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¡Que alguien me explique!

Tan cerca de China… y tan lejos de EU

Provocar al gobierno de Joe Biden (EU), en momentos en que el mandatario demócrata está bajo serios cuestionamientos por su fracasado retiro de Afganistán, es buscarle tres pies al gato

Por Ramón Alberto Garza

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Curiosa, a contra pelo, incongruente y podríamos decir que hasta esquizofrénica e incluso desafiante. No se puede describir de otra manera la política exterior que México está aplicando con los Estados Unidos.

La última semana es un claro ejemplo de que -como se dice popularmente-, le estamos dando patadas al pesebre.

Que estamos anteponiendo la ideología extremista al sentido común que marca fortalecer las relaciones diplomáticas y comerciales con nuestro vecino y más importante socio comercial.

Después de un año de andar mendigando con el gobierno norteamericano millones de vacunas para combatir la pandemia y que generosamente nos las otorgaron, a pesar de que algunas de esas vacunas acabaron como donativos a países como Cuba…

Después de estar presumiendo una y otra vez -como si fuera gran logro del gobierno- que las remesas de nuestros compatriotas que trabajan en la Unión Americana están creciendo a niveles que superan los 4 mil millones de dólares mensuales, gracias a los apoyos de la administración Biden…

Después de insistir en que las inversiones extranjeras, por supuesto mayoritariamente norteamericanas, continúan fluyendo a pesar de las cuestionables políticas públicas de la Cuarta Transformación…

Después de recibir en México a la vicepresidenta Kamala Harris y a los más altos personajes de los organismos de seguridad de los Estados Unidos para advertir del descontrol del crimen organizado, y de los riesgos de abrirle las puertas a una relación comercial y tecnológica más fuerte con China…

Después de todo lo anterior, el presidente Andrés Manuel López Obrador y su canciller, Marcelo Ebrard, organizan una fallida cumbre de presidentes de América Latina en la que se coloca a los Estados Unidos como la piñata de la fiesta.

Dos fueron los palos con los que le pegaron a esa piñata.

Uno, el exigir al gobierno norteamericano levantar el bloqueo sobre Cuba, una iniciativa apadrinada directamente por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Y dos, reemplazar a la Organización de Estados Americanos -a la que acusan de pro yanqui- por una nueva instancia llamada Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Una mezcla entre una ONU y un Mercomún latinoamericano, comparable a la Unión Europea. Nada se concretó.

Para dejar en claro cuáles son los liderazgos, que desde el gobierno mexicano se respetan, el invitado de honor desde los festejos de la Independencia -y en la misma Cumbre-, fue el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, quien pronuncia un discurso abiertamente anti norteamericano.

El otro que roba cámara es otro radical, Nicolás Maduro, el mandatario venezolano -discípulo de Hugo Chávez- que está en permanente confrontación con los Estados Unidos.

Y para refrendar de qué lado estamos, el discurso inaugural de un gran líder se le cede, a través de un video, nada más y nada menos, que al mandatario chino Xi Jinping, el némesis en la nueva guerra financiero-tecnológica de los Estados Unidos. El país que manda a través de México los precursores para fabricar el Fentanilo que mata a 90 mil norteamericanos cada año.

Y en medio de esta piñata “colorada”, el paso por territorio mexicano de miles de haitianos que llegan a la frontera con los Estados Unidos buscando asilo político.

Son más de 14 mil haitianos que ya transitaron sin problema por territorio mexicano, que ya cruzaron el Río Bravo, que están acampando del lado americano bajo el puente que conecta a Acuña con Del Río, Texas.

Una crisis migratoria de enormes proporciones que presagia un descontrol, que si no es contenido por los Estados Unidos con medidas radicales, se convertirá en cuestión de días en el gran desacuerdo con México.

Frente a esta realidad y este drama, ¿cuál es la intención de la política anti americana desplegada por el gobierno de la Cuarta Transformación?

¿De qué vamos como abanderados de fracasados líderes de izquierda que culpan a todos -menos a sí mismos- de la tragedia humanitaria que se vive, lo mismo en Cuba que en Venezuela o Nicaragua?

¿Qué buscan el presidente López Obrador y su canciller Ebrard, apadrinando iniciativas que van directamente contra nuestro principal socio comercial, el que además -por cierto- nos surte el 70 por ciento de las gasolinas y el 60 por ciento del gas natural, energéticos vitales sin los cuales se paralizaría México?

¿Será acaso que el gobierno de la Cuarta Transformación ya está sintiendo muy cerca la declaración de los cárteles del narcotráfico en México como “grupos terroristas”, lo que le permitiría a los norteamericanos actuar sobre aduanas y puertos por donde se trafican drogas y armas hacia la Unión Americana?

Quizás estemos ante un tour de force en el que el presidente López Obrador y el canciller Ebrard buscan nivelar, con posiciones extremas de izquierda, el campo de las negociaciones.

Si es así, prepárense para la sacudida que vendrá desde Washington.

Provocar al gobierno de Joe Biden, en momentos en que el mandatario demócrata está bajo serios cuestionamientos por su fracasado retiro de Afganistán, es buscarle tres pies al gato.

Desde la Casa Blanca harán lo que sea necesario para evitar que México, la crisis migratoria con los haitianos, la alianza con las izquierdas latinoamericanas y con China, se conviertan en su nuevo descalabro global.

Ni hablar. Pobre México, tan cerca de China… y cada día más lejos de los Estados Unidos.

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