19 de agosto 2024
¡Que alguien me explique!
¿Y si el muerto aún está vivo?
¿Y qué tal si el diputado sinaloense Héctor Melesio Cuén -el que estaría en la reunión entre el gobernador Rubén Rocha e Ismael “El Mayo” Zambada- no fue asesinado como dicen? ¿Qué tal si todo fue un ardid para salvarlo de su traición?
Por Ramón Alberto Garza
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¿Y qué tal si el diputado sinaloense Héctor Melesio Cuén -el que estaría en la reunión entre el gobernador Rubén Rocha e Ismael “El Mayo” Zambada- no fue asesinado como dicen? ¿Qué tal si todo fue un ardid para salvarlo de su traición?
Dos versiones de su “muerte” están confrontadas. Una, que revela “El Mayo”, quien dice en su comunicado que a su amigo el legislador y ex rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa lo asesinaron delante de él, en la presunta reunión convocada por el gobernador. Dos, la que difundieron la fiscalía y el gobierno de Sinaloa. Es la que muestra un video con el que pretenden apoyar su tesis de que a Cuén lo asesinaron cuando alguien le intentó robar el auto en una gasolinera. El video es tan malo que no sostiene esa versión. Ni se ve al legislador ni se sostienen los cuatro balazos.
Pero lo único cierto es que nadie vio en el video de la gasolinera que quien iba dentro del auto fuera el diputado sinaloense. Tampoco su “cadáver” recibió el manejo más elemental de parte del ministerio público para demostrar que fue asesinado. Nadie vio el cuerpo sin vida, no existen los peritajes y todavía hay algo peor. Cuando la Fiscalía General de la República atrajo la investigación frente a tantos errores, el cuerpo del presunto asesinado ya no existía. Contra la Ley, lo habían cremado. Ya nada se podía investigar sobre cuántos disparos le dieron para “quitarle la vida”. La única evidencia de que fue asesinado se ubica en fotografías del cuerpo sin vida.
A las autoridades federales jamás les entregaron el cuerpo. Les entregaron cenizas, cuando en cualquier asesinato -más aún en este de grandes dimensiones políticas-, el cuerpo debe permanecer intacto en el servicio médico forense para las autopsias de ley. ¿Cuál fue la urgencia de incinerar el cuerpo del diputado Cuén? ¿A quién y por qué le urgía desaparecer cualquier evidencia?
Por eso, el gobernador Rubén Rocha no tuvo otra salida que presionar a la renuncia de la fiscal Sara Bruna Quiñónez Estrada. Porque la autoridad judicial y sus ministeriales están bajo sospecha de coludirse con alguien -presumiblemente con el gobernador morenista- para enturbiar el caso del supuesto “asesinato” del ex rector de la Universidad de Sinaloa.
Y nadie puede negar que aquí hay, no un gato, sino un tigre encerrado. Analicemos el rompecabezas.
De acuerdo a la versión de “El Mayo” Zambada, la mañana de lo que él llama “la traición” se reunirían el gobernador Rocha, el diputado Cuén y el propio capo “para arreglar asuntos de la Universidad de Sinaloa”.
En el fondo esa reunión sería para limar asperezas entre dos adversarios, ambos amigos de “El Mayo”: el gobernador Rocha y el diputado Cuén, a quien desde la fiscalía sinaloense a cargo de Sara Bruna le abrieron una carpeta de investigación por enriquecimiento ilícito.
El legislador y amigo muy cercano de “El Mayo” estaba convertido en el principal oponente y denunciante de las corruptelas del gobernador Rocha. En videos posteados en sus redes, Cuén acusaba al gobernador Rocha de haberse quedado con enormes sumas de dinero que se gastó en campaña y con las que le compró mansiones a sus hijos. Por eso, el gobernador Rocha traía la persecución desde la fiscalía.
Lo que se asoma es que la reunión sería para que los dos amigos de “El Mayo” -el gobernador Rocha y el diputado Cuén- hicieran las paces. Y fue así como se pactó el encuentro del 25 de julio, en donde “El Mayo” acusa una “traición”. Dice que lo detienen a él con violencia, lo encapuchan y lo suben a un avión con el hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Y “El Mayo” asegura que, a su amigo, el diputado Héctor Melesio Cuén, lo asesinaron ahí mismo.
La primera pregunta obligada es ¿de verdad estaba en ese lugar el gobernador Rocha? Porque de acuerdo a los testimonios y bitácoras de vuelo que presenta, el mandatario estaba a esa hora volando con su familia rumbo a Los Ángeles, en el avión de su amigo Jesús Vizcarra, el dueño de SuKarne y señalado como compadre de “El Mayo” Zambada.
¿Acaso fue el diputado Cuén el anzuelo para emboscar a su amigo “El Mayo” y ponerlo en el sitio de la “traición” para que de ahí se lo llevaran a El Paso, Texas?
¿Alguien puede creer que el mayor capo del narcotráfico en México iba ingenuamente a acudir a una cita con el gobernador Rocha, sin antes confirmar personalmente con él que se daría el encuentro? Y si así fue, ¿el gobernador Rocha se prestó a la traición porque jamás estuvo en el lugar, pues volaba a esa hora rumbo a Disney?
La Fiscalía General de la República tiene una papa caliente, muy caliente en sus manos. Porque entre tanta confusión, aquí sólo caben una de dos posibilidades.
La primera, que “El Mayo” Zambada se entregó y que dentro del paquete de acuerdos se incluía el salvar a su amigo el diputado Cuén. Por eso se habría fingido su asesinato. Para que pudiera desaparecer a hacer “otra vida” y nadie lo buscara porque “ya está muerto”.
Y la segunda, que en efecto haya sido una traición, que el gobernador Rocha los hubiese citado y mató dos pájaros de un tiro. Se congració con los norteamericanos al emboscar a “El Mayo” y le quitó la vida a su principal rival político, el diputado Cuén.
Por lo pronto, lo que advertíamos en Círculo Magenta el pasado viernes ya se exhibió el fin de semana: seis asesinatos se dieron el sábado en lo que se presume el inicio de una “limpia” entre cárteles.
Uno de los asesinados es Martín García Corrales, identificado por las agencias norteamericanas como lugarteniente tanto de “El Mayo” como de “El Chapo”. El desmantelamiento avanza, en una entidad en la que el sistema judicial -ya sin fiscal al frente- se tambalea.
Por eso la pregunta: ¿El diputado Héctor Melesio Cuén está vivo y protegido en algún lugar lejos de Sinaloa o está muerto, silenciado para acallar sus ataques contra el gobernador Rubén Rocha? ¿Aceptamos las fotos de las cenizas, sin cuestionar?
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