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12021

Es enero 20 del 2021. Es el día en que Joe Biden jurará como presidente de los Estados Unidos, una fecha que será todo, menos tersa para México

Por Ramón Alberto Garza

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12021 (uno-dos-cero-dos uno).  Memoricen esta fecha palíndromo. Se lee igual de derecha a izquierda que de izquierda a derecha. Es enero 20 del 2021. Es el día en que Joe Biden jurará como presidente de los Estados Unidos.

Será una fecha histórica, porque más allá de que saldrá de la Casa Blanca uno de los peores mandatarios en la historia de norteamérica, se realinearán los intereses que transitan en la siempre delicada relación entre México y nuestro vecino del norte.

Se acaba la efímera, pero muy desgastante Era Trump, en la que emergió la amenaza de un muro -que se comenzó a construir- que pagaríamos los mexicanos -que no lo estamos pagando-.

Una era en la que se dispusieron siete mil efectivos militares y de la Guardia Nacional -distraídos del resguardo de los compatriotas- para contener la ola migratoria centroamericana en tránsito por nuestro país hacia los Estados Unidos.

Termina un capítulo muy cuestionable en el que -al igual que sucedió en el sexenio Peña Nieto- el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió apostar su capital político en una visita a la Casa Blanca, apoyando al presidente en turno enmedio de la efervescencia electoral. Los demócratas y su candidato tomaron nota.

Culmina otro vergonzante episodio en el que fuimos de los muy pocos gobiernos que se rehusaron a reconocer oportunamente el triunfo de Joe Biden. El Colegio Electoral refrendó ayer que el candidato demócrata logró 306 votos electorales mientras que el republicano alcanzó 232. Sin discusión. ¿Veremos la felicitación en La Mañanera de hoy?

Lo que sin duda deben estar evaluando en la Cancillería mexicana es que los tiempos diplomáticos que vienen serán distintos. Comienza la Era Biden y con ella todos los efectos de un golpe de timón en la política internacional norteamericana. México por supuesto incluido.

Con los demócratas de nuevo en la Casa Blanca se reestablecen los vínculos con las dinastías Clinton, Bush y Obama. No hay que olvidar que a pesar de ser republicanos, los Bush renegaron de Trump y cabildearon en favor de Biden.

Y si los apellidos Clinton, Bush y Obama vuelven a ser el epicentro político, con ellos se reactivan los intereses de los tres Carlos mexicanos: Carlos Salinas, Carlos Slim y Carlos Bremer. El mundo de los energéticos, los fondos de inversión y el golf, los une en torno a una mesa de intereses y aficiones comunes.

En sus días de gloria presidencial, Trump apenas habilitó a Jared Kushner como un interlocutor válido con los círculos del poder en México.

Desde el sexenio pasado por ahí transitaron Luis Videgaray y los ejecutivos de Televisa. Y en el gobierno de la Cuarta Transformación la interlocución fue con Alfonso Romo y Marcelo Ebrard.

Pero desde hace algunas semanas, las relaciones entre los gobiernos de México y de los Estados Unidos se vienen tensando con tres sucesos.

El primero fue la detención del General Salvador Cienfuegos. Acusado de proteger cárteles del narcotráfico y de lavar dinero. El secretario de la Defensa en el sexenio peñista fue liberado de sus cargos y repatriado a México. Nadie conoció los detalles del acuerdo que debió pasar por el perdón otorgado por el Procurador norteamericano William Barr.

La segunda tensión se dio con la iniciativa mexicana de limitar las acciones de los organismos de seguridad como la DEA, la CIA y el FBI en nuestro territorio, una legislación que fue calificada como agresiva desde el lado norteamericano. El procurador Barr también lamentó lo que consideró una decisión no consensuada.

Y la tercera fue la iniciativa ya aprobada por el Senado -y hoy a debate en la Cámara de Diputados- para obligar al Banco de México a captar moneda dólares en efectivo y comprar los excedentes, lo que abriría un espacio para operaciones de lavado de dinero. Los focos rojos se encendieron en los centros financieros y en los organismos internacionales.

Está claro que la transición de republicanos a demócratas será todo, menos tersa para México. Demasiadas ollas en la lumber, sumadas a los pendientes de la visita a Washington bajo agenda electoral y la reticencia a reconocer en tiempo la victoria del hoy ya presidente electo Joe Biden.

Por eso decimos que el 12021 será una fecha trascendente. Porque la diplomacia entre ambos países dará un vuelco hasta ahora impredecible.

Tan impredecible como la inesperada renuncia del procurador William Barr, quien dejará su posición antes de Navidad, un mes antes de la transición Trump-Biden. ¿Cuál es la prisa? ¿El debate de la firma del perdón a la familia Trump y allegados? Pronto lo sabremos.

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