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31 de marzo 2025

21 de marzo 2025

Opinión

#LosTaconesDeMarcela | Septiembre 2024: Algo huele mal

Algo huele mal cuando en septiembre de 2024, mientras cateaban el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, AMLO utilizaba el caso de los 43 de Ayotzinapa a su beneficio

Por Marcela Garza Barba

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Algo huele mal cuando en septiembre de 2024, mientras cateaban el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, AMLO utilizaba el caso de los 43 de Ayotzinapa a su beneficio.

Algo huele mal cuando después de hallar casi 200 pares de zapatos, más de 600 objetos personales, casquillos de alto calibre, tres crematorios clandestinos y restos humanos calcinados aún no hay respuesta.

¿Desaparecido o asesinado?

Algo huele mal cuando, en un país, las desapariciones y las muertes se pierden en las cifras que arroja la 4T -hasta ahora van más de 120 mil desaparecidos-, en las estrategias fallidas, en los dimes y diretes entre el gobierno federal y la fiscalía de Jalisco, y en un maquillaje mañanero.

Aplaudible que la presidente Claudia Sheinbaum haya propuesto un nuevo plan de búsqueda para los desaparecidos en nuestro país, pero la realidad es que el problema está en cómo opera el crimen organizado, la estrategia no debe comenzar en la búsqueda, sino en cómo estos cárteles reclutan forzosamente y terminan con la vida de inocentes.

Hoy, en México desaparecer o morir es lo mismo, los zapatos encontrados en el Rancho Izaguirre de Jalisco lo confirman.

Algo huele mal cuando el presunto cártel en cuestión, en plena libertad, lanza un controvertido video cuestionando a las madres buscadoras, pieza clave para la localización y búsqueda no sólo de fosas clandestinas, sino de centros de reclutamiento y exterminio como el de Teuchitlán.

Y peor aún, cuando el presidente del Senado viaja en primera clase a Francia y mientras se lava las manos con un comentario de “¿quién dice que esos zapatos son de personas desaparecidas?”.

La pregunta aquí no es si en el juego político cuatroteísta se trata de golpear a AMLO o a la presidente Claudia… ya corren varias versiones al estilo “juegos del hambre”.

La pregunta es, si en México la vida no vale nada ¿podemos hablar de soberanía, democracia, derechos humanos y buen gobierno en los tiempos de la 4T?

Urge la lupa de las instancias internacionales.

Porque aquí, en tierra de nadie, entre supuestas campañas opositoras e internas, algo huele muy mal.

Si.

La violencia y el crimen organizado también son problemas de sexenios anteriores.

Le podemos seguir echando la presunta culpa al ex presidente Felipe Calderón, con su guerra contra el narco o al ex presidente priista, Enrique Peña Nieto, por casos como los de Ayotzinapa.

¿Pero qué ganamos?

Nada.

Sólo nos perdemos en una narrativa de “nosotros y ellos”, “son problemas del pasado”, mientras que los morenistas en el poder salen beneficiados entre tanto destape de cloacas durante su gobierno.

También son presuntos responsables.

Porque, seamos sinceros.

Si en algo son expertos los de la 4T es en jugar con el dolor humano.

Pero si persiste la duda para los que no quieren ver la realidad.

Aquí se los muestro.

Septiembre de 2024.

AMLO le dedica mañaneras completas al Caso Ayotzinapa.

Escribe cartas a los padres de las víctimas, mientras se lava las manos, pues no cumplió su promesa de hallar a los 43.

Eso fue sólo un acto de campaña.

Ese mismo septiembre (por cierto, Mes de la Patria), por primera vez se cateó el Rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco.

Pero nadie vio, nadie supo, todos ensimismados en el pan y circo de la fallida estrategia y búsqueda de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Mientras todo esto ocurría en septiembre de 2024, las madres buscadoras, ese mismo mes, se plantaron en el Zócalo para exigir respuestas sobre las desapariciones de sus familiares.

De hecho, Ceci Flores, la líder de madres buscadoras de Sonora, llevó un cartel simulando una ficha de búsqueda de Andrés Manuel López Obrador.

A la fecha, nadie le ha dado una respuesta a Ceci y a las madres buscadoras de este país; ellas con sus manos, pies y una pala han llegado a los lugares más recónditos de México para hallar a miles de desaparecidos.

Hoy tampoco se sabe dónde está el ex presidente, en funciones, López Obrador.

AMLO y la 4T, por ende, la entonces presidente electa Claudia Sheinbaum, aquel septiembre de 2024 hacían oídos sordos, ojos ciegos, a cualquier cosa que tuviera que ver con los censos de desaparecidos.

Tan es así que, AMLO cerró su sexenio con más de 50,000 desaparecidos entre listas que se borraban y eliminaban de los registros nacionales.

Por eso que ahora salga un Alejandro Gertz Manero, con una narrativa de que las negligencias del cateo que se llevó a cabo hace seis meses, en el Rancho Izaguirre, fueron cometidas por la fiscalía de Jalisco, me parece de lo más ruin.

Porque un gobierno no está para “aventarse la bolita” en tiempos de un narcoestado, sino para dar la cara, rectificar, sentarse con las madres buscadoras y los colectivos que están dispuestos a dar su vida por encontrar a los desaparecidos de México, entre ellos, sus familiares.

Un gobierno está para limpiar la casa de lo que pudre y, en este caso, los que buscan no son los que pudren, sino todo lo contrario.

Hasta hoy, nadie se ha sentado a la mesa con las madres buscadoras.

Ya sean de Jalisco, de Guerrero, de Nuevo León, de cualquier estado del país.

¿Amor con amor se paga?

Pura demagogia.

Como prueba, septiembre de 2024.

Que intercedan los árbitros internacionales, porque en México, la vida no vale nada.

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