3 de abril 2025
Internacional
Aranceles: la buena y la mala
Contra todo pronóstico, la política de aranceles del gobierno de Donald Trump representa para México una oportunidad única en una generación: Estados Unidos exentó a las exportaciones mexicanas de las tarifas recíprocas
Por Rodrigo Carbajal
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Contra todo pronóstico, la política de aranceles del gobierno de Donald Trump representa para México una oportunidad única en una generación. Estados Unidos exentó a las exportaciones mexicanas de las tarifas recíprocas, una clara apuesta por la integración regional de América del Norte. Washington necesita de México para competir contra China.
Los incentivos están sobre la mesa para reindustrializar no sólo a Estados Unidos, sino a los estados mexicanos conectados a las cadenas de suministro de las industrias del siglo XXI. No obstante, primero, el país deberá sobrevivir a una guerra comercial global y a una potencial recesión.
Cinco minutos después del anuncio, las acciones estadounidenses perdieron un billón de dólares de valor de capitalización de mercado. Los inversionistas internacionales dictaron un veredicto frío y brutal sobre la imposición de aranceles globales que el presidente Donald Trump dio a conocer este miércoles desde el Jardín de Rosas de la Casa Blanca. Si Washington no se retracta o no realiza demasiadas concesiones en la letra chiquita, se trataría del cambio más radical de las reglas del juego de la economía internacional desde la revolución neoliberal de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. El nivel de tarifas de Estados Unidos regresó a niveles no vistos desde el siglo XIX. “Esto va a ser peor que Smooth-Hawley”, sentenció el economista Douglas Irwin, residente investigador del Instituto Peterson de Economía Internacional. La analogía es una referencia a la política de aranceles que desencadenó la Gran Depresión.
“Es nuestra declaración de independencia económica”, dijo Trump, acompañado de miembros de su gabinete, senadores del Partido Republicano y líderes sindicales de Detroit. Citando circunstancias de emergencia por razones de seguridad nacional, el presidente norteamericano publicó una orden ejecutiva que estableció una nueva tarifa global de 10 por ciento a las importaciones americanas y una lista de aranceles recíprocos que incluye gravámenes de 20 por ciento para la Unión Europea y de 34 por ciento contra China. “Tanto amigos como enemigos nos han saqueado, robado y violado durante los últimos cincuenta años”, dijo Trump, quien dejó claro que el objetivo final de los aranceles es conseguir la reindustrialización de Estados Unidos.
Para nadie pasó desapercibido que México y Canadá no fueron incluidos en la lista de países que deberán pagar nuevas tarifas. La decisión es entendible dado el grado de interconexión que existe entre las cadenas de suministro de los tres países. México es el principal socio comercial de Estados Unidos. El año pasado, el intercambio de bienes y servicios con Estados Unidos fue de más de 840 mil millones de dólares. En promedio, un vehículo producido en América del Norte cruza ocho veces la frontera: el 40 por ciento de las autopartes de los vehículos estadounidenses se produce en territorio mexicano. La administración de Donald Trump evitó darse un balazo en el pie. Esto es, un balazo adicional a los daños que registraron los mercados financieros.
En medio del caos, México podría beneficiarse en términos relativos. Sin embargo, esto depende de una negociación que sigue abierta entre el gobierno de Donald Trump y el de Claudia Sheinbaum.
Pongámoslo de esta manera: la buena noticia es que Donald Trump exentó a México de los aranceles recíprocos. La mala, que todavía siguen vigentes las tarifas de 25 por ciento contra las exportaciones mexicanas de acero, aluminio y del sector automotriz. El 49 por ciento del sector externo de México que no cumple con las reglas de origen del T-MEC está sujeto al pago de aranceles.
La buena noticia es que la imposición de aranceles contra China, Vietnam e Indonesia promete un renacimiento del ‘nearshoring’ mexicano. La mala, que una guerra comercial a nivel global podría orillar a Estados Unidos a una recesión. La economía mexicana pagaría los platos rotos como daño colateral. Polymarket, el mercado de pronósticos más utilizado en el mundo, calcula que la probabilidad de una recesión en 2025 es de 50 por ciento. En este caso, el PIB de México podría caer 1.3 por ciento, según la estimación de la OCDE.
La buena noticia es que el gobierno de Claudia Sheinbaum todavía tiene margen de negociación para evitar los aranceles etiquetados como prioridad de seguridad nacional, aquellos condicionados a conseguir resultados en el decomiso de fentanilo y en la contención de la migración. La mala, que el presidente Donald Trump utilizó la Sección 232 para justificar las tarifas, lo que le da facultades discrecionales para seguir presionando a México mediante la amenaza de aranceles.
La buena noticia es que la depreciación del peso compensa parte del efecto de las tarifas. La mala, que, tal como lo ha dicho el economista Robin Brooks, México podría estar expuesto a un contagio financiero de mercados emergentes en caso de que China deje caer la cotización del yuan contra el dólar como reacción a la agresión de Washington.
En el fondo, la administración de Donald Trump está haciendo frente al ascenso manufacturero de China. Peter Navarro, asesor comercial del presidente, argumenta que esta es una decisión de seguridad nacional abocada a salvaguardar la supremacía geopolítica de Estados Unidos. En su discurso, el inquilino de la Casa Blanca puso de relieve que los aranceles son una respuesta a la manipulación de divisas, el subsidio ilegal de las exportaciones, el robo de propiedad intelectual, el aprovechamiento de paraísos de contaminación industrial y el uso de barreras no arancelarias. Sin mencionar a Beijing, Trump describió a la perfección la estrategia china. El desmantelamiento de la planta industrial norteamericana de Ohio y Detroit no fue propiciado por la firma del TLCAN, sino por la entrada de China a la Organización Mundial de Comercio.
La política comercial de Washington es, en realidad, una oferta para México: la generación de incentivos para que el sector industrial mexicano rompa sus vínculos con China, sustituya importaciones y acelere su integración con América del Norte agregando componentes de contenido estadounidense. Son lineamientos claros para el Plan México de la presidenta Claudia Sheinbaum, un programa industrial diseñado en consenso con el Consejo Coordinador Empresarial.
Simón Levy, inversionista mexicano con vínculos a conglomerados industriales de China y quien tiene acceso a figuras de la administración de Donald Trump, lo explica de la siguiente manera: “El arancel se calcula según el país de origen de la materia prima o los componentes principales, no del país donde se arma el producto. La clave es entender que Estados Unidos cobrará tarifas distintas dependiendo del país de origen de los insumos que contengan los productos exportados. Así, si México exporta un producto que contiene componentes de China, Vietnam o Corea, ese producto ya no califica como originario del T-MEC y paga tarifa recíproca. ¿Qué hace ahora Estados Unidos? Ya no dice: ‘Esta tele es mexicana, paga 0 por ciento por el T-MEC.’ Ahora dice: ‘Esta tele tiene partes chinas y taiwanesas. Yo le voy a cobrar el mismo arancel que le cobro a China (67%) y a Taiwán (64%), dependiendo de qué porcentaje del valor venga de cada país. Ejemplo: Si ensambla una televisión con un panel chino, cobra el arancel como si el producto fuera parcialmente chino (67% según la tabla), proporcional al valor del componente”.
La buena noticia es que esto representa una oportunidad para México. La mala, que el proceso para desvincular los 12,300 millones de dólares en inversión que China ha colocado en México desde 2018 podría ser un proceso doloroso y recesivo.
Mientras tanto, México y el mundo esperan la definición final de la política de aranceles del gobierno de Trump. Scott Bessent, secretario del Tesoro, le dijo a Bloomberg: “Mi recomendación para el resto de los países es que no entren en pánico. No respondan con tarifas compensatorias, tomen asiento, relájense y vean cómo se desenvuelve todo”.