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¡Que alguien me explique!

Vacunación, la gran mentira

Es ridículo que el presidente López Obrador -de nuevo creyendo las mentiras de López-Gatell e insultando la inteligencia de todos los mexicanos- insista en que México es un ejemplo con su programa de vacunación

Por Ramón Alberto Garza

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Hugo López-Gatell insiste en engañar al presidente Andrés Manuel López Obrador -el mandatario que se deja- para burlarse de los mexicanos.

La insolencia, el cinismo y las mentiras del epidemiólogo presidencial son criminales, no en un sentido figurado, sino real.

Contagiado por el Covid-19, el controvertido científico pasó 20 días en cuarentena, recibiendo tratamientos especiales, lejos del alcance del mexicano ordinario, con medicamentos como el Remdesivir, hasta ese momento no autorizados por la Cofepris, una de las dependencias a su cargo. Prohibido para todos, menos para mí.

Peor aún, el incompetente funcionario, el más defendido en las conferencias mañaneras de Palacio Nacional, pasó por alto cualquier protocolo, al salir -todavía contagiado- a un parque público para “checar” con su pareja. Y para colmo, sin tapabocas.

El responsable de combatir la pandemia, convertido él mismo en una fuente de contagio que se mofa de los más elementales protocolos: quedarse en casa, más aún contagiado, y usar cubrebocas. Eso sí es criminal.

Pero el presidente López Obrador insiste en calificarlo como “el mejor funcionario del mundo” y continúa dándole su apoyo incondicional, a pesar de que México no solo fracasó rotundamente en el manejo de la pandemia, sino que exhibe  uno de los peores programas de vacunación en el planeta.

Solo basta asomarse a las cifras para ver que Chile, otro país latinoamericano con menos recursos que México, es el que se instala como líder mundial en aplicación de la inmunización a sus ciudadanos.

Con una población de 18.7 millones -siete veces menos que México-, 4.7 millones de chilenos ya tienen al menos una dosis aplicada y 1.7 millones completaron ya las dos.

El 12.28 por ciento de los chilenos ya están vacunados en apenas 79 días de arrancado el programa.

Es todo un caso de estudio, si se considera que supera -y por mucho-, a naciones tan poderosas como Estados Unidos y el Reino Unido. O incluso Israel, que hasta hace unas semanas se mostraba como el ejemplo global.

Solo para comparar, México con una población de 130 millones tiene apenas 3.4 millones de mexicanos vacunados con una dosis y solamente 609 mil con las dos dosis.

Comenzó a vacunar hace 78 días -un día después que Chile-, pero apenas ha inmunizado al .64 por ciento de su población. No alcanzamos ni uno de cada 100 mexicanos.

Y solo como referencia de la pobre estrategia del gobierno de la Cuarta Transformación, el nivel de vacunación en México está oficialmente por debajo de los programas aplicados en Brasil, Panamá, Costa Rica y Argentina.

Cualquiera de esas naciones latinoamericanas triplica o duplica en eficiencia lo que hace México con el proceso de inmunización.

Y esas cifras mejores que las de México se dan en algunos de esos países como Brasil o Panamá, a pesar de que iniciaron sus programas de vacunación 25 días después que México.

Por eso es ridículo que el presidente López Obrador -de nuevo creyendo las mentiras de López-Gatell e insultando la inteligencia de todos los mexicanos- insista en que México es un ejemplo con su programa de vacunación.

“Quiero destacar que ha sido ejemplar la organización de la aplicación de la vacuna, en general, pero de manera especial en la Ciudad de México”.

Manipular cualquier otra cifra puede ser inocuo, pero falsear toda una realidad en medio de la catástrofe sanitaria, haciéndole creer a los mexicanos que todo marcha sobre ruedas, es criminal.

Ya veníamos de la experiencia de que López-Gatell pronosticara que, en el peor de los casos, tendríamos 60 mil muertos. Ya vamos a alcanzar los 200 mil y sumando.

Se dijo que ya se tenía todo un programa de adquisición de vacunas, que eso era “misión cumplida”, y ahora estamos mendigando lo que fuimos incapaces de gestionar a tiempo y con presupuesto. ¿O cómo le hizo Chile, con menos población y menos presupuesto?

Nos vendieron que las primeras vacunas serían para el heroico y sacrificado personal médico, el que combate en la primera línea la pandemia.

Pero a 80 días de iniciado el programa, la promesa no se cumple e incluso muchos de los médicos y enfermeras de los hospitales privados todavía no reciben ni su primera dosis.

Por eso decimos que es una burla despiadada decirle a los mexicanos que tenemos un programa ejemplar de vacunación.

Si el presidente López Obrador y su contagiado e ineficiente epidemiólogo insisten en fabricar una realidad tan burda, el precio que pagaremos será muy alto. El mundo ya está alerta de la gran farsa mexicana.

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