28 de enero 2025
¡Que alguien me explique!
¡Qué le defienden a Rubén Rocha!
La presidenta Claudia Sheinbaum está en una encrucijada que, de momento, es más dramática y de mayor impacto político y personal que las deportaciones de migrantes desde el gobierno de Donald Trump: defender a ultranza al “narcogobernador” morenista de Sinaloa, Rubén Rocha
Por Ramón Alberto Garza
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La presidenta Claudia Sheinbaum está en una encrucijada que, de momento, es más dramática y de mayor impacto político y personal que las deportaciones de migrantes desde el gobierno de Donald Trump.
Se trata de ese inentendible capricho presidencial de querer defender a ultranza desde Palacio Nacional -¿o debemos decir desde Palenque?- al morenista Rubén Rocha, el gobernador que tiene el Sello de la Bestia en lo que se refiere a sus complicidades tan evidentes con el narcotráfico y que lo tienen instalado como el abierto protector de los cárteles más poderosos, enclavados en Sinaloa.
Las evidencias se apilan por días. Desde su campaña a la gubernatura que se vio inundada de cientos de millones de dinero sucio, desde el huachicol fiscal generado por el cártel energético del asesinado Sergio Carmona, con la bendición no sólo del entonces delegado morenista, Américo Villarreal, sino la complicidad del entonces presidente nacional de Morena, Mario Delgado, hoy secretario de Educación del nuevo gobierno cuatroteísta. No se olvide de esos nombres cuando venga la declaración de que los cárteles son organizaciones terroristas. Rocha, Américo, los “viudos” de Carmona, Delgado y media docena de líderes morenistas más serán sentados en el banquillo. En Estados Unidos, no aquí.
Las evidencias en video son muy claras y contundentes. Líderes de Morena ya declararon, bajo juramento y negociaciones de protección, haber sido testigos de cómo el narcotráfico de “Los Mayos” y “Los Chapos” instalaron a Rubén Rocha en la posición de poder que le brinda toda la impunidad.
Y más allá del asesinato de Sergio Carmona en San Pedro Garza García, el ascenso y la defensa de Rubén Rocha pasa por otros evidentes crímenes y cómplices, como el de su archirrival, el diputado Héctor Melesio Cuén y la manipulación descarada de su asesinato, al igual que el uso de aeronaves propiedad de empresarios sinaloenses de la carne, compadres de “El Mayo”, que se prestaron a simular bitácoras para cuidar los sucios intereses del clan Sinaloa. No es la primera vez.
Y a partir de la extradición de Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo” y la entrega de Ismael “El Mayo” Zambada, el territorio culichi se volvió tierra sin ley, una zona de guerra civil en disputa por los herederos de El Chapo y los de El Mayo. Más de 700 asesinatos en casi seis meses dan fe de que la entidad dizque gobernada por Rubén Rocha está fuera de control y bajo la lupa de todas las organizaciones de inteligencia norteamericanas. Rubén Rocha está al frente de los políticos protectores del narco poderoso que domina grandes extensiones del territorio mexicano.
La crisis alcanzó su clímax con el asesinato de una familia inocente -el padre y sus dos hijos menores- lo que obligó a los sinaloenses a buscar poner un alto a la inseguridad y salieron en millares a las calles de Culiacán para exigir la renuncia de quien, con sobrados méritos, tiene el mote de “narcogobernador”.
Pero, al igual que en los funestos días de Andrés Manuel López Obrador, cuando lo defendía a ultranza ante lo que era evidente, la presidenta Claudia Sheinbaum dice a voz en cuello que ella ni pone ni quita gobernadores.
Por supuesto que ella no pone ni quita gobernadores, pero el gobierno federal que ella preside sí tiene la obligación de someter a todos aquellos secretarios, mandatarios y alcaldes, que crucen la frontera para hacer acuerdos con el narcotráfico. Antes de sus declaraciones a la defensiva, la presidenta Claudia Sheinbaum debe tener en cuenta que, el crimen organizado y el narcotráfico, son delitos federales. Sacarle la vuelta es ser cómplice. Y entre los apoyos que López Obrador y ella le vienen dando, sin condiciones, al narcogobernador Rocha, las complicidades morenistas no sólo se asoman, sino que se consolidan. Y en el nuevo gobierno del presidente Trump esto ya es una mega alerta roja que, en cualquier momento, puede estallar.
El problema de fondo es que, tanto el presidente que dice que ya se fue y la presidenta que dice que gobierna a México, están amenazados por todos aquellos que tejieron el entramado criminal para instalar como gobernadores a personajes impresentables como Rubén Rocha, en Sinaloa, y Américo Villarreal, en Tamaulipas. La amenaza es simple: nos retiran el poder y daremos santo y seña de los acuerdos con los que nos instalamos al servicio de los grandes y míticos capos. Y no hay que olvidar que todos aquellos que cooperaron con esas entronizaciones, también califican para recibir el calificativo de protectores de organizaciones terroristas. ¿O creen que la cuestionada posición de Mario Delgado como el “zar de la Educación” es gratis?
Si la presidenta Claudia Sheinbaum apoyó en campaña y en su primer año a Rubén Rocha -por exigencias de su antecesor que la llevaba a levantarle la mano al candidato, primero y al narcogobernador después-, ya es tiempo de pintar su raya. Atar su futuro político -que todavía podría ser mucho- a defender lo indefendible, puede tener en el contexto de la Era Trump un costo que todavía no dimensiona la inquilina de Palacio Nacional. Y si todavía lo duda, que se siente a solas con su secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, y con su élite de inteligencia. Ellos sí tienen los datos necesarios para decir de qué tamaño es el drama que está por venir. En el caso de Sinaloa y del narcogobernador Rubén Rocha, el resbalón es tan inminente como estar parado en una pastilla de fentanilo.
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