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¡Que alguien me explique!

Otra vez los mismos

Una polémica licitación en la Secretaría de Relaciones Exteriores podría convertirse en un problema innecesario para Marcelo Ebrard, cuyo eficiente trabajo lo instala como uno de los presidenciables en la sucesión de 2024.

Por Ramón Alberto Garza

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Marcelo Ebrard es sin duda el integrante del gabinete del gobierno de la Cuarta Transformación con la mejor imagen pública.

Al Canciller se le ve como un operador efectivo, cauto, ejecutivo, sin politiquerías de por medio, alejado de defender lo indefendible y enfocado a resultados. El éxito de la reciente visita presidencial a Washington lo avala.

Quizás por ello el presidente Andrés Manuel López Obrador ve en Ebrard al eficiente ajonjolí de todos sus moles, al bombero que puede apagar los no pocos incendios de un gobierno dividido entre técnicos y rudos. Marcelo tiene la confianza de ambos.

Y esa imagen lo tiene instalado hoy como uno de los dos personajes políticos con mayores posibilidades a aspirar a la candidatura presidencial de Morena en 2024. La otra es Claudia Sheinbaum.

Por ese prestigo que le antecede, el Secretario de Relaciones Exteriores tendría que ponerle doble atención a a la expedición de pasaportes, un asunto que ya en el pasado le costó a sus antecesores serios dolores de cabeza.

Acaba de concluir la licitación para el contrato en la fabricación de este documento fundamental y ya se asoma un resultado que podría dar mucho de qué hablar.

El epicentro del conflicto es que el presunto ganador de este contrato -que supera los 100 millones de dólares- es el consorcio español El Corte Inglés, en sociedad con la firma francesa Thales.

Se trata de la misma empresa española que en 2015 fue foco de un enorme escándalo en la Cancillería, cuando entonces también ganó la licitación.

Pero sucedió que a la hora de la implementación falló en dar los resultados prometidos, creando la llamada crisis de los pasaportes al finalizar el sexenio de Enrique Peña Nieto.

El conflicto fue de tal magnitud, que confrontó a José Antonio Meade, el Canciller bajo cuya gestión correspondió licitar entonces el contrato, con su sucesora Claudia Ruiz Massieu.

El meollo del diferendo radicó en que El Corte Inglés carecía de la experiencia en México para la expedición de ese documento y su sistema colapsó durante meses, contrastando con el servicio que se venía dando años antes sin problemas.

Pocos olvidan que en 2016 la expedición de pasaportes fue suspendida en numerosas delegaciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

El sistema colapsó y debieron llamar al consorcio tecnológico Softek para que ayudara a resolver el caos. Tal fue el drama, que la canciller Ruiz Massieu evaluó seriamente la cancelación del contrato a El Corte Inglés.

Los problemas técnicos y la imposibilidad de cumplir lo que decía el contrato eran motivo para revertir la multimillonaria asignación.

El escándalo fue tal, que alcanzó a la Cámara de Diputados, donde la legisladora panista Gabriela Cuevas demandó volver al operar con el sistema operativo anterior.

Pero como el potencial escándalo mancharía la gestión de su antecesor José Antonio Meade -en ese momento instalado como nuevo Secretario de Hacienda y ya mencionado como precandidato presidencial para el 2018- la canciller Ruiz Massieu acabó por ceder. Desde Los Pinos enfriaron el caso.

Tan delicado se tornó el Escándalo de los Pasaportes, que la Secretaría de Relaciones Exteriores acabó por solicitar que los detalles de aquella licitación que favoreció a El Corte Inglés, se guardaran bajo cinco llaves, a la sombra por 12 años, hasta el 2027. Era un asunto de “seguridad nacional” dijeron.

Pues cinco años después, la misma corporación española del escándalo del 2016 vuelve a ganar el mismo contrato bajo cuestionadas condiciones.

Si todavía no se aclara lo que sucedió entonces, ¿le va a refrendar el gobierno de la Cuarta Transformación esa confianza a quien antes falló tan dramáticamente al llamado “gobierno mas corrupto”?

Bien haría el Canciller Ebrard en ponerle doble lupa a esa delicada licitación.

Premiar a quien ya antes incumplió y puso en riesgo durante seis meses la expedición de tan delicado documento, obliga a no bajar la guardia.

La excelente imagen de Marcelo Ebrard -y sobre todo el prometedor horizonte de su futuro político- no deben de ser puestos en tela de duda.

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