¿Cuánto falta para la elección?

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13 de marzo 2018

¡Que alguien me explique!

¿Quien parió al tigre?

Andrés Manuel López Obrador aseguró que si le hacen perdediza la elección, él ya no protestará, pero si existe descontento tampoco amarrará al tigre

Por Ramón Alberto Garza

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Un nuevo y controvertido debate merodea en la campaña presidencial del puntero en las encuestas, Andrés Manuel López Obrador.

Dicen que el candidato de Morena escandalizó a los banqueros de México reunidos la semana pasada en su convención en Acapulco.

Les dijo que si pierde o le hacen perdediza la elección, él ya no protestaría. Se irá a retirar a Palenque, a su finca conocida como La Chingada. Pero que si existía descontento por el resultado, a ver quién amarraba al tigre que se iba a soltar.

El mensaje de López Obrador fue de inmediato prefigurado como una amenaza por quienes no lo ven con buenos ojos. Como un pretexto más para confirmar que el tabasqueño es “un peligro para México”.

Ahora resulta que si por cualquier razón emerge el descontento electoral, el obligado a apaciguar a ese tigre es el candidato de Morena. Nadie más.

En lugar de cuestionarlo por advertir lo que es evidente, que el animal democrático está herido y que si lo provocan va a rugir, y en serio, la pregunta de fondo no es quien lo va a controlar. El quid a debatir es ¿quién parió al tigre?

El tigre que lleva por nombre “Descontento Social” viene gestándose a lo largo de décadas de someter a millones de mexicanos que viven en la ignorancia a los caprichos de unos cuantos, que se sienten los domadores de la Nación.

El tigre amenaza con soltarse porque tiene sexenios –priistas y panistas- esperando que se asomen a su jaula para que le avienten no un hueso, sino un poco de carne o de perdido pellejos. Pero la espera hasta ahora es en vano.

El tigre ruge, porque ve que sus impuestos se malogran en una escalada de corrupción e impunidad de los gobiernos, en todos los niveles, de todos los colores, sin que existan domador que someta a los criminales.

El tigre saca las garras para defenderse a sí mismo de la ola sangrienta en la que vivimos desde hace dos sexenios, como consecuencia de las disputas de un crimen organizado coludido con las altas esferas políticas de la Nación.

El tigre está inquieto porque siente que después de cada sexenio la jaula es más pequeña, con menos espacios  para sus cachorros, con toda la ventaja a favor de quienes se sienten sus domadores.

Sin ir muy lejos, los banqueros reunidos en Acapulco estaban de plácemes porque sus instituciones elevaron sus utilidades por encima del 28 por ciento anual. Y qué bueno. No existe otra Banca en el mundo con esas ganancias.

Pero deberíamos cuestionar a costa de que fueron esas utilidades. Algunas, sin duda, fueron por eficiencias. Pero la mayoría se generaron a costa de cobrarle al tigre más comisiones, desde los cajeros hasta los créditos.

Y las ganancias crecieron por las elevadas tasas de interés de alguna Banca que justifica esos excesos bajo el argumento de que es la única forma de cubrir el alto riesgo de  prestarle “a los pobres”.

Pregúntenle a Bancomer, CitiBanamex, Santander o HSBC –a la mayoritaria banca extranjera- cuántas de esas utilidades se quedaron para mejorar la jaula del tigre mexicano.  ¿Cuántas se fueron a remodelar sus asientos contables globales?

Por eso decimos que es injusto que le endosen a Andrés Manuel López Obrador el estado de ánimo del tigre. Vamos respondiéndonos primero quién carajos parió a ese tigre,  al que ahora todos le tienen tanto temor.

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