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Crimen en la 4T

Lamentable es que la responsable de que se transparenten todas las acciones del gobierno mienta sobre estar contagiada.

Por Ramón Alberto Garza

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Desde el lunes el 20 de abril la secretaria de la Función Pública dio positivo en la prueba del Coronavirus.

Pero no fue sino hasta el lunes 27 de abril –una semana después- que la contagiada Irma Eréndira Sandoval y el gobierno de la Cuarta Transformación lo dieron a conocer.

Siete días en que la jefa de la dependencia que es responsable de transparentar las acciones de gobierno ocultó que tenía el virus y continuó despachando como si nada.

¿Con qué derecho el gobierno ocultó ese primer gran contagio en el gabinete, poniendo en riesgo a decenas de funcionarios que operon esos ocho días en contacto con la secretaria de la Función Pública?

¿Sería acaso más urgente que Irma Eréndira Sandoval firmara el 23 de abril –tres días después de descubierto su oculto contagio- las actas de la licitación que le entregaban la primera etapa del Tren Maya a una empresa favorita del ex presidente Peña Nieto y a una mega constructora china vetada por el Banco Mundial, que mandarla a cuarentena?

¿Qué diría el presidente Andrés Manuel López Obrador si se enterara que uno de los líderes del sector privado con los que la última vez se reunió a comer tenía Coronavirus y a sabiendas le ocultaron el hecho con el peligro de contagiarlo?

Lo que hizo Irma Eréndira Sandoval es un acto criminal, premeditado, alevoso y ventajoso. Y sobre todo con una profunda complicidad oficial, por lo menos del epidemiólogo Hugo López-Gatell.

En La Mañanera de ayer el rockero galán de la portada de la revista Quién justificó el que no se diera a conocer el contagio de la funcionaria porque era “un coronavirus leve”.

Más aún, con el cinismo que ya lo caracteriza, dijo que la funcionaria estába “en perfecto estado”. Contagiada, pero en perfecto estado. ¿Existe tal aberración?

Nuevamente López-Gatell acomoda la realidad a “sus datos”. Quizá porque ve también que la Secretaria de la Función Pública es una “fuerza moral”, no una “fuerza de contagio”, como se lo dijo al presidente en su momento.

El epidemiólogo de la Casa Presidencial vuelve a crear falsos términos y a fabricar realidades a su medida.

¿Podría mostrarnos en algún libro el término “Coronavirus Ligero” que permita a quien ya dio positivo esparcir la ligereza de ese virus con plena libertad, ocultando su contagio, sin cuarentena ni confinamiento?

Es la misma terca falsedad de López-Gatell para continuar diciendo que los cubre bocas no son indispensables, cuando la OMS los recomienda y ya en infinidad de países son obligatorios.

La misma mitomanía que aplica el epidemiólogo para decir que se tiene “domada” la pandemia en México, cuando somos el último lugar de todos los países del planeta con menos pruebas aplicadas por cada millón de habitantes.

Pero López Gatell se encarga de recordarnos que él sabe más que los mejores epidemiólgos del mundo.

Quizá sea por eso que Singapur, con el mismo número de contagios que México, tiene solo 14 muertos, 100 veces menos que los mil 434 registrados en nuestro país hasta el lunes. La diferencia: en Singapur se aplican 20 mil pruebas por cada millón de habitantes, en México 551, es decir allá aplican 36 veces más.

Pero si López-Gatell busca una comparación mas autóctona, que se asome a Perú. Con 28 mil contagiados –el doble que los 14 mil en México- esa nación sudamericana tiene apenas 782 muertos, la mitad de los mil 400 que registra México. Igual, Perú hace 7 mil pruebas por millón de habitantes y México apenas 551. Es decir, 12 veces mas.

Lo más lamentable es que la mujer responsable de que desde la Secretaría de la Función Pública se transparenten todas las acciones del gobierno, que debe tener en la ética su piedra angular y en la moral pública su eje de servicio, mienta y oculte flagrantemente algo tan grave como estar contagiada.

Y todavía López Gatell tiene la vergüenza de indignarse porque alguien filtró el resultado de la prueba de la funcionaria y porque también dejaron correr una fotografía de una reunión en la que la contagiada departió con otros funcionarios, entre ellos el Secretario de Hacienda, Arturo Herrera.

Para ser justos, ¿podría darnos el epidemiólogo su investigación de quiénes son los personajes que durante los ocho días de ocultamiento criminal del contagio registraron algún contacto cercano con la Secretaria de la Función Pública?

Por ahora, y dada la falta de ética y la poca moralidad al ocultar una verdad que podría ser mortal, estamos ante una nueva Secretaría: la de la Dis-Función Pública. Y eso -en un gobierno que se precia de despreciar la corrupción- es criminal.

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