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¡Que alguien me explique!

El “gran pedo” del PAN

Si Margarita desoye el llamado generalizado y acepta que su marido se entrometa en la contienda interna, que no tenga duda que se le va a armar “un gran pedo"

Por Ramón Alberto Garza

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Hace algunos meses, cuando Margarita Zavala anunció su intención de buscar la candidatura presidencial del PAN para el 2018 publicamos aquí -el 25 de enero de 2016- una reflexión titulada: “Margarita, divórciate”.

Decíamos entonces que la imagen de la ex primera dama de México era impecable, con vida política propia, muy respetable, dentro y fuera de Acción Nacional.

Y que por sí misma, con una estrategia de altura y sin necesidad de guajes para nadar, podría alcanzar su propósito de convertirse en la primera mujer que se instalara en Los Pinos.

Pero decíamos también que su enorme lastre era su marido, Felipe Calderón, el ex presidente de infausta memoria no solo porque hundió a nuestro país en un baño de sangre, sino porque destruyó con sus imposiciones a un PAN que acabó en un humillante tercer lugar en la elección presidencial del 2012.

Calderón no solo traicionó a “su candidata” Josefina Vázquez Mota, sino que de la mano de Vicente Fox cumplieron el pacto que juntos hicieron con el PRI el 2006 y en 2012 le devolvieron Los Pinos al tricolor. Esa es su etílica y maldita herencia.

Por eso los focos rojos, pero muy rojos como los ojos enardecidos de un dipsómano, se encendieron cuando el pasado fin de semana, en un acto de protagonismo político vergonzante, el mal querido ex presidente amenazó con dejar las filas del PAN. ¡Qué miedo!

Flaco favor le hace Calderón al PAN, al subirse a un ring que ya no le pertenece. Peor aún, en exhibir a su esposa Margarita –quien tiene toda la autoridad moral de la que él carece- como una mujer que necesita que su marido se convierta en peleador callejero para salir adelante.

El reclamo de Calderón es que el actual presidente Ricardo Anaya no fija reglas claras para abrir el juego de la sucesión presidencial hacia adentro del partido.

Pero esta no es la primera vez que Calderón se rebela. Ya antes también condenó las decisiones del anterior dirigente albiazul Gustavo Madero.

Quizás las cantidades navegables de alcohol que consume le hagan olvidar que fue precisamente Calderón quien con sus imposiciones de Germán Martínez y de César Nava,  convirtió su oficina presidencial en la sede nacional del PAN entre 2006 y 2011.

Sus pobrísimos resultados electorales, con una catástrofe política en el medio tiempo de su sexenio en las que el PAN perdió de todas, todas, lo descalifican para exigir lo que piensa que se le acomoda para imponer a su esposa Margarita como candidata. Sobre todo cuando ella no lo necesita de aval.

Mas aun cuando diga lo que se diga, o usando el lenguaje calderoniano, “haiga sido como haiga sido”, Anaya logró cinco contundentes triunfos en la pasada elección de 5 de junio del 2016, en los estados de Quintana Roo, Veracruz, Tamaulipas y Chihuahua.

Por eso le insistimos hoy a Margarita Zavala que se divorcie, políticamente hablando, de su marido Felipe Calderón. Porque el ex presidente está destruyendo todo lo fino que ella viene tejiendo para instalarse todavía como la favorita albiazul.

Si Margarita desoye el llamado generalizado y acepta que su marido se entrometa en la contienda interna, que no tenga duda que se le va a armar “un gran pedo”. Para ella y para el PAN.

Y ese “gran pedo”, resaca incluída, tiene nombre y apellido: se llama Felipe Calderón

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