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¡Que alguien me explique!

A callar Dos Bocas

El presidente Andrés Manuel López Obrador está obligado a ordenar un peritaje de expertos hidráulicos que determine si el gobierno federal desvió agua de las presas de Tabasco para proteger el terreno de la refinería de Dos Bocas a costa de los habitantes más pobres de Villahermosa

Por Ramón Alberto Garza

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El presidente Andrés Manuel López Obrador está obligado a exigir un peritaje de expertos hidráulicos para delimitar responsabilidades en las severas inundaciones de Tabasco.
 
El mandatario no tiene por qué darle pase automático a las explicaciones que sus funcionarios le dan porque la magnitud del drama exige conocer la verdad.
 
La razón es simple. El inquilino de Palacio Nacional está ante un serio problema de credibilidad. Quizás el más sensible y delicado en lo que va de su administración.
 
El conflicto es que, a causa de las inundaciones en su natal Tabasco, están sobre la mesa del debate tres de los ejes que mueven al gobierno de la Cuarta Transformación.
 
El más crucial, el del lema de “primero los pobres”. Y en el caso del trasvase de la presa Peñitas, quienes peor librados salieron con las inundaciones fueron los más desposeídos de las zonas populares aledañas a Villahermosa.
 
El otro eje de cuidado es la “cercanía con la gente”. Y aquí la distancia mostrada entre el presidente López Obrador y los damnificados fue duramente cuestionada.
 
Primero, porque se transpiró que el mandatario tenía fundados temores de que los damnificados le fueran a responder con reproches e insultos.
 
Y segundo, porque en su visita a Tabasco no se le vio la intención de entrar en contacto físico al menos con algunos de esos damnificados bajo el supuesto de que si el presidente se mojaba, podría adquirir alguna enfermedad, incluyendo Coronavirus.
 
Alguien del equipo cercano al inquilino de Palacio Nacional sin duda olvidó un episodio similar que le sucedió al entonces presidente George W. Bush en agosto del 2005, con las severas inundaciones provocadas en Nueva Orleans por el huracán Katrina. La popularidad presidencia se desplomó y jamás volvió a recuperarse.
 
El mandatario norteamericano perdió pisada cuando se limitó a sobrevolar las zonas devastadas por las inundaciones, sin entrar en contacto ni establecer empatía personal con las víctimas que lo perdieron todo.
 
El presidente López Obrador no es de ese estilo. Luego entonces, ¿quién lo alejó de lo que tan bien suele hacer siempre, cuando los mas desposeídos, con los que él conecta, están en medio de una tragedia?
 
Pero sin duda el eje más severo del cuestionamiento sobre las inundaciones de Tabasco pasa por conocer la realidad sobre si se tomó la decisión correcta al abrir unas compuertas y mantener cerradas otras.
 
Circulan por las redes distintos audios de un presunto experto  hidráulico, quien asegura que el gobierno de la Cuarta Transformación prefirió inundar zonas populares antes de que afectar las obras de la refinería de Dos Bocas.
 
Este señalamiento, en sí mismo, es en extremo delicado. Y como la decisión se tomó desde adentro del mismo gobierno, no existe manera de saber si de verdad lo que se hizo fue lo mejor para el interés público, aunque se hayan lesionado las propiedades de decenas de miles de tabasqueños.
 
Pero para eso se tendría que acudir a un panel de expertos hidráulicos. Para que con absoluta independencia hicieran un peritaje concluyente y se confirmaran o desmintieran las versiones de que el interés de Dos Bocas prevaleció sobre el de la vida y el patrimonio de los tabasqueños.
 
El compromiso presidencial es doble, porque se trata de los mas desposeídos de su natal Tabasco, el orgullo de un edén transformado en pesadilla para quienes casi nada tienen.
 
Y en este caso es urgente acallar no una, sino Dos Bocas.

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