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El repechaje del PRI

Con la Selección Nacional priista al borde de la eliminación, el equipo ha decidido cambiar de Director Técnico: sale Enrique Ochoa Reza y entró René Juárez

Por Ramón Alberto Garza

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El cambio de Director Técnico de la Selección Nacional priísta, a la mitad de la disputa por el Campeonato Mundial Presidencial, cimbró al Estadio México 2018.

La entrada de René Juárez al relevo de Enrique Ochoa fue ese golpe de timón anticipado, después de que el delantero tricolor José Antonio Meade se fue en ceros, sin anotación, en el primer debate rumbo a Los Pinos.

Pero el sacrificio de Ochoa es apenas una fachada para esconder a los artífices de la hasta ahora fracasada campaña tricolor: Luis Videgaray y Aurelio Nuño.

Durante los cinco años que vienen jugando como dueños de la Selección Peña Nieto, la dupla Videgaray-Nuño definió un juego presidencial hacia adentro.

Se abrieron poco, imponiéndole al Presidente del rebaño -no tan- sagrado de Los Pinos, una política de aislamiento y contención hacia cualquiera que no jugara con ellos.

Y alentaron el juego sucio entre Bucareli y Taltelolco, creando un incestuoso trabuco con el ITAM, sacándole tarjeta roja a cualquier disidencia, desde Aristegui hasta Ferriz de Con.

En 2016 el delantero Osorio Chong traicionó y descalificó al DT tricolor Beltrones, operando a favor de la oposición en los cinco partidos de la media liga. Se perdieron los partidos en Quintana Roo, Veracruz, Tamaulipas, Chihuahua y Durango.

La delantera presidencial se cerró todavía más. Y la estrategia se definía, no en el campo de futbol, sino en los greens del golf o en el Hoyo 19, con Gamboa, Miranda y Del Mazo.

Desde los Rayos de la CFE ficharon a Ochoa Reza como Director Técnico tricolor, sacando adelante los partidos cruciales del Estado de México, Coahuila, la Asamblea para cambiar estatutos y la candidatura no-priista de Meade.

Pero apenas se habilitó a Meade como delantero de la boleta presidencial, y la dupla Videgaray- Nuño mandó de facto a la banca al DT Ochoa. Y se adueñaron de un partido que sentían ganado, por el solo hecho de vestir los colores no-priistas del ITAM.

Se trajeron de la selección azul al delantero Javier Lozano, un ariete de golpe y juego rudo. Y de la selección amarilla al defensa Silvano Aureoles. Pero la tabla de posiciones no se movió.

Incluso para darle nuevos bríos importaron de la Selección Presidencial a porristas mediáticas como Alejandra Lagunes y Alejandra de la Sota. Pero la venta de boletos en el Nou Camp Priista tampoco repuntó.

Videgaray buscó fichar para la causa a seleccionados extranjeros, como Jared Kushner, quien juega en la delantera familiar del Casa Blanca Trump Team. Pero ni así lograron la tarjeta roja del lavado de dinero contra el delantero albiazul Ricardo Anaya.

La intención de la dupla Videgaray-Nuño era forzar a una final entre dos selecciones.  La “Peligro para México”, con su crack López Obrador, y la “Vamos por lo Mismo”, con su estrella Meade.

Por eso la urgencia de endosarle al DT Ochoa el fracaso. Para buscar que René Juárez, de las fuerzas básicas de Gamboa y Osorio Chong, re-fiche a las viejas glorias de la Selección Tricolor, que ya hacían fila para el repechaje con Morena o con el Frente.

Pero la interrogante de fondo es si el solo cambio del Director Técnico será suficiente para remontar. O hará falta un radical cambio de estrategia, un contragolpe maestro antes del segundo debate.

Y harán lo que crean necesario para levantar de sus asientos a la hinchada tricolor, a la que ya se le dibuja hoy en su rostro empresarial, la pesada sombra de la descalificación.

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