[hurrytimer id="116852"]
21 de noviembre 2024

4 de septiembre 2024

¡Que alguien me explique!

Nerón y su lira Mañanera

Como un moderno Nerón que toca su lira mañanera, mientras el país arde entre llamas por los conflictos, las intentonas golpistas y esa urgencia de AMLO por prolongar su poder más allá de su mandato. Las últimas semanas del sexenio de la 4T están resultado una pesadilla

Por Ramón Alberto Garza

COMPARTE ESTA HISTORIA

Cuando en 2018, Andrés Manuel López Obrador fue declarado presidente electo, el mandatario en turno, Enrique Peña Nieto, le corrió la cortesía de una transición tersa.

El mexiquense literalmente bajó sus lanzas y le dio carta blanca al morenista para que como primer líder de izquierda pudiera alinear sus fuerzas a lo largo de tres meses, antes de cruzarse la banda presidencial en el pecho. Un gesto digno, al margen de que viniera aderezado con un acuerdo de no agresión entre Peña Nieto y López Obrador, y que se cumple hasta nuestros días. Ningún cabello engomado le fue tocado al último inquilino de Los Pinos.

Una actitud diametralmente opuesta a la que muestra el ahora presidente López Obrador con su sucesora Claudia Sheinbaum, de su mismo partido, a quien lejos de obsequiarle una transición tersa le está heredando un país convulsionado, dividido, confrontado. Hacia adentro y hacia afuera.

Como un moderno Nerón que toca su lira mañanera, mientras el país arde entre llamas por los conflictos, las intentonas golpistas y esa urgencia de López Obrador por prolongar su poder más allá de su mandato. Las últimas semanas del sexenio de la 4T están resultando una pesadilla.

Sin escrúpulo alguno, el inquilino de Palacio Nacional impone a los suyos en el gabinete. Desde el impresentable y muy señalado Mario Delgado, pasando por Rosa Icela Rodríguez en Gobernación; Ariadna Montiel en su repetición como Secretaria del Bienestar; hasta Raquel Buenrostro en la Secretaría  de la Función Pública.

Y todavía, el presidente López Obrador, está forcejeando para imponer como supositorio -en la jefatura de asesores de Claudia Sheinbaum-  a Jesús Ramírez, el director de Comunicación Presidencial y sembrador en jefe de los grandes odios nacionales. Esa herencia viene envenenada con la enorme lista de sus adversarios y enemigos.

Ni qué decir de los todavía no nombrados titulares de la Secretaría de la Defensa y de la Secretaría de Marina. El actual jefe militar, Luis Cresencio Sandoval busca imponer al suyo porque sabe que, entre tanta obra pública teñida opacamente de verde olivo, hay mucha tela de dónde cortar.

Pero lo del gabinete es lo de menos, cuando se abre la Caja de Pandora del Plan C, el de las reformas constitucionales operadas al vapor a partir de ayer, sin diálogo, de manera totalitaria, sin escuchar a algunas de las voces que piensan diferente.

Y cuando Claudia Sheinbaum, a través de Ricardo Monreal, buscaron enviar el mensaje de un proceso más lento, para dar espacio al necesario diálogo, el moderno Nerón los calló desde la Mañanera, empuñó su arpa y obligando a cambiar la tonada. Se hace lo que yo digo. Y se hará hasta la media noche del 30 de septiembre… y más allá, si es necesario.

Las diatribas diplomáticas del presidente López Obrador están creándole una herencia maldita a su sucesora, quien tendrá que responder en su momento a los litigios del comercio exterior con Estados Unidos y Canadá, cuando los arbitrajes del T-MEC obliguen a cancelar, lo mismo una reforma al Poder Judicial, que la importación de alimentos básicos, especialmente el maíz.

Sin duda, uno de los efectos más preocupantes para el presidente López Obrador es el de la entrega de Ismael “El Mayo” Zambada, con quien le unen largos silencios e inconfesables complicidades. Por eso se le ve enojado, nervioso, preocupado. Sabe que cuando canten “Los Cinco Tenores” -El Mayo, El Chapo, los dos Chapitos y García Luna- abundará el ruido en el tejado. Y cualquier cosa le puede suceder.

Digan lo que digan, López Obrador no está viendo ni por la Patria, ni por su sucesora Claudia Sheinbaum. El hombre que jura que en 26 días dejará el poder para irse a su finca de La Chingada, no dejará así de fácil la silla que le otorga poderes ilimitados. Máxime, cuando ahora tendrá dominancia total con la Mayoría Calificada y el control del Senado y de la Cámara de Diputados, su partido Morena incluido. Ninguno de los tres será de Claudia Sheinbaum, a menos que los reclame e imponga su condición de presidenta.

Lo que el hombre de Macuspana está heredando a su sucesora es una ausencia del Estado de Derecho, un Estado totalitario que no admite oposición y que, con la mano en la cintura, mudan las curules de la aplastante mayoría morenista a una facilidad deportiva en donde pueda consumarse el golpe a la democracia.

La obligó a un tour del adiós -no para celebrar su victoria como la primera mujer en llegar a la Presidencia- sino para dejar en claro que él es su dueño, que a él se debe y que hará lo necesario -hasta la ignominia- para que continúe haciéndose su voluntad. Como llevarla a levantarle la mano, en dos ocasiones, al delincuente gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha.

Pero los incendios del Nerón tabasqueño ni cesan, ni cesarán. Tiene cuatro semanas para sacudir todavía más con sus absurdas decisiones, para entregarle a Claudia Sheinbaum una nación más convulsa. Esa es la naturaleza autoritaria de Andrés Manuel López Obrador. Y del tamaño de sus caprichos, son sus miedos al séptimo año.

De ese mismo tamaño tendrá que ser la respuesta de Claudia Sheinbaum cuando cruce por su pecho la banda presidencial.

Sabremos, entonces, si la primera mujer en alcanzar la Presidencia en México tiene los arrestos para reclamar su independencia y operar en su legítimo territorio de poder, o si se suma, sumisa, al canto del emperador en decadencia, que continuará empuñando aquella lira mientras arde Roma.

Publicidad
Publicidad
Publicidad