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¡Que alguien me explique!

“Ayúdenos a ayudarle”

La pasividad con la que el presidente López Obrador enfrenta a los cárteles de la droga les parece ya insostenible y el reclamo de la Cámara de Representantes y del Senado para declararlos grupos terroristas crece por horas

Por Ramón Alberto Garza

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El presidente Andrés Manuel López Obrador está logrando unificar a México y a los Estados Unidos… pero en su contra.

La sacudida que significó el caso de los cuatro estadounidenses secuestrados en Matamoros y reaparecidos en curiosas circunstancias, está encendiendo todavía más las alertas en torno al gobierno de la Cuarta Transformación en su “no lucha” contra el crimen organizado.

Ya no son solamente los legisladores republicanos o los extremistas, los que claman por un alto definitivo a la violencia y el envenenamiento con fentanilo, de decenas de miles de sus conciudadanos. La extrema situación comienza a borrar las diferencias entre demócratas y republicanos.

La pobre defensa lopezobradorista, invocando la soberanía de México es falsaria, porque el derecho de cualquiera termina en donde comienza el derecho de terceros.

Y México no puede invocar la soberanía cuando las consecuencias de su inacción están cobrando 100 mil vidas al año en los Estados Unidos.

El caso de Matamoros, con dos norteamericanos muertos y uno herido, revivió las heridas de otros sucesos -como el del agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar- en los que el espíritu de los Estados Unidos se unifica masivamente para reclamar justicia para los suyos.

La pasividad con la que el presidente López Obrador enfrenta a los cárteles de la droga les parece ya insostenible y el reclamo de la Cámara de Representantes y del Senado para declararlos grupos terroristas crece por horas. Y será inevitable que crezca todavía más por el apoyo que esa petición tiene ya de 21 fiscales de la Unión Americana.

Si algo logró ya el inquilino de Palacio Nacional fue el de colocar su absurda política de “Abrazos, No Balazos” al frente de la compleja agenda de Washington y en todas las primeras páginas de periódicos, noticieros de radio y televisión, así como en las redes sociales de aquella nación.

El clamor de “Ayúdenos a ayudarle” viene de Dan Crenshaw, un legislador republicano de Texas que, activamente, promueve la iniciativa de Autorización de Uso de la Fuerza Militar (AUF) estadounidense para enfrentar a los cárteles mexicanos.

Crenshaw dijo que es hora que se autorice la fuerza militar contra ellos y exhortó al presidente López Obrador a ser su socio en esta cruzada. “Ayúdenos a ayudarle”, tuiteó el congresista texano.

Pero, a pesar de la creciente ola para designar a los cárteles como organizaciones terroristas, el presidente Biden y algunos demócratas como el también senador texano Ted Cruz, mantienen sus reservas.

Por eso, el jefe de la Casa Blanca envió ayer miércoles a su vocera, Karine Jean-Pierre, a declarar que la nueva clasificación no le daría al gobierno norteamericano ningún poder adicional al que ya tiene actualmente.

Citó la Ley de Cabecillas del Narcotráfico (Ley Kingpin) y la Lista de Objetivos Consolidados Prioritarios (CPOT) del Departamento de Justicia, lo que le otorga a Washington capacidades de congelar bienes, prohibir la entrada a su territorio e imponer sanciones económicas.

Pero la vocera del presidente Biden evadió citar la petición concreta de utilizar fuerzas armadas norteamericanas para actuar contra esos cárteles, en territorio mexicano.

Sea como fuere, México, su gobierno y su presidente vuelven a convertirse en el epicentro del debate político en las altas esferas norteamericanas. Y todo parece estar enfocado en una pegunta de difícil respuesta: ¿Cómo logró el gobierno mexicano responder con tanta prontitud a la exigencia estadounidense de encontrar a los cuatro secuestrados y devolverlos, aunque fueran muertos? La respuesta parece obvia.

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