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El presidente tendría que estar evaluando ya el cese de su epidemiólgo Hugo López-Gatell. Lo que sucedió ayer miércoles lo amerita.

Por Ramón Alberto Garza

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El presidente Andrés Manuel López Obrador tendría que estar evaluando ya el cese de su epidemiólgo Hugo López-Gatell.

Lo que sucedió ayer miércoles lo amerita. Por la mañana dio luz verde para que el próximo lunes se iniciara la preparación y reinicio de actividades en empresas como la automotriz, minería y construcción.

Algunas de esas actividades son estratégicas cadenas de valor ligadas a empresas norteamericanas, que demandan desde a próxima semana los insumos y la maquila mexicana para operar regularmente.

Pero en su conferencia de la tarde, López-Gatell rectificó. Se echó para atrás. Y aplazó de golpe esa estratégica apertura del 18 de mayo hasta el primero de junio. Dos semanas más.

¿Qué significa preparar y qué operar? ¿Qué seriedad es esa? ¿A qué estamos jugando?

Lo malo es que el epidemiólogo se llevó de encuentro la seriedad del gobierno de la Cuarta Transformación y sobre todo la palabra del presidente López Obrador.

Porque el mandatario anunció desde el lunes pasado que ayer miércoles se detallaría el proyecto hacia la nueva normalidad, en el que se presentarían las distintas etapas de la vuelta pausada y programada de las actividades.

Y cumpliendo su promesa, el inquilino de Palacio Nacional se apersonó ayer en La Mañanera acompañado por el secretario de Salud, Jorge Alcocer, la secretaria de Economía, Graciela Márquez y la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde.

El presidente López Obrador anunció el llamado semáforo para la nueva normalidad, en el que se daba a conocer que la primera fase de retorno paulatino a la actividad sería el próximo lunes 18 de mayo, con empresas como automotriz, minería y construcción.

Con todo detalle el secretario de Salud y las secretarias de Economía y Trabajo explicaron las distintas fases de la nueva normalidad. El epidemiólogo estaba ahí, tomó la palabra, pero ni aclaró ni modificó fecha alguna.

¿Qué sucedió desde las 8 de la mañana en qué terminó la mañanera y las siete de la tarde en la que se dio el nuevo reporte de la pandemia en México? Nadie lo sabe.

Solo se conoce que el ejemplar del Diario Oficial de ayer, que daba cuenta de las fechas originales fue retirado del sitio de internet para poner las nuevas fechas.

La sorpresa fue que López-Gatell apareció aclarando que sería el primero de junio -y no el 18 de mayo- cuando esas industrias estratégicas reiniciarían actividades.

Quizás alguien en el Gabinete encendió los focos rojos de la premura, considerando que con las 353 muertes reportadas el martes México se instalaba como el tercer país del mundo con más defunciones en un solo día.

Nuestro país solo superado el martes por Estados Unidos con 818 muertes y por el Reino Unido con 494. Ese día incluso registramos por encima de Brasil, con 231 defunciones.

Pero lo que se evidenció ayer con una orden dada en la mañana y la sorpresiva rectificación de la tarde fue la falta de una estrategia coherente para administrar la crisis.

¿Imaginan lo que faltar a lo acordado significará para las corporaciones norteamericanas a las que ya se les había dado la palabra de que la semana próxima sus proveedores mexicanos iniciaban operaciones?

Solo en maquiladoras relacionadas con el Pentágono, en México operan 111 empresas que surten todo tipo de equipos especializados, sin los cuales esas empresas norteamericanas no pueden regularizar sus operaciones, aunque ya estén reabiertas.

El desconcierto creado por el cambio de fechas podría poner en peligro no solo la viabilidad de muchas maquiladoras incapaces de cumplir sus compromisos, sino que se pondrían en riesgo los acuerdos pactados en el Tratado México-Estados Unidos-Canadá.

Pero al final del día de poco sirve discutir esas fechas o el plan ni el semáforo.

El presidente López Obrador dijo ayer mismo que si un gobernador trae su plan por su cuenta no existirá controversia. Nada de pleitos. No vamos a apostar a la separación. ¿Entonces? Que cada quien asuma sus contagiados y sus muertos.

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