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Opinión

#YoQuéVoyASaber | EL CUERPO DE TODXS

Yo qué voy a saber

El cuerpo de las mujeres siempre está expuesto y sujeto a juicios, y eso es terrible porque nos condena a permanecer llenas de miedos y presiones sobre cómo “debemos” vernos

Por Carolina Hernández

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Nuestro cuerpo, el de las mujeres, sigue siendo un territorio sin soberanía propia.

Lo mismo para decidir si ser madres o no, que para determinar cómo debe lucir nuestro cuerpo es del dominio público.

Algo tan íntimo y personal sigue estando sujeto a la valoración de cualquiera.

Porque si de opinar se trata, nuestro cuerpo es de todas, todos y todes, menos nuestro.

Hace unas semanas, la revista Elle publicó esta portada, aparentemente con la intención de resaltar que todos nuestros cuerpos son perfectos.

Y para hacerlo, les pareció buena idea retratar a tres mujeres blancas con cuerpos “grandecitos”, pero hegemónicos.

Es decir, cuerpos grandes, pero con forma de reloj de arena, sin estrías evidentes, obvio, sin pelos, cero granos y mucho menos piel colgada.

Por si fuera poco, basta ojear toda su edición para darse cuenta que esos cuerpos grandes no vuelven a aparecer en ninguna otra mujer que ahí aparece.

Es decir, son perfectos para un reportaje, pero no para anunciar cualquier otra cosa.

Y es que el cuerpo de las mujeres siempre importa.

Opinar parece ser la labor de multitudes que se sienten con derecho a cuestionar, no solo las decisiones sobre nuestro cuerpo, sino también nuestras inseguridades con respecto a él.

Esta foto es de Marisol de la Fuente, una creadora de contenidos con casi medio millón de seguidores en Instagram.

Esa sola imagen abrió la discusión sobre si alguien “blanca, alta, rubia y delgada” tiene derecho a hablar de sus complejos, cuando su cuerpo se ve tan cercano al estereotipo de belleza hegemónica.

Para algunas, la foto de la influencer parecía más una burla a quienes están más alejadas de esos estándares impuestos; mientras que otras, criticaron la necesidad de cuestionar las inseguridades ajenas. 

Al final, todas -de alguna manera- se sintieron vulneradas.

Y es que, el cuerpo de las mujeres siempre está expuesto y sujeto a juicios, y eso es terrible porque nos condena a permanecer llenas de miedos y presiones sobre cómo “debemos” vernos.

De acuerdo con una encuesta realizada por Dove, el 90% de las mujeres de todo el mundo desean cambiar -al menos- un aspecto de su apariencia física, el peso corporal es el principal.

Porque no es solo la presión social.

Un estudio citado en un editorial de The New York Times reveló que, una mujer con sobrepeso, tiene que mandar un 37 por ciento más aplicaciones de trabajo para obtener el mismo número de entrevistas que una mujer con un cuerpo más delgado.

El mismo estudio detalló que las mujeres con sobrepeso tienen un sueldo 16 por ciento menor que las mujeres que están en un rango supuestamente “normal” de peso, aún si cuentan con las mismas credenciales.

Así, nuestro cuerpo -y sus formas- se vuelven un tema no solo social, sino también laboral, político y cultural, siempre expuesto y condicionado a la vigilancia de otros.

Por eso, es importante cambiar nuestro enfoque y comenzar a querer nuestro cuerpo como el maravilloso transporte que es.

Amar este saco de carne, huesos, estrías, granos y piel colgada que nos permite existir.

Dejar de buscar los cuerpos perfectos, dejar de desacreditar las inseguridades de otras y mejor comenzar a abrazar este territorio nuestro y de nadie más.

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