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12 de noviembre 2019

Política

Un golpe de Estado divino

El némesis de Evo Morales en Bolivia se llama Luis Fernando Camacho, un singular personaje que, armado con una Biblia, representa a una nueva estirpe de la derecha latinoamericana más radical.

Por Redacción Magenta

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Hace apenas medio año no muchos en Bolivia conocían a este dirigente opositor de 40 años, pero hoy es uno de los principales protagonistas de la movilización que forzó la renuncia de Evo Morales a la presidencia del país.

Luis Fernando Camacho es un personaje particular. Algunos medios lo llaman “el Bolsonaro boliviano” por una combinación de características: su estridencia, sus casi permanentes alusiones a la religiosidad y su naturaleza radicalmente contraria a la del ex presidente Evo Morales.

“Macho Camacho”, como se le conoce, no es un político propiamente, dado que nunca ha ostentado un cargo de elección popular o un puesto en la administración pública.

Al contrario, lidera la organización civil más importante de la zona más rica de Bolivia y junto a su familia forma parte del Grupo Empresarial de Inversiones Nacional Vida S.A., que reúne a numerosas compañías vinculadas a los seguros, el gas y los servicios.

Pero quizá lo que más destaca de Camacho es un ferviente religiosidad.

«La Biblia volverá al Palacio de Gobierno», repitió una y otra vez rodeado de enormes multitudes durante las últimas tres semanas.

Todo lo que hace Camacho tiene un fuerte vínculo religioso: menciona a Dios en todas sus apariciones, llevó la Biblia al Palacio de Gobierno e insta a sus seguidores que lleven a la virgen a las movilizaciones.

El líder social no participó en las últimas elecciones. De hecho, Camacho frecuentemente se distancia del opositor Carlos Mesa, con quien Evo Morales compitió.

Sin embargo, eso no ha detenido las demandas de Camacho.

A lo largo de la crisis boliviana, relata El País, sus demandas fueron rápidamente en aumento: primero exigió una segunda vuelta electoral; luego pidió nuevas elecciones; después demandó renuncia del presidente, y ahora, la de todos los parlamentarios oficialistas y de los tribunales de justicia.

Camacho ha manifestado no aspirar a un puesto de elección popular; sin embargo, su meteórico ascenso le ha dado una plataforma sin precedentes.

¿Hasta dónde llegará?

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