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2 de mayo 2024

23 de abril 2024

¡Que alguien me explique!

Claudia y el narco

La candidata Claudia Sheinbaum fue interceptada, el domingo pasado, en Motozintla, Chiapas, por un retén del crimen organizado

Por Ramón Alberto Garza

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¿Imaginan lo que sucedería, si a los candidatos Joe Biden o Donald Trump, los intercepta un comando del crimen organizado norteamericano durante su campaña presidencial por Chicago o por Arkansas?

¿Saben lo que ocurriría si al primer ministro Bibi Netanyahu lo sorprende un comando de Hamás en un trayecto por territorio israelí?

En ambos casos, aquello sería el acabose, la pérdida completa de confianza en los servicios de inteligencia y, de paso, la impotencia de que los hombres de Estado estén impunemente a merced de la delincuencia organizada. Eso en cualquier país sería desastroso, pero no en México.

La candidata Claudia Sheinbaum fue interceptada, el domingo pasado, en Motozintla, Chiapas, por un retén del crimen organizado. Eran hombres encapuchados de los que ya tienen tomado el control de un enorme espacio del territorio nacional, operando por encima del gobierno legalmente establecido.

Nadie salió a enfrentar a ese retén criminal. Ni su guardia personal, ni los militares que presumiblemente la deben acompañar en sus trayectos. Los encapuchados se dedicaron a hacerle, a la candidata presidencial de Morena, una lista de supuestas “peticiones ciudadanas”, como que le ponga más atención a esa región chiapaneca, abandonada de la mano de Dios y también de la Cuarta Transformación.

Claudia Sheinbaum no se inmutó. Se dedicó a escuchar y a asentir pacientemente la homilía que le daban los encapuchados, sin que nada ni nadie los molestara. De facto estaba sometida. Y era lo sensato en un caso de esos.

Ninguna reacción posterior a la intercepción por el retén criminal. Peor aún, el presidente Andrés Manuel López Obrador salió en la mañanera, de ayer lunes, a justificar todo lo que le sucedió el domingo a su candidata. Nada de qué preocuparse, dijo el inquilino de Palacio Nacional.

Como ya es costumbre, el presidente López Obrador no enfrentó la realidad. La evadió y sin más investigación que su sentido tan poco común acusó que era un “montaje”, conclusión a la que llegó porque en el lugar se encontraba alguien del sitio Latinus, que videograbó con un teléfono celular lo que sucedía, pues la presunción presidencial se justificaba. Pero el debate no está ahí.

El cuestionamiento de fondo es por qué la facilidad para que cualquier personaje -sea un criminal o incluso un actor de montaje- pueda instalar sin consecuencias un ilícito retén en una vía pública federal. Ni la policía federal, ni la Guardia Nacional, ni la Secretaría de la Defensa asomaron su rostro. ¿Quién custodiaba la seguridad de la candidata presidencial de Morena? ¿Peligró su vida?

Le tocó en suerte, a Claudia Sheinbaum, que quienes la detuvieron dijeran que buscaban difundir una imagen de “protectores de la región, preocupados por los ciudadanos”. Pero bien pudo haber sido un ataque con desenlace trágico.

Al final del día, nadie salió al paso para alejar a esos personajes operando fuera de la Ley -encapuchados y armados- de la candidata de Morena.

Y lo que es más alarmante, que el presidente vea a esos criminales que bloquean carreteras para intimidar como algo normal, sin malas intenciones e incluso salga en su defensa. Diciendo que nada hay de malo, porque no estaban armados. ¿Cómo lo sabe? ¿Estuvo ahí? ¿Quién se lo reportó?

Lo que se hace evidente es que, si acaso existió un montaje, ese fue por parte de la campaña morenista o del mismo gobierno de la Cuarta Transformación. Porque al inquilino de Palacio Nacional sólo le faltó regañar a Claudia Sheinbaum porque no se bajó a darle abrazos a los encapuchados. ¿O que no le aprendió a su jefe, quien con toda cortesía y en plena sierra de Badiraguato, se bajaba del convoy en el que viajaba sin guardias, para ir a saludar a la mamá de Joaquín “El Chapo” Guzmán?

Lo dicho. Vivimos en el país de lo absurdo, en donde ya todo es posible.  Está claro que la agenda no la tiene el gobierno lopezobradorista, sino el crimen organizado.

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