política en el sexenio de Vicente Fox, lucha contra la estructura del PRI en Hidalgo, gana la delegación más importante de la Ciudad de México y, finalmente, llega al Senado.

Se trata de una de las pocas historias de movilidad social en México, una trayectoria que permite conectar con el electorado de un país en el que más del 80 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza o vulnerabilidad de caer en pobreza, de acuerdo al Coneval. La personalidad auténtica de Xóchitl Gálvez y su lenguaje coloquial, que algunos califican de malhablado, son testimonio de ello.

Hoy a un amplio sector de la oposición le parece obvia la idea de que Xóchitl Gálvez tendría que ser la candidata presidencial del Frente Amplio por México. Sin embargo, esto no siempre fue así. En marzo, la propia Gálvez dijo que no tenía planes para contender por la Presidencia. Dijo que su proyecto estaba centrado en construir una estructura política y mediática competitiva para arrebatarle a Morena la gubernatura de la Ciudad de México. Las probabilidades de ganar serían altas, de acuerdo al consenso de analistas.

Sin embargo, los planes Gálvez cambiaron esta semana. Se conjugaron tres factores. Primero, el Frente Amplio por México publicó los lineamientos del proceso para designar al candidato presidencial, una contienda con un reglamento confuso que puso en evidencia la falta de perfiles electoralmente competitivos para hacer frente a Morena en lo que la oposición anticipa será una elección de Estado. La Alianza Va por México estaba perdida en su laberinto.

Segundo, el cabildeo de Claudio X. González y de Vicente Fox, el primer jefe político en la carrera de Gálvez, para convencer a la senadora panista de competir. Tercero, la respuesta mediática a su decisión de acudir a la conferencia de prensa del presidente Andrés Manuel López Obrador para buscar derecho de réplica (el mandatario la acusó falsamente de buscar la derogación de los programas sociales implementados en esta administración).

En su primer tour de entrevistas como aspirante a la Presidencia, Gálvez centró su mensaje en aclarar que su proyecto no buscaba eliminar los programas sociales, sino expandirlos. A pesar de que es parte del Grupo Parlamentario de Acción Nacional en el Senado, Gálvez presentó los primeros caracteres de un programa de centro izquierda e hizo énfasis en que el país exige capitalizar el fenómeno ‘nearshoring’: “Puede ser nuestra mejor oportunidad en cien años”, dijo. Planteó también las línea estratégicas de su proyecto económico: capital humano, certeza jurídica, viabilidad ambiental e infraestructura crítica.

La candidatura de Gálvez tiene una ventaja política adicional ya que su trayectoria de vida representa un antídoto a la narrativa del presidente Andrés Manuel López Obrador de que la oposición representa un regreso al liderazgo de la oligarquía, un argumento que ha sido retomado de manera paralela por los periodistas Andrés Oppenheimer y Salvador Camarena.

En marzo, Jorge Castañeda, un intelectual orgánico cercano a los liderazgos del Frente Amplio por México, advirtió que sólo Xóchitl Gálvez y Enrique de la Madrid compartían la virtud de poder ser votados cómodamente tanto por los militantes del PRI como del PAN, las dos estructuras políticas que sostienen la coalición de oposición.

El potencial electoral de Gálvez se entiende en el oficialismo. La reacción a su aspiración presidencial llegó de inmediato. Claudia Sheinbaum, considerada la heredera de la candidatura de Morena, dijo que “no cualquier mujer puede ser presidenta”. Un día después, el presidente López Obrador la atacó, augurando que Gálvez la candidata de la oligarquía, el rostro detrás del cual se esconden el empresario Claudio X. González y el ex presidente Carlos Salinas de Gortari.

En el entorno de Gálvez, que ha ganado adeptos como el senador Germán Martínez, esta respuesta de Palacio Nacional tiene una explicación: Morena tiene miedo.

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