¿Cuánto falta para la elección?

2 de mayo 2024

10 de marzo 2021

Política

Por qué AMLO no es de izquierda

Hay algo que la prensa extranjera no entiende de Andrés Manuel López Obrador. The New York Times, The Guardian, The Financial Times e incluso la revista marxista Jacobin cometen el mismo error. El presidente de México no es “de izquierda”

Por Rodrigo Carbajal

COMPARTE ESTA HISTORIA

La reacción de las 4T a las protestas puso una pregunta sobre la mesa. ¿Este es el momento de reconocer que este no es un gobierno de izquierda?

Hay cuatro razones muy puntuales para argumentar que efectivamente no lo es, cuatro razones que tocan en lo más profundo y esencial de su proyecto político.

Número uno, ataca sistemáticamente a las feministas.

Número dos, está militarizando prácticamente todos los aspectos de la vida pública del país, empezando por la Seguridad Pública y los servicios de inteligencia civil.

Número tres, su política energética favorece los monopolios estatales de CFE y de Pemex, relega a segundo plano las energías limpias y apuesta por el combustóleo. La agenda ambientalista está censurada en la 4T.

Y número cuatro, su programa de austeridad lo acerca más a la rigidez fiscal de Margaret Thatcher, que a la política económica del siglo XXI de la administración de Joe Biden. “Yo tengo otros años”, ha reiterado AMLO en muchas ocasiones.

Quienes piensen que López Obrador está acercando a México al socialismo no podrían estar más equivocados, al contrario, su gobierno está ‘rebasando por la derecha’. Una cosa es la forma y otra cosa el fondo.

El presidente sí está rodeado de radicales o de antiguos miembros de la izquierda comunista. Código Magenta ha documentado la amplia influencia de Máximo Modonesi, un socialista italiano, doctor en estudios latinoamericanos por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM sobre el círculo rojo de López Obrador.

Sin embargo, esto difícilmente se ha traducido en un proyecto similar al de la izquierda latinoamericana o a la izquierda europea de los años 60 y 80.

López Obrador ha respondido a otros incentivos, al hecho de que el movimiento feminista se ha convertido en una oposición más firme que la de cualquier partido político.

A la reunión que sostuvo con el General Cienfuegos, en octubre de 2018, y que cambió completamente su discurso sobre la relación del poder civil con el poder militar.

A la influencia Manuel Bartlett en la política energética de la 4T y a una idea anacrónica de política económica que considera un menor gasto público como una utilidad social.

Entre los países de la OCDE, México fue el que menos dinero distribuyó como porcentaje del PIB en transferencias fiscales a ciudadanos y apoyo a negocios durante la pandemia del Covid-19.

El debate no está en si Andrés Manuel López Obrador es un presidente de izquierda o de derecha, eso ya quedó debidamente asentado.

El debate está en qué tipo de populismo es el de la 4T, el populismo que describe la economista de la Universidad de Harvard, Dani Rodrik, que hace contrapeso a las élites a través de políticas sociales eficientes y democratizadoras.

O el populismo que amenaza la existencia misma de la democracia liberal a través de la concentración de poder y la destrucción de instituciones.

Publicidad
Publicidad
Publicidad