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¡Que alguien me explique!

Aviación a pique

El sistema nacional de aviación y aeropuertos está viviendo una de sus peores crisis, no solo operativa, sino sanitaria. Y al gobierno de la Cuarta Transformación parece importarle muy poco

Por Ramón Alberto Garza

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Roberto tenía un vuelo programado por Aeroméxico de la Ciudad de México a Monterrey, un jueves a las 7 de la tarde, cuando en la sala de espera les anunciaron que estaría al menos una hora demorado.

El retraso no fue de una hora, sino de seis. Y el enojo de los pasajeros, algunos hasta con dos días de espera durmiendo en el aeropuerto capitalino, estalló. Y en su desesperación comenzaron a lanzar latas y botellas al mostrador. Una auténtica rebelión.

El vuelo 952 de Aeroméxico acabó despegando a la una de la mañana y Roberto entró a su casa en Monterrey a las 3:30 horas del viernes.

Este es solo un botón de muestra del caos en el que vive hoy la aeronáutica civil en México.

Desaparición de aerolíneas, escasez de vuelos, precios exorbitantes, vuelos sobrevendidos, cancelaciones a última hora y todo ante la impotencia de viajeros nacionales y extranjeros que pierden no solo horas, sino hasta días para llegar a su destino. 

Lo cierto es que el sistema nacional de aviación y aeropuertos está viviendo una de sus peores crisis, no solo operativa, sino sanitaria. Y al gobierno de la Cuarta Transformación parece importarle muy poco.

Las estrategias post-pandemia de la mayoría de las aerolíneas colapsaron y están generando peligrosos tumultos en los principales aeropuertos nacionales, convertidos en peligrosos epicentros en la proliferación del COVID y una auténtica amenaza para la nueva y más amenazante cuarta ola de contagios, que ya está aquí.

Uno de los problemas más serios fue la salida del mercado de Interjet, la aerolínea que transportaba más de 15 millones de pasajeros al año.

Lo más lamentable es que no existió, ni desde el sector privado ni desde el gobierno, un plan de contingencia para hacerle frente a esta drástica reducción en la oferta de asientos, equivalentes a dejar sin servicio a 40 mil pasajeros diarios.

Y en destinos de alta demanda como la Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara y Cancún, entre otros, ni  Aeroméxico, ni Volaris, ni Viva Aerobús, ni Aeromar o TAG, fueron capaces de presentar una alternativa viable.

El resultado de esa severa reducción en la oferta de boletos generó un incremento desorbitado en los precios de los pasajes.

Ofertas más limitadas, a un precio dramáticamente más elevado y con un servicio decadente, que hasta ahora no se ve para cuando se normalizará.

Lo lamentable es que, en aras de sacarle provecho a la sobredemanda, las aerolíneas reagendaron sus rutas, limitaron los tiempos en tierra de sus aeronaves y los retrasos -incluso las cancelaciones- se volvieron el pan de cada día. Y el efecto dominó no se dejó esperar.

El caos en el servicio de aviación civil se vio también afectado por los cambios en las rutas de aproximación de los aviones en el espacio aéreo de la Ciudad de México, con miras a poder incorporar -dentro de un año- las operaciones del Aeropuerto Felipe Ángeles, mejor conocido como Santa Lucía.

Una queja recurrente y creciente de los pilotos es que las nuevas aproximaciones al aeropuerto capitalino son más complejas e incluso obligan a esperar más tiempo en el aire, con el consecuente gasto de tiempo y combustible que se refleja en el costo del vuelo al pasajero.

Y no se asome en estos días a las salas de espera, porque lo que encontrará serán tumultos codo a codo, rostros frustrados y malestar generalizado.

Si de verdad ya se nos vino encima la cuarta ola del COVID, no hay duda que los aeropuertos, saturados y con largos espacios de espera para los viajeros, serán uno de los sitios más propicios para diseminar el contagio.

¿Alguna autoridad del Sector Salud que le ponga un orden a ese caos humano en los aeropuertos mexicanos?

¿Alguna autoridad del Sector Comunicaciones que se dé por enterada del pésimo servicio que están brindando las aerolíneas y elabore un plan de contingencia?

¿Alguna autoridad de la Profeco que esté revisando quiénes “se están pasando de lanza” con los cobros excesivos en boletos, y los retrasos y cancelaciones sin penalización alguna?

Ya verán las historias de miedo que se vivirán en los aeropuertos en las próximas semanas de Navidad y Año Nuevo. Solo vendrán a confirmar que la industria de la aeronáutica civil en México va en picada. ¿Dónde está el piloto?

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