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22 de octubre 2024

23 de febrero 2024

Opinión

#ConTaconesEntreLegos | Entrevistas a Narciso

Vladimir Putin, en el Kremlin y López Obrador, en su Palacio Nacional: por primera vez en años, ambos mandatarios se sientan y dan la cara en “entrevistas a modo”, para hablarle al espejo en el que se miran y no al espejo en el que todos miramos

Por Marcela Garza Barba

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Dos entrevistas a modo.

Una en el Kremlin, el palacio del presidente de Rusia, Vladimir Putin.

Otra en Palacio Nacional, el palacio del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Ambas en febrero, en plena época electoral de Estados Unidos, México y Rusia.

Los entrevistados, dos mandatarios autocráticos que no se ven fuera de las paredes de su palacio y menos sentándose con la prensa libre de sus respectivos países.

Dos años desde que se desató la guerra entre Rusia y Ucrania, y apenas Putin se sienta a una entrevista bajo sus reglas y con un periodista estadounidense, pro Kremlin, Tucker Carlson.

Cuatro años le tomó a AMLO sentarse y ser entrevistado, igual con sus reglas y con una periodista rusa, pro AMLO, Inna Afinogenova.

Y es que sólo así les conviene, no se vayan a tocar los temas que no quieren, aquellos de oposición, de la violenta guerra al interior y al exterior de los países que tanto dicen amar y que cada uno representa.

Mejor seguir ensimismados, hablando consigo mismos, enamorados de su reino ingobernable en el que su verdad es la verdad para todos.

Vaya líderes autocráticos que presumen democracias inexistentes.

Vaya periodistas sesgados que dan pie a penosas piezas periodísticas.

¡Peligro ser narciso en esta época de despertares!

—————-

En plena época electoral y en medio de una polarización sangrienta, en donde vidas de opositores como la del ruso Alexei Navalny o la de unos tantos alcaldes, empresarios y ciudadanos en México cobran factura por los juegos del actual gobierno, Putin y AMLO se sientan y dan la cara, pero al espejo en el que se miran, no al espejo en el que todos miramos.

Tal cual Narciso, enamorados de su propio reflejo.

AMLO se sentó dos horas a darle una exclusiva a la rusa Inna Afinogenova, una periodista que trabaja en el canal español Red que dirige Pablo Iglesias, fundador del partido de izquierdas Podemos, de España.

Todo menos coincidencia que AMLO se sentara con una rusa y menos de un canal español de izquierdas.

Aquí en casa, a final de su sexenio, sólo se para a hablar de SU verdad en SU mañanera.

Que esperanzas que se siente con alguien que sí le cuestione  las malas estrategias de su mandato.

La entrevista de la periodista rusa en el medio español de izquierda, que desafortunadamente vi para escribir este editorial, no salió del típico monólogo mañanero del presidente López Obrador.

Con un saco oscuro, lentes (que yo creo que los guardó para esta ocasión especial) y entre risas, el presidente se dispuso a contar su versión de los hechos del sexenio fallido bajo el gobierno de la 4T.  

Propaganda cuatroteísta pura, con duración de dos horas quince minutos.

¿Cómo podemos llamarle a eso un ejercicio periodístico?

Sin falta de ética por cualquier ángulo que lo veas.

El narciso de Palacio presumió su paquete de reformas.

Dijo que pondrían un supuesto orden al país, claro no explicó si a sus intereses también.

Afirmó que el paquete no fue planeado (electoralmente hablando), sino casuístico y que la política es tiempo.

¡Vaya tiempo!

Llenó a Claudia Sheinbaum de elogios y aseguró que está mucho más preparada que él.

Claro, por el otro lado, criticó fuertemente a la oposición, ex presidentes como Ernesto Zedillo, al Poder Judicial y a los medios de comunicación de México.

Que dicho sea de paso, atacó a la prensa cuando se trató el tema del financimiento del crimen organizado hacia su primera campaña en 2006.

Pero ahí no paró su cinismo, todavía se atrevió a comentar sus asignaturas pendientes,  que nada tienen que ver con la falta de estrategia educativa, o el saldo de homicidios y desaparecidos que deja su gobierno, y menos, la falta de medicamentos o la injerencia excesiva del Ejército en las obras insignia; no, la asignatura pendiente, según AMLO, es el caso Ayotzinapa.

Claro, la periodista rusa no tocó el tema de opacidad de la investigación ni la ríspida relación del gobierno con los padres de los 43 normalistas.

¡Que esperanzas!

Qué les puedo decir, ni los lentes que AMLO se puso especialmente para la tan esperada entrevista disimularon la falta de honesitdad en dicha pieza periodística.

Todo, como dirían, salió viento en popa.

Pero mientras AMLO habló maravillas en su entrevista a modo, afuera de las paredes de palacio, la violencia en nuestro país aumentaba, la guerra electoral se recrudecía y los ciudadanos seguían gritando #NarcoPresidente.

Al igual que el populista de AMLO, Putin no se sentó con cualquiera.

El mandatario ruso eligió cómo y cuándo sentarse.

Por ejemplo, Christiane Amanpour, de CNN, lleva años tratando de concretar una entrevista con Putin y hasta hoy nada.

Al que sí le concedió sus primeras palabras, después de un largo tiempo, fue al estadounidense pro ruso y trumpista Tucker Carlson.

Con él, Putin literal se quitó el reloj, significado de que tenía mucho tiempo para hablar de política con Tucker y de que se sintió en casa con él.  

Dos horas duró la entrevista (al igual que la de AMLO), principalmente se habló de la guerra con Ucrania, versión Putin, claro.

De cómo los estadounidenses deberían parar de abastecer de armas a Ucrania.

A lo que, a todo, Tucker le decía “right, Mr. President” al mandatario ruso.

En la introducción, Putin duró 30 minutos hablando de historia.

Eso delató los sueños del mandatario para crear un nuevo reino ruso.

AMLO también lo hizo cuando iba y venía a la Constitución de 1917.

El pasado, la perfecta excusa de lo que sucede bajo los gobiernos autocráticos y populistas.

Putin se le fue a la yugular a Estados Unidos y a la OTAN.

Afirmó que la invasión continuaba gracias a ellos.

Tucker, aunque estadounidense, se mostró muy complaciente, no ahondó en las preguntas; como dicen en Estados Unidos, todo fue muy “sugar coated”.

Hasta Putin se quejó de las “suaves” preguntas de Tucker; claro, sus razones tendrá.

Digo, el ex KGB se mostró pro Biden cuando claramente es pro trumpista, pues dijo que una Presidencia bajo el mandato de Biden es mejor para Rusia.

¿Juego perverso?

Aquí lo peligroso es que las entrevistas a Narciso (o sea, AMLO y Putin) se utilizan como propaganda para contrarestar la guerra que cada uno ha desatado.

El primero, la guerra entre Rusia y Ucrania.

El segundo, una guerra más nacional, pero visible a ojos extranjeros, la guerra electoral y de violencia.

Pero creo que estamos en medio de un despertar y los ciudadanos no sólo son espectadores, sino cuestionan.

Hay esperanza de romper con los mandatos narcisistas.

Después de todo algún, día no muy lejano en 2004, hubo una marea naranja de oposición en Ucrania.

Hoy, la marea rosa mexicana va dando color.

Aunque estos líderes autocráticos se crean arropados por las paredes de sus palacios.

¡No a los narcisos, sí a los despertares!

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