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Política

Aterrizando en territorio Slim

¿El NAIM va a aterrizar en territorio Slim? Legalmente, la responsabilidad de pagar la deuda colocada del aeropuerto recae en el fideicomiso privado 80460, del cual Inbursa es el fideicomitente y Nacional Financiera el fiduciario. Sin embargo, hay una diferencia de opinión sobre quién va a terminar pagando el proyecto

Por Rodrigo Carbajal

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Si se le sigue la pista al dinero del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, inevitablemente llegaremos a Inbursa, la institución financiera controlada por la familia de Carlos Slim.

Andrés Manuel López Obrador abrió una posibilidad que parece venir gestándose desde hace mucho tiempo: concesionar la construcción del NAIM a un grupo de empresarios liderado por Carlos Slim.

Esta opción se está poniendo sobre la mesa antes de que se lleve a cabo la consulta sobre el nuevo aeropuerto. De hecho, Inbursa es parte central del esquema de financiamiento del NAIM desde hace mucho tiempo.

El terreno está planchado para que el hombre más rico de México asuma el control del proyecto. En términos legales, la entidad responsable de pagar las colocaciones de deuda que se han hecho para construir el nuevo aeropuerto es el Fideicomiso Privado 80460.

¿Y qué sabemos de este fideicomiso? Que es administrado por Nacional Financiera, que el beneficiario es el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México y que el fideicomitente, el agente encargado de aportar los bienes a este instrumento, es Inbursa.

Es decir, legalmente, una institución financiera controlada por la familia Slim es el benefactor de un fideicomiso que ha asumido el riesgo y la responsabilidad de una deuda que alcanza los casi 9 mil millones de dólares. Y todo sin recibir un beneficio a cambio.

¿Por qué lo decimos? Porque este fideicomiso le compró a Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México el derecho de cobro de la tarifa de uso del actual y el futuro aeropuerto.  El problema es que el contrato de esta cesión de derechos se hizo en términos tan desventajosos que es inverosímil que Inbursa se haya prestado a esta operación sin esperar un beneficio a cambio.

¿A qué nos referimos con desventajoso? A que esta cesión de derechos se pactó de tal manera que una vez que se hayan pagado los créditos contratados para la construcción del aeropuerto, el remanente de lo cobrado por el fideicomiso será regresado a GACM y que el derecho de cobro será devuelto a esta empresa.

Esto quiere decir que existen dos posibilidades: Una es que Carlos Slim firmó el peor negocio en toda su trayectoria empresarial. La otra es que el secreto fiduciario está ocultando un mecanismo de financiamiento inusual del nuevo aeropuerto.

De hecho, las calificadoras de deuda consideran que, en la realidad, los bonos colocados para la construcción del nuevo  aeropuerto son deuda pública que está respaldada por el gobierno federal.

Esto quiere decir que Fitch, S&P y Moody’s no están comprando la versión de que Inbursa será quien pague en última instancia.

Ni el gobierno federal, ni Carlos Slim, ni Nacional Financiera, ni el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México han podido explicar por qué se decidió utilizar a Inbursa como fideicomitente en un fideicomiso que es pieza central del esquema de financiamiento del nuevo aeropuerto.

Por el secreto fiduciario, tampoco sabemos qué bienes o activos se han aportado al fideicomiso privado 80460.

Hay razones de sobra para decir que cuando hablamos del NAIM, todos los caminos llevan a Slim.

Primero, Operadora CICSA, una empresa de la familia Slim, es parte del consorcio que ganó el concurso más importante de la construcción del nuevo aeropuerto. Es un contrato de 85 mil millones de pesos.

Segundo, el yerno de Carlos Slim, Fernando Romero, es junto con Norman Foster, el arquitecto encargado del diseño del proyecto.

Tercero, Grupo Carso y FCC, otras dos empresas controladas por Slim, tienen contratos asignados para la construcción de pistas y de la terminal del NAIM.

Cuarto, Afore Inbursa es uno de los mayores acreedores de la deuda contraída para construir el NAIM. Utilizando el dinero de pensionistas, esta Afore compró el 43 por ciento de los bonos de la Fibra E colocados por el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México. Esto quiere decir que el círculo de financiamiento del aeropuerto empieza y termina en instituciones financieras controladas por Slim.

Quinto, Carlos Slim rompió el protocolo del empresario multimillonario mexicano de bajo perfil y salió a defender el proyecto del NAIM convocando a una conferencia de prensa.

Sexto, Carlos Slim y Andrés Manuel López Obrador tienen una larga relación de cooperación. Cuando el ahora Presidente Electo fue jefe de gobierno de la Ciudad de México, Slim fue uno de los grandes contratistas de su administración. La renovación del Centro Histórico estuvo prácticamente a cargo del empresario mexicano.

López Obrador enfrenta una crisis con el asunto del NAIM y el Ingeniero Slim podría ser su solución política inmediata.
La idea original, planteada por el próximo secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, era que el NAIM sería autofinanciable. Ahora, López Obrador sabe que esto no es posible. Por eso, está buscando una salida. Sobre todo cuando Consulta Mitofsky hizo una encuesta que muestra que la mayoría de los mexicanos prefieren que se construya el aeropuerto de Texcoco.

Si alguien duda de que Slim quiere presentarse como el salvador de AMLO en este tema, que le siga la pista al dinero. Las condiciones están dadas para que el NAIM aterrice en territorio del hombre más rico de México.

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