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2 de julio 2025

27 de julio 2021

Opinión

#YoQuéVoyASaber | Adiós, bikini

Yo qué voy a saber

La lucha en contra de los códigos de vestimenta también es una declaración de guerra en contra de esa ropa caduca, que asocia a las mujeres con lo ornamental y la sensualidad. Que nos juzga por un pedazo de tela como el bikini

Por Carolina Hernández

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Los Juegos Olímpicos son para saber quién es el más alto, el más fuerte y el más rápido… a menos que seas mujer, entonces también es para saber quién tiene el uniforme más sexy y más corto (bikini)…

Porque durante años, las mujeres hemos sido juzgadas por cómo nos vestimos por encima de nuestras capacidades.

Pero eso está por cambiar.

Porque también eso se va a caer.

Tokio 2020 son, sin duda, unos Juegos especiales. En medio de una pandemia mundial, la celebración olímpica busca, más que nunca, enaltecer los valores de excelencia, amistad y respeto.

Pero también está dando señales de una lucha más profunda, la de las atletas que levantan la voz para dejar claro que ya no están dispuestas a ser juzgadas por un pedazo de tela.

Que sus capacidades no están ligadas a qué tanta piel deja ver su uniforme de competencia.

Para ejemplo, las noruegas.

El equipo de balonmano decidió acudir a una competencia preolímpica con top y mallas cortas, en lugar de ponerse el bikini reglamentario, el cual debe estar “cortado en un ángulo hacia arriba en la parte superior” y “con un ancho lateral máximo de 10 centímetros”. 

¿Por? ¿En qué ayuda eso a su desempeño? ¿Los hombres llevan lo mismo? La selección fue multada por la Comisión de Disciplina, pero la mecha estaba encendida.

Pero no son las únicas.

Desde principios de este año, las alemanas comenzaron una batalla contra la sexualización en la gimnasia artística.

El equipo llega a los Juegos Olímpicos sacudiendo todos los reglamentos de vestuario, al presentarse a competir con un uniforme que les cubre desde el cuello hasta los pies.

Una reivindicación de que son atletas, no modelos de ropa interior.

Pero también un mensaje claro de que su desempeño no depende de la ropa que usan.

Por eso, la lucha en contra de los códigos de vestimenta también es una declaración de guerra en contra de esa ropa caduca, que asocia a las mujeres con lo ornamental y la sensualidad. Que nos juzga por un pedazo de tela.

Dejar de cumplir con estos códigos nos acerca más a eso que Emily Wughalter bautizó como “la disculpa femenina”.

Esa que nos obliga a pedir perdón por llegar más alto, ser más fuertes y más rápidas.

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