Precampañas excesivas

Sorprende el silencio que guarda el Instituto Nacional Electoral (INE) sobre el rumbo que tomaron las llamadas “precampañas”.

A pesar de que de todas las latitudes, de todas las corrientes políticas, existe un lamento o una denuncia sobre el quiebre de las reglas establecidas, el árbitro no marca el fuera de lugar, ni saca tarjeta amarilla o roja.

No es un asunto de un partido. Va por igual para todos.

Fueron midiéndole el agua a la apatía del INE y digan lo que digan, estas llamadas “precampañas” son ya en sí campañas a su máxima velocidad.

Dígalo si no el hecho de que todos los llamados precandidatos acuden ante distintos actos públicos diariamente, cada día en una nueva ciudad, en un nuevo estado. Casi como si vivieran ya el frenesí de un cierre en los días previos a la elección.

Ya los principales candidatos presentaron sus proyectos de nación, sus propuestas económicas, de seguridad, de energía, de educación. ¿Algo que respire aire fresco para cuando vengan las verdaderas campañas?

Pareciera que una mano invisible, con la complicidad del INE, está dejando correr todos estos excesos de “precampaña” para que el hartazgo político entre los ciudadanos se haga presente aún antes de que arranque “oficialmente” las campañas.

Los spots en televisión y radio rayan ya en lo excesivo, lo repetitivo. ¡Y no hemos comenzado!. Vemos que el spot de un candidato se repite inmediatamente después de que se da el de algún rival, pero no con distintas imágenes. Son las mismas. Una y otra vez.

¿Existe alguna intención perversa detrás de esa intoxicación mediática que inunda de indignación a los ciudadanos, que ven cómo los recursos públicos se dilapidan con tanta anticipación a la contienda final?

La pegajosa canción del Movimiento Naranja está a punto de igualarle la popularidad a Despacito, de Luis Fonsi. El anuncio navideño de Meade se prolongó dos semanas después del Año Nuevo.

Anaya ya se cansó de tocar instrumentos y prometer que él si va a encarcelar a los priistas corruptos y López Obrador de exhortar que nos independicemos de la Mafia del Poder.

Por supuesto que existen originales ocurrencias, pero esas se viralizan a través de las redes sociales. Desde López Obrador cantándole Las Mañanitas a su esposa Beatriz, hasta el desfile político-musical de Anaya y su palomazos con batería o guitarra.

Y las noticias mas comentadas no son las propuestas, sino quién fue el último que se cambió de un partido a otro.

Que Javier Lozano dejó el PRI y se va de vocero al PRI.

Que Luis Donaldo Colosio hijo ya se pintó de naranja.

Que Tatiana Clouthier despacha ya como jefa de campaña de López Obrador. Que Gaby Cuevas dejó de ser avatar azul para broncearse de Morena.

Lo que hoy irrita apenas contabiliza cuatro semanas de precampañas. Nos faltan las 16 semanas de campañas oficiales en las que se intensificará lo que ya hoy aborrecemos. Los choques entre candidatos, más y más spots y la inundación de espectaculares y propaganda en las calles.

Pero no se preocupen. Dos semanas antes de las elecciones vendrá el distractor perfecto para esquivar el intoxicante cierre político: el Mundial de Futbol en Rusia 2018.

¿Sería mucho pedir que nos dejaran libres de spots políticos los mas de 40 partidos que antecedan a la elección?

Aquí no podemos decir que el INE tiene la última palabra, porque hasta ahora solo ha demostrado que es
cómplice silencioso. Sin palabra. ¿Alguien ve al árbitro?