21 de enero 2025
¡Que alguien me explique!
México, la piñata
Aquellos que todavía tenían una muy remota esperanza de que se pudieran arreglar por las buenas los diferendos con el nuevo gobierno de Donald Trump, se estrellaron en pared. En su toma de posesión quedó claro que México es la piñata
Por Ramón Alberto Garza
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Aquellos que todavía tenían una muy remota esperanza de que se pudieran arreglar por las buenas los diferendos con el nuevo gobierno de Donald Trump, se estrellaron en pared.
Su toma de posesión de ayer sólo vino a confirmar -pero multiplicado por diez- que los mexicanos seremos la piñata en el arranque de ese mantra bautizado como Make America Great Again, “Hagamos a Ámérica Grande Otra Vez”.
Pero antes de avanzar en el análisis sobre México en el discurso Trump, vale la pena detenernos en una frase que soltó espontáneamente el nuevo presidente norteamericano, en referencia a su atentado en Pensilvania, al decir que fue salvado por una razón: porque es el elegido de Dios.
Y apenas corrieron unos párrafos más que exaltaban su grandeza y lo increíble que será su nuevo gobierno, al primer país que el presidente Trump apaleó fue a México. Y anunció una inmediata declaración de emergencia sobre la frontera sur que incluía el freno absoluto a cualquier entrada de migrantes y el inicio, cuanto antes, del proceso masivo de deportaciones.
Pero lo que más sacudió -por inesperada en ese discurso- fue su declaratoria de que enviaría tropas a México y que designaría a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas. Eso no se veía venir en el discurso. No tan inmediato, no tan frontal.
Lo curioso es que México fue -por mucho- el epicentro del discurso inaugural. China apenas fue citada marginalmente y sólo la disputa por el Canal de Panamá fue el otro tema explícito. Lo va a rescatar.
Pero lo más impactante fue que, frente a las advertencias a México de que cerrará la frontera y de que irá con tropas por los cárteles, la respuesta de los asistentes -republicanos y demócratas- fue una sonora ovación de pie. Ya se imaginarán lo que ese gesto de aprobación masiva de la élite política, empresarial, militar y de inteligencia significa sobre las políticas hacia México. Le inyectaron esteroides al flamante presidente Trump para actuar con contundencia, cuanto antes.
La única buena noticia del discurso fue lo superficial con lo que trató el espinoso tema de los aranceles. Las apuestas son que ya reflexionó y que está afinando los detalles, porque no será tan fácil.
Pero, al final del día, lo que sorprende es la timorata reacción del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, que mantuvo silencio sobre lo anunciado. Y todavía lo que es peor, en su único comunicado a través de redes sociales, la mandataria mexicana dejó en claro que no entendió la magnitud del desafío lanzado en su discurso inaugural por el nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Y en dicho mensaje, la inquilina de Palacio Nacional felicitó al presidente Trump y dijo que, como vecinos y socios comerciales, el diálogo, el respeto y la cooperación siempre serán el símbolo de la relación entre ambos países.
¿Acaso la presidenta Claudia Sheinbaum no escuchó, en detalle, el discurso del presidente Trump? No existe diálogo, las medidas anunciadas son unilaterales. Tampoco existe respeto. Ni fue invitada a la toma de posesión y tampoco les toman el teléfono. ¿Y cuál cooperación?, si el anuncio del envío de tropas para acabar con los cárteles es claro: lo van a hacer solos, le guste o no al gobierno de la Cuarta Transformación.
El nuevo gobierno de Trump sabe que la tolerancia hacia los cárteles no es espontánea. Saben que viene de sus vinculaciones con políticos de muy alto nivel, o quizás, debemos decir, del más alto nivel. La cacería que se aproxima no sólo es de capos de la droga, sino de los capos políticos que protegieron y protegen todavía a esos capos. Incluyendo los huachicoleros partidos que los patrocinan.
Ante la muy pobre reacción de quienes dentro del gabinete mexicano tendrían que hacerle frente a este discurso, bien haría la presidenta Claudia Sheinbaum en hacer una reflexión profunda y un acto de humildad. Como, por ejemplo, pedir el consejo y el cabildeo de quienes alguna vez ya negociaron o de quienes son hoy, desde el sector privado, enlaces cercanos al presidente Donald Trump y a su familia.
Ahí están el ex secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, negociador del T-MEC; el ex secretario de Hacienda, Luis Videgaray; o los copresidentes de Televisa, Bernardo Gómez o Alfonso de Angoitia. Ellos, y otros más, podrían ser de enorme utilidad para tranquilizar el tono de lo que ya vimos sin cortapisas que se viene.
Lo que no se puede, ni se debe hacer es lo que les hizo ayer a los migrantes el canciller Juan Ramón de la Fuente, de hacer un simple llamado a no perder la calma. Que les diga eso a los que se quedaron a horas de ser recibidos para los trámites que ayer mismo fueron suspendidos por la cancelación del sistema CBP One. No tienen ni idea.
Por lo demás, llaman la atención que el presidente Trump sepulte la guerra contra el cambio climático, al anunciar que van a utilizar todo el petróleo y el gas que tienen para recuperar la vocación manufacturera en Estados Unidos.
Controversial la sentencia de que su gobierno sólo reconocerá dos géneros: hombres y mujeres. Vendrá el coletazo.
Y el toque de admiración lo dio Michelle Obama, quien fue la única ex primera dama que no asistió a la toma de posesión, como tampoco se hizo presente en el funeral del ex presidente Jimmy Carter.
¿Alguien tiene alguna duda de que lo que se avecina para México es el infierno con la nueva administración Trump? Los próximos sacudimientos serán por días, algunos por horas. Y lo único cierto es que el gobierno de la Cuarta Transformación no sólo no está listo. Después del discurso de ayer -y la ovación de pie del establishment norteamericano- quedó claro que México es la piñata.
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