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23 de diciembre 2019

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2019: El Año del Quiebre

Cuando la Historia se enfríe, cuando la histeria se aleje, el 2019 será recordado como el Año del Quiebre, el momento en que lo que fue ya no será.

Por Ramón Alberto Garza

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Doce meses en los que el sistema de privilegios que acabó por entregarle demasiado a muy pocos y despojó de tanto a muchos, colapsó. Lo mismo en el Norte que en el Sur, en Oriente y Occidente.

Fue el año en el que la pobreza de los liderazgos desembocó en una radicalización ideológica que privilegió el ganar y tener la razón por encima de buscar lo mejor, lo decente, lo moralmente justo para un mundo tan desigual.

El ejemplo mas ácido fue el de Donald Trump, quien desde la Casa Blanca instaló su discurso radical, divisionista, a través de iracundos tuits que desnudaron las desbordadas ambiciones de quien se ve a sí mismo como el monarca de la nación más poderosa del planeta. Su siembra de odio cosechó tempestades, impeachment incluido.

El quiebre no es asunto de derechas o de izquierdas. Lo mismo sucedió en el Chile del derechista Sebastián Piñera, que en la Bolivia del izquierdista Evo Morales. La gente ya no está dispuesta a vivir de la esperanza y ya caducó la eterna promesa de un mañana mejor.

El Reino Unido, España e Israel, buscando en elección tras elección, el consenso político que les dé una respuesta lo mismo a la salida del Brexit con Boris Johnson, que a la segregación catalana con Pedro Morales o al hartazgo extremista bajo acusaciones de corrupción de Benjamin Netanyahu.

El fuego se instaló en barricadas, lo mismo en París donde los Chalecos Amarillos protestaron por las políticas económicas de Emmanuel Macron que en las calles del moderno Hong Kong, cuyos ciudadanos se resisten a entrar a la órbita dominante, censora y represiva de Beijing.

En México el ascenso de Andrés Manuel López Obrador con el primer gobierno de izquierda también radicalizó las posturas, pero por aquellos que se resisten a ceder los privilegios que el viejo sistema les escrituró. El desenlace está por verse. Los dos extremos estiran la liga de más y el quiebre de uno u otro lado será definitivo.

Y si los grandes líderes políticos y empresariales del planeta no reconocen la urgencia de un cambio de modelo, algo que vaya más allá de lo que diga el reporte trimestral, la intensidad de la revuelta podría acabar en revolución. Nadie quiere ver muertas sus expectativas.

La sed de nuevos y esperanzadores liderazgos que apunten hacia un destino convierten por la magia digital de las redes sociales, a una adolescente como Greta Thunberg en una moderna Juana de Arco en la lucha contra el cambio climático.

Y son las mujeres las que dan el ejemplo alzando su voz contra la desigualdad. En esta lucha no existen fronteras. La canción de “El Violador Eres Tú” se instala como el himno global que incita a desenmascarar y a frenar la violencia de género.

Pero al tiempo en que justamente reclaman sus derechos, las mujeres pierden posiciones. Boris Johnson, Jair Bolsonaro y José Piñera gobiernan el Reino Unido, el Brasil y el Chile en donde alguna vez dominaron las voces de Theresa May, Dilma Rousseff y Michelle Bachelet. Solo la mítica Angela Merkel en Alemania y la joven Sanna Marín en Finlandia sobreviven.

El común denominador del 2019 fue el grito de ¡Basta! a la desigualdad. La económica que abre abismos más profundos entre pobres y ricos, y la de género, en el que las mujeres reclaman su reposicionamiento en igualdad y con respeto.

Y si esas voces que en 2019 salieron con violencia a buscar la cancelación de la desigualdad no son escuchadas, la histeria que vimos estallar desde Chile hasta Barcelona, pasando por París y Hong Kong, le cobrará una muy elevada factura a la Historia. Ya lo veremos en 2020.

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