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Comunidad

Medio siglo después los Legionarios reconocen pederastia

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Medio siglo les tomó a los Legionarios reconocer que Fernando Martínez es un sacerdote pederasta. Medio siglo tuvo que esperar Ana Lucía para que la escucharan.

Por Teresa Liaño

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Era 1991 cuando el sacerdote Fernando Martínez llegó a Cancún como director del colegio de Ana Lucía Salazar. El sacerdote venía de la Ciudad de México en donde ya había sido acusado de abusar sexualmente de una niña.

Fue cuando el padre Martínez notó a la pequeña Ana Lucía y comenzó a acercarse a ella: “te hacen sentir especial, te embaucan y tú eres una niña tan inocente que no estás dimensionando el daño”, dice la víctima en entrevista para Milenio Noticias.

Ana Lucía tenía 8 años cuando fue violada por el sacerdote Fernando.

En esos años ella y sus padres denunciaron el abuso… pero no pasó nada. La familia acudió ante las autoridades del instituto educativo, que a su vez alertaron a mandos superiores de la congregación. Ellos fueron quienes se trasladaron a Cancún a hablar con los padres de la víctima.

“Ellos mismos tienen una maquinaria, que opera de esa manera para protegerse, tú le avisas a un superior creyendo que te va a atender y no te atiende. Hablan con mi padre en una junta particular y le dicen: bueno es que deben de entender que el padre es hombre”, señala Ana Lucía.

Tras la denuncia los Legionarios trasladaron de nuevo al sacerdote Martínez. Esta vez a España, donde lo enviaron a trabajar en un seminario.

Más de 25 años después del abuso Ana Lucía volvió a denunciar al sacerdote… esta vez lo hizo públicamente a través de su cuenta de Facebook.

La presión hizo que Los Legionarios se comprometieran a hacer una investigación exhaustiva del caso. Fue llevada a cabo por la empresa ‘Praesidium’ que es una agencia estadounidense dedicada a la prevención y actuación contra abusos sexuales a menores.

Finalmente los Legionarios aceptaron sus culpas en esta carta.

Conclusiones Investigacion … by Aristegui Noticias on Scribd

Durante el tiempo que estuvo en Cancún, Fernando Martínez fue acusado de abusar de al menos seis niñas de entre 6 y 11 años. En la lista está Ana Lucía. Pero estas no fueron sus únicas agresiones, de hecho el mismo Martínez se declaró culpable de ‘haberse acercado indebidamente’ a una niña durante su estancia en la Ciudad de México.

Pero hay quienes piensan que las víctimas son mucho más de las que se mencionan en la carta, por ejemplo Alberto Athié, que es un activista involucrado en el caso de los Legionarios, calculó que podrían tratarse de 60 o hasta 100 niñas agredidas.

Los Legionarios admitieron que a pesar de las denuncias contra el sacerdote Martínez el cura continuó activo en centros educativos y religiosos, tanto en México como en Salamanca, España. Sobre las reubicaciones la carta dice: “fue un error gravísimo asignar a un sacerdote que había cometido abusos a un puesto de trabajo pastoral con niños y jóvenes en otro lugar”.

Otro de los puntos destacables de la carta es que los Legionarios “justifican” al sacerdote Fernando al mencionar que en 1954, él mismo fue víctima de abuso por parte de Marcial Maciel.

Y años después, cuando el sacerdote cometió sus propios delitos… Maciel lo encubrió y ordenó las reubicaciones. Si esto es verdad o no, no lo sabremos, porque Marcial Maciel murió en 2008.

Pero las víctimas piensan que responsabilizar de todos los males a Maciel, es quedarse cortos.

Ana Lucía dice que se trata de una complicidad estructural por parte de la institución entera. En entrevista con Aristegui Noticias menciona los nombres de algunos de los sacerdotes que sabían sobre los delitos del padre Fernando y aún así le recomendaron a sus papás que no denunciaran los hechos. Y su argumento para ocultar lo sucedido era que si hacían públicas las agresiones, meterían en problemas a la niña, a la víctima de 8 años.

Pero a todo esto, ¿cuál será el castigo para Fernando Martínez?

Por lo pronto mantendrá su condición de sacerdote aunque está en espera del proceso para retirarle los hábitos. Hasta ahora los únicos castigos son: no tener acceso a ministerio público, sólo puede vestir sotana dentro de edificios de la congregación y no poder entablar contacto con menores de edad.

No queda nada claro sobre si su caso será llevado a la justicia mexicana.

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