Segundo debate presidencial: La elección se define aquí

A 35 días de las elecciones, el segundo debate presidencial representa una de las últimas oportunidades para que cambie la trayectoria de las campañas. Áltica, una firma de análisis de opinión pública que probó sus cartas credenciales con la predicción de la elección de Javier Milei en Argentina, refiere en su más reciente careo de voto que Claudia Sheinbaum lidera la contienda por 12 puntos porcentuales contra Xóchitl Gálvez.

La brecha cambia significativamente dependiendo de la casa encuestadora que se consulte. Sin embargo, el consenso de encuestas coincide en que la tendencia de la preferencia electoral se ha mantenido estable durante meses, sin puntos de inflexión, subidas o caídas significativas.

Esta condición favorece la narrativa del oficialismo de que Morena tiene ganada la elección y coloca a la coalición PAN-PRI-PRD en una posición obligada a la confrontación y a la ofensiva. En ese sentido, el debate entre candidatos a la gubernatura de Veracruz podría convertirse en el derrotero del debate presidencial: un ejercicio marcado por los ataques cruzados y las acusaciones de corrupción, no por las propuestas ni la sustancia en materia de política pública.

En el debate de Veracruz, Rocío Nahle, la candidata de Morena, fue la principal damnificada. La oposición ha cimentado en la opinión pública que Nahle es sinónimo de escándalos de desvío de recursos públicos y adquisición de propiedades inmobiliarias. Dentro del equipo de la oposición, esta es la ruta que debería seguir Xóchitl Gálvez, la de una agresiva campaña de contraste que utilice el debate para presentar un caso de corrupción significativo vinculado a la campaña de Claudia Sheinbaum.

La más reciente encuesta publicada por el periódico El Financiero, que muestra una diferencia de doble dígito a favor de la candidata de Morena, calcula que el 34 por ciento del electorado aún no ha decidido el sentido de su voto.

El segundo debate presidencial está diseñado para que los candidatos discutan sobre política económica. Se trata de un área cómoda para que Claudia Sheinbaum defienda el legado del presidente Andrés Manuel López Obrador: por primera vez en décadas, México se encuentra en una situación de pleno empleo (aunque mantiene altos índices de informalidad) y el aumento al salario mínimo está correlacionado con caídas en el porcentaje de la población que vive en condiciones de pobreza extrema.

Roberto Navarrete, economista en jefe de Vector Casa de Bolsa, argumentó en una conferencia llevada a cabo la semana pasada que “la economía mexicana se encuentra en buena forma”. Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez, el candidato presidencial de Movimiento Ciudadano, intentarán dibujar una narrativa diferente, la de un país en el que el crecimiento económico se encuentra debajo de la tendencia previa a la pandemia, en el que el ingreso per cápita no ha aumentado en cinco años y en el que el déficit fiscal programado de 5.9 por ciento del PIB para 2024 sitúa a las finanzas públicas en una trayectoria incierta.

José de Nigris, economista de la Asociación Nacional de Empresarios Independientes, refiere que el verdadero debate deberá enfocarse en los planes para hacer de México un país rico en el largo plazo, una discusión sobre cómo cambiar la tendencia del PIB per cápita en una dinámica similar a la que lo hicieron China, Corea del Sur e incluso Chile en las últimas tres décadas.

El segundo debate presidencial se lleva a cabo en un contexto de fuerte tensión entre la campaña de Gálvez y el oficialismo. Max Cortázar, asesor de la candidata del PAN-PRI-PRD, acusó que dos integrantes del Consejo Nacional de Inteligencia fueron descubiertos espiando el ‘cuarto de guerra’ de Gálvez. En un contexto de creciente violencia política, patente en el asesinato del periodista Roberto Figueroa el pasado fin de semana, la oposición teme que el gobierno haga cada vez más frecuentes sus intervenciones en el último mes de campaña.

A poco más de un mes del ‘Día D’, el segundo debate presidencial representa prácticamente la última oportunidad en la que los candidatos concentrarán la atención de millones de electores.