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¡Que alguien me explique!

Presidente en llamas

Bien haría el presidente López Obrador en voltear a ver al vecino del Norte. Porque si las similitudes sanitarias y económicas, con sus tintes politicos, lucen tan similares, tenemos a la vuelta de la esquina el encontronazo social.

Por Ramón Alberto Garza

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“Con la nación en el precipicio, devastada por la pandemia, golpeada por el colapso económico, dividida por las cuarentenas y el uso de los cubre bocas, el primer instinto del presidente es salir a buscar alguien con quien pelear.

“Mientras otros presidentes buscan enfriar la situación en momentos en los que abunda la hoja seca, el presidente juega con cerrillos.

“Le ruge a cualquier provocación, alentando desobediencia de los ciudadanos contra las medidas públicas de salud proclamadas por su propio gobierno, lanzando falsos cargos contra sus críticos, acusando a sus predecesores de crímenes no especificados, amenazando con quebrar a las redes sociales que le molestan.

“Al presidente ya le llaman la fuente de la división.

“Los días de la discrodia están exhibierndo el liderazgo presidencial a la vista de todos. Desde el inicio de su ascenso al poder, el presidente se ha presentaodo a sí mismo como alguien que busca el conflicto, no la conciliación, como un peleador, no como un pacificador.

“El apela a una porción sustancial del publico que ve en él a un presidente con la voluntad de atrincherarse y confrontar al establishment.

“El presidente parece fuera de contacto y separado de la difícil realidad que como nunca antes el país está viviendo.

“En los momentos en que la nación demanda desesperadamente sanarse, el presidente está enfrascado en pequeñas luchas personales con quienes él cree que son sus adversarios.

“En los momentos en que la nación confronta la pandemia del coronavirus y al mismo tiempo la mayor catástrofe económica desde la Gran Depresión, lo que sea que unió la solución para buscar una salida a esas crisis, se evaporó en un choque cultural.

“Y el presidente ha hecho todo para convertir esas crisis en una disputa partidista, en lugar de una fuente de consenso, desde cuándo y cómo reabrir la economía, hasta cuando usar o no un cubre bocas en público.

“Lejos de buscar los acuerdos para restaurar de la mejor y mas segura manera la rutina diaria, amenaza a los gobernadores …

“La crisis de liderazgo demanda hoy mucho mas de la casa presidencial que amenazas irresponsables a las redes sociales…

“Pero la mayoría de los defensores del presidente rechazan la idea de que haya manejado mal la crisis, bajo el argumento de que esas son tesis de la Oposición y los medios de comunicación”.

¿Suena familiar? Pues estos son fragmentos del análisis publicado el pasado primero de junio por Peter Baker en The New York Times bajo el título “En los días de la discordia, el presidente aviva las llamas”.

Se refiere por supuesto al presidente Donald Trump y a su estilo muy cuestionable de manejar la emergencia del Coronavirus y la crisis derivada de la parálisis económica.

Pero vuelvan a releer cada párrafo y verán que esa realidad norteamericana no es distinta a la que vivimo en México. El nombre de Trump puede reemplazarse por el de Andrés Manuel López Obrador y las citas son igualmente válidas. Con una diferencia.

A la crisis del Cronavirus y a sus desastrosas secuelas económicas, en Estados Unidos ya se sumaron los distrubios sociales por la muerte de George Floyd, en una ola de indignación que sacó de su enclaustramiento a cientos de miles de norteamericanos.

El coctel de crisis sanitaria, económica y social vuelva a ser confrontada por el presidente Trump con fuego. Censurando a los gobernadores y lanzando a las calles a la Guardia Nacional. El estado es de emergencia y las llamas ya alcanzaron las afueras de la Casa Blanca.

Bien haría el presidente López Obrador en voltear a ver al vecino del Norte. Porque si las similitudes sanitarias y económicas, con sus tintes politicos, lucen tan similares, tenemos a la vuelta de la esquina el encontronazo social.

Y en México no será racial, pero si será sin duda un sacudimiento que expulse a las calles a millones de mexicanos sin empleo y con hambre, descubriéndose como los nuevos desposeídos.

Vale entonces preguntar ¿buscamos enfriar el enrarecido clima político o insistimos en atizar con la confrontación el fuego de una hoguera que apenas se está avivando?

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