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Medina Mora, el último favor

Ya con la soga al cuello, el ministro Medina Mora acabó por hacer el favor a los padrinos del Bronco en su campaña presidencial.

Por Ramón Alberto Garza

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La mañana del jueves 3 de octubre algunos legisladores de Nuevo Léon acudieron a la Suprema Corte con Eduardo Medina Mora, el ministro ponente que tenía en sus manos la revisión del recurso interpuesta por Jaime “El Bronco” Rodríguez.

El interés de los legisladores era recordarle al ministro que la jurisprudencia dictaba que en asuntos electorales la última instancia era el Tribunal Federal Electoral.

Y que desde esa instancia electoral salió la orden para que el Congreso de Nuevo León impusiera un castigo ejemplar al gobernador, a quien se le probó que utilizó recursos públicos para su candidatura presidencial.

Los legisladores dicen que encontraron a un ministro a la defensiva, elusivo en sus respuestas, nervioso al igual que sus asistentes que escuchaban los alegatos con los que los diputados defendían el derecho y la autonomía del Congreso de Nuevo León para aplicarle el castigo a El Bronco.

Pesimistas, más bien desilusionados, salieron de la Corte los legisladores que no debieron esperar más de una hora para enterarse de que el ministro Medina Mora daba el golpe: le dio entrada al recurso presentado por el gobernador de Nuevo León.

Y cuando apenas levantaba el escándalo por lo que se presumía una protección desde muy arriba para El Bronco, vino la bomba política de alcance nacional: el ministro Medina Mora renunciaba a esa posición de privilegio en la que todavía tenía una vigencia de 11 años.

Los analistas y los medios en general acusaron que la causa grave –único motivo por el que un ministro puede renunciar a su cargo– era la filtración de una investigación sobre lavado de dinero.

En ella presuntamente se probaba que el ministro Medina Mora registraba en sus cuentas bancarias y las de su familia 102 millones de pesos de transferencias que no podía justificar. Sin duda una razón de enorme peso para tomar una decisión tan contundente.

Pero la pregunta que continúa sin respuesta era por qué el ministro Medina Mora aceptó la entrada del recurso de El Bronco, cuando sabía que ya se iba de la Corte.

Conforme pasan las horas y se descorren algunos de los misterios, una de las más graves acusaciones que pesan sobre quien fuera Procurador General de la República, director del CISEN y embajador de México en Estados Unidos, es la de emitir algunas sentencias favorables a ciertos grupos de poder, en particular al de Enrique Peña Nieto.

Si esa es una de las acusaciones graves, el darle entrada a la resolución para impedir el castigo contra el gobernador de Nuevo León, ese favor también cae en el ámbito del círculo peñista.

No hay que olvidar que El Bronco envió amenazas a cuatro poderosos políticos y dos grandes empresarios, exigiéndoles que lo defendieran o revelaría su padrinazgo en el complot político contra el candidato Andrés Manuel López Obrador.

Y más recientemente, el gobernador de Nuevo León se habría presentado ante el gobierno de la Cuarta Transformación para canjear testimonios y pruebas del presunto desvío de tres mil millones de pesos en el gobierno de Rodrigo Medina a la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto.

Lo que al final del día logró el ministro Medina Mora con el petardo de El Bronco, horas antes de emitir su renuncia, fue favorecer a aquellos que tienen pánico de que el gobernador de Nuevo León les cumpla su amenaza.

Y al darle entrada únicamente al recurso de El Bronco –pero no al de su secretario de Gobierno, Manuel González- el ministro Medina Mora dejó un tiradero jurídico que entre instancias y amparos llevará meses y quizás años dilucidar.

Por eso quienes buscan ahora proteger al Bronco están llamando a cancelar el camino del castigo para optar por el juicio político.

Sería un largo, sinuoso y casi imposible recurso cuyo litigio llevaría de aquí a que el gobernador de Nuevo León cumpla sus seis años. Lo salvaría la campana.

Ya con la soga al cuello, el ministro Medina Mora acabó por hacer -unos minutos antes de interponer su renuncia- el favor a los padrinos del Bronco en su campaña presidencial. Pateó el bote para impedir que el Congreso de Nuevo León cumpla con su destitución.

Y dejó abierto un litigio que, por el camino que se le vea, está destinado a consumir tiempo para sostener en el poder al corrupto gobernador de Nuevo León y a sus secuaces.

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