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29 de junio 2023

Política

El mito de Claudio X

El presidente Andrés Manuel López Obrador caracteriza a Claudio X. González Guajardo como “el gran elector, el del dedazo” de la contienda para designar al candidato presidencial de la alianza PRI-PAN-PRD

Por Rodrigo Carbajal

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Claudio X. González Guajardo no es un operador político exitoso.

Claudio X. González Guajardo no es un empresario en control de un monopolio o de una concesión estratégica.

Claudio X. González Guajardo no es parte de la lista de multimillonarios de Forbes ni de Bloomberg, ni siquiera del “Billion Dollar Club”.

Sin embargo, Claudio X. González Guajardo es uno de los grandes mitos del sistema político mexicano.

Tanto en el oficialismo como en la oposición, existe la firme creencia de que el hijo de un empresario, cuyo principal negocio es la venta de papel, ha sido capaz de someter los intereses de la dirigencia nacional del PRI, del PAN, del PRD, del Frente Cívico Nacional, de la sociedad civil organizada y de los aspirantes a la Presidencia, nombres de alto perfil político como Alejandro Murat, Santiago Creel, Beatriz Paredes, Xóchitl Gálvez y José Ángel Gurría.

El presidente Andrés Manuel López Obrador caracteriza a Claudio X. González Guajardo como “el gran elector, el del dedazo” de la contienda para designar al candidato presidencial de la alianza PRI-PAN-PRD.

Lilly Téllez, la senadora del PAN que el miércoles anunció su retiro de la primaria de la oposición, ha comprado esta tesis de López Obrador. En su mensaje, dijo que el proceso está controlado por “oligarcas del viejo régimen”. Una clara referencia a Claudio X. González Guajardo.

En ese sentido, la gran pregunta es: ¿De dónde viene el poder de este empresario?

Ciertamente, no viene de Kimberly Clark, la compañía de productos de consumo que preside su padre, Claudio X. González Laporte, un empresario encumbrado en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, cuyo patrimonio neto está tasado en 463 millones de dólares, de acuerdo a Forbes.

Bajo esta métrica, la familia González representa apenas una fracción de los 101.2 mil millones de dólares en los que Forbes calcula el valor del patrimonio neto de la familia de Carlos Slim, quien es un empresario con acceso permanente a Palacio Nacional, el concesionario del monopolio de telecomunicaciones mexicano, el tenedor de un contrato de más de 18 mil millones de pesos para la construcción del Tramo 2 del Tren Maya y un activo financiador paralelo de campañas políticas.

Es decir, en términos de poder real, la familia González y la familia Slim no son comparables. De acuerdo al ranking de las 500 empresas más importantes de México elaborado por la revista Expansión, Kimberly Clark no entra al Top 10; está en el lugar 79. La compañía tiene una utilidad neta anual de menos de 5 mil millones de pesos (4,493 millones de pesos).

Kimberly Clark no tiene la capacidad económica ni de mercado para financiar las ambiciones del principal grupo de oposición de México. El monto de la utilidad neta anual de la compañía es equiparable a la magnitud de algunos contratos públicos irregulares, asignados por adjudicación directa, que son parte de la operación diaria del gobierno federal.

Por ejemplo, el 28 de abril de 2023, Pemex adjudicó de manera directa un contrato de 2,360 millones de pesos a Comercializadora Maf para la adquisición de medicamento para los derechohabientes de la paraestatal. La compañía es propiedad de Andrés García Baduy, hermano de Alejandro García Baduy, subsecretario de Pesca y de Agricultura de Tabasco, y quien además es cuñado de la senadora de Morena por Tabasco, Mónica Fernández Balboa.

En una sola operación, un grupo de poder cercano a Adán Augusto López, ex secretario de Gobernación y actual aspirante de Morena a la candidatura presidencial, obtuvo un contrato irregular por un monto que representa casi la mitad de la utilidad neta de la compañía que preside el padre de Claudio X. González Guajardo. El poder real del dinero en la política está en el aparato de gobierno, no en las empresas.

Retomando la pregunta: ¿De dónde viene el poder de Claudio X. González Guajardo? El presidente Andrés Manuel López Obrador tiene una respuesta: del gobierno de Estados Unidos y de sus programas de asistencia, particularmente de USAID.

Claudio X. González es el principal mecenas de iniciativas que han incidido de manera significativa en la vida pública como Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad y Mexicanos Primero.

Sin embargo, la teoría de López Obrador no se sostiene. Datos oficiales del gobierno de Estados Unidos muestran que, en el año 2021, el gobierno americano destinó el equivalente a 17,214 millones de pesos para México. De esa cantidad, 9,891 millones de pesos, es decir, la gran mayoría, fueron transferidos al gobierno mexicano. Sólo 2,243 millones de pesos llegaron a manos de organizaciones de la sociedad civil. Evidentemente, las iniciativas promovidas por Claudio X. González sólo recibieron una fracción de esos recursos.

El empresario que es señalado como el poder detrás del trono de la Alianza Va por México realmente tiene un campo de acción limitado. Su poder es limitado si se compara con los verdaderos poderes fácticos que dominan la escena política mexicana.

Esto ha quedado de relieve en los pobres resultados de Claudio X. González como un operador electoral. Germán Martínez, senador del Grupo Plural, señala al empresario como uno de los grandes arquitectos de la derrota de Ricardo Anaya en la elección presidencial de 2018. La influencia de Claudio X. González tampoco se ha reflejado en posiciones relevantes del Congreso ni de gubernaturas.

La narrativa del poder de Claudio X. González ha sido promovida activamente por el presidente Andrés Manuel López Obrador por dos razones: obsesión y pragmatismo.

Por obsesión, porque Claudio X. González Laporte fue el presidente del Consejo Coordinador Empresarial que en el 2006 dirigió el esfuerzo de la iniciativa privada para convertir a López Obrador en un sinónimo de “un peligro para México”. A raíz de esta campaña, el entonces candidato del PRD a la Presidencia recurrió a la etiqueta de la mafia del poder para referirse, esencialmente a Claudio X. González y a sus presuntas conexiones con Televisa y con Carlos Salinas de Gortari.

López Obrador también recurre a la teoría de poder de Claudio X. González porque es pragmático y rentable electoralmente asociar a la oposición con la figura de un empresario vinculado a la “oligarquía del viejo régimen”.

Esta estrategia es particularmente relevante en el contexto del ascenso de Xóchitl Gálvez como potencial candidata presidencial de la oposición. Periodistas e intelectuales cercanos a la oposición como Jorge Castañeda, Salvador Camarena y Héctor Aguilar Camín argumentan que Gálvez reúne características que la convierten en el perfil más competitivo de la Alianza Va por México: no es parte de las cúpulas partidistas, tiene personalidad, tiene una trayectoria empresarial exitosa, es producto de la cultura del esfuerzo, tiene ascendencia de origen indígena, entiende las redes sociales y, sobre todo, conecta con el electorado.

A raíz de este posicionamiento, desde el entorno presidencial se ha filtrado la versión de que Xóchitl Gálvez es, en realidad, la candidata in pectore de Claudio X. González. La senadora panista ha negado esta versión y asegura que, recientemente, no se ha reunido con el empresario.

No obstante, la duda permanece. El senador Germán Martínez ya le ha advertido públicamente a Xóchitl Gálvez el riesgo de asociarse con una figura como Claudio X. González.

El empresario ha cultivado el aura de poder que le ha concedido la narrativa del presidente Andrés Manuel López Obrador para negociar posiciones con Alejandro Moreno Cárdenas, Marko Cortés y Jesús Zambrano, los dirigentes nacionales del PRI, PAN y PRD, respectivamente.

Pero la realidad es muy diferente: Claudio X. González Guajardo no sabe ganar elecciones. Claudio X. González Guajardo es uno de los grandes mitos del sistema político mexicano.

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