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¡Que alguien me explique!

Perdió el IMSS, ganó el Colmex

La nada sorpresiva renuncia de Germán Martínez a la dirección general del IMSS tiene clara dedicatoria para el Secretario de Hacienda, Carlos Urzúa

Por Ramón Alberto Garza

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La renuncia de Germán Martínez a la dirección del Instituto Mexicano del Seguro Social solo vino a ponerle el cascabel al gato en el gobierno de la Cuarta Transformación.

Sin máscaras ni maquillaje, su carta de renuncia al Consejo Tripartita deja en claro que él no estaba dispuesto a continuar solapando las aberraciones presupuestales ordenadas desde la Secretaría de Hacienda.

Lo que se asoma con contundencia es que Germán Martínez deja tan estratégica y codiciada posición porque no quiere ser cómplice silencioso, florero de mesa, de una visión estrictamente financiera y no humana en los servicios de salud.

Se buscan recortes presupuestales a cualquier precio, incluso dejando de comprar medicamentos, bajo el supuesto de que todo es corrupción.

Y frente a esa política de que todo lo que viene de antes está podrido, viene la parálisis, no se avanza en nada.

La queja no es solo en el Seguro Social. El drama se vive en todas las secretarías o dependencias del gobierno federal donde los lamentos por la parálisis, los sueldos no pagados y los proveedores no liquidados encaran la pesadilla.

Y lo que era un secreto a voces emerge como un grito desesperado con la nada sorpresiva renuncia de Germán Martínez. Porque esa dimisión  tiene dedicatoria clara a dos personajes de la Cuarta Transformación.

Uno es el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, el funcionario que desde su desbordado carácter quiere controlar al Gabinete con el poder de su firma en la chequera nacional.

Pero dos, sobre todo, a Raquel Buenrostro, la Oficial Mayor de Hacienda que incluso pasa por encima de su jefe, el Secretario, porque dice que ella recibe órdenes directas del despacho presidencial, para imponer, sin medir consecuencias, la banda gástrica de una austeridad extrema.

Si en el sexenio anterior el Clan del ITAM, con Luis Videgaray al frente, fue el freno pernicioso al arranque del sexenio, ahora aparece el Clan Colmex -el del Colegio de México- que con Urzúa y Buenrostro en proa y popa, lo quiere todo.

Y bajo esa política de cerrazón presupuestal, o como dice el mismo Germán Martínez en su carta de renuncia, de un neoliberalismo a ultranza donde solo cuentan los pesos y centavos pero no la salud de la gente, todas las oficialías mayores operan bajo las reglas del Clan Colmex.

Ningún oficial mayor o director administrativo firma nada si antes no lo ve Raquel Buenrostro. Y lo que la Oficial Mayor usa para justificar el severo apretón es que tiene la orden, no de su jefe Urzúa, sino del presidente López Obrador. Falso.

Si Germán Martínez renunció fue porque frente al desabasto de medicamentos gestado en el sospechosismo de todos contra todos, se está en la antesala de una negligencia criminal con enfermos de cáncer y del virus HIV.

El hasta ayer director del Seguro Social no iba a esperar a que se diera la primera muerte por falta de medicamentos para enfrentar una acusación por homicidio imprudencial, que en un descuido jurídico podría escalar hasta el mismo presidente de la República.

Ojalá que el inquilino del Palacio Nacional tenga la prudencia para evaluar con tranquilidad, sin pasiones, el mensaje de la renuncia de Germán Martínez y se ajusten rumbos y actitudes.

Y que también el círculo cercano al presidente López Obrador sea más honesto al contarle lo que de verdad está sucediendo con el no gasto nacional.

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