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Presidente en riesgo

Hoy el presidente López Obrador amanece en Guanajuato, el estado más violento de México. La sede del desencuentro sangriento de los cárteles Jalisco Nueva Generación y el huachicolero Santa Rosa de Lima. La tierra de la disputa entre El Mencho y El Marro.

Por Ramón Alberto Garza

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El presidente Andrés Manuel López Obrador inicia hoy lo que podría llamarse la gira por los territorios del Cártel Jalisco Nueva Generación.

El mandatario estará en los próximos días en Guanajuato, Jalisco y Colima, los tres enclaves más poderosos y violentos dentro del cártel que comanda Nemesio Oseguera, alias El Mencho.

Sin duda que el inquilino de Palacio Nacional tendrá como siempre la explicación a flor de piel para justificar una gira con tanto riesgo, que se duplica por la contingencia sanitaria que no lo exime del contagio. “La gente nos necesita”, dice el presidente.

Pero lanzarse así, a los tres territorios más importantes del cártel que le acaba de mandar un mensaje con el atentado contra el jefe de la policía de la Ciudad de México, Omar García Harfush, es insensato.

Máxime que el presidente López Obrador va por tierra, en una Suburban, y con la escolta mínima, a los dominios de quienes creen que su gobierno los está combatiendo por apoyar al Cártel de Sinaloa.

Acudir en estos momentos a esas entidades luce como un riesgo innecesario, muy elevado, para un jefe de Estado que debe de cuidar su investidura por el bien de todos los mexicanos.

Hoy el presidente López Obrador amanece en Guanajuato, el estado más violento de México. La sede del desencuentro sangriento de los cárteles Jalisco Nueva Generación y el huachicolero Santa Rosa de Lima. La tierra de la disputa entre El Mencho y El Marro.

Este último, quien además amenazó con incendiarlo todo y poner “a peso las cosas” en Guanajuato, tras la detención de su madre a manos de la Sedena.

En lo que va de este año, la tierra gobernada por el panista Diego Sinhué Rodríguez ya registra más de mil 700 homicidios, casi 10 diarios, los siete días de la semana.

El presidente irá después a Jalisco, la cuna del Cártel Jalisco Nueva Generación, gobernada por el emecista Enrique Alfaro.

Jalisco vive una ola de descubrimientos de fosas clandestinas en las que tienen registrados más de 400 cuerpos en los primeros 18 meses de este sexenio. Y en lo que va del 2020, los homicidios ya superan los 900.

La gira presidencial cerrará en Colima que, junto con Nayarit, se identifican como los enclaves del lavado de dinero del poderoso cartel.

Es el dominio del gobernador priista José Ignacio Peralta, en cuya entidad los feminicidios registran en lo que va del 2020 un incremento del 700 por ciento respecto al mismo período del 2019.

El panorama de esta peligrosa gira se enrarece, porque el presidente López Obrador la hace precisamente en la semana en que su Secretario de Seguridad está inactivo, por los primeros días libres que se le dan desde que arrancó el sexenio.

No hay sorpresas. Alfonso Durazo lo anunció el fin de semana en su twitter: “Agradezco la autorización del presidente @lopezobrador para ausentarme esta semana de actividades oficiales. Me mantendré conectado y pendiente como siempre”.

¿No podría el presidente López Obrador, quien autorizó la justificada ausencia de Durazo, esperar una semana para acompañarse en tan peligrosos territorios por su jefe de seguridad nacional?

¿Irán con el presidente el general Luis Crescencio Sandoval y el Almirante José Rafael Ojeda?

Y si así es, ¿existe la necesidad de exponer en tierras tan calientes, plagadas de capos y sicarios, a los tres jefes de las Fuerzas Armadas, como lo son el Presidente, el Secretario de la Defensa y el Secretario de Marina?

Sobran los analistas, nacionales y extranjeros, que piensan que el presidente López Obrador está jugando con fuego.

No se le regatea al mandatario el legítimo interés por estar cerca de quienes están sufriendo por la inseguridad. Pero más se le agradecería al inquilino de Palacio Nacional el desplegar mejores estrategias para mitigar la violencia, que marca cifras récord en lo que va de su sexenio.

Por supuesto que son herencias de las incompetencias y complicidades de gobiernos pasados. Pero esas fallas no se van a resolver con una gira, penetrando en la boca del lobo, poniendo en riesgo la vida de quien hoy detenta la banda presidencial.

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