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Los más corruptos, cortesía de la 4T

Nadie puede ocultar que gracias a los Bartlett, a los Peralta, a las Nahle, a los Ovalle y a los García -entre muchos- podríamos cerrar el sexenio de la 4T como los más corruptos del planeta

Por Ramón Alberto Garza

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Todos los días, en La Mañanera, el canto de las sirenas es que la corrupción ya se acabó en el gobierno de la Cuarta Transformación (4T).

Una y otra vez -a pesar de las abundantes evidencias en contra- el presidente Andrés Manuel López Obrador repite que los días de los “moches” fueron sepultados en su gobierno. Que ya no son los tiempos de antes.

Sentimos decirle al inquilino de Palacio Nacional que eso no es lo que opina el mundo ni las instituciones independientes más serias que a nivel global miden los índices de corrupción.

Y para muestra, ahí está la medición del World Justice Project, una iniciativa sin fines de lucro con sede en Washington y que tiene como misión medir el avance del Estado de Derecho, de la aplicación de la Ley, alrededor del mundo. Es una organización no gubernamental fundada en 2006 por iniciativa de la American Bar Association.

De acuerdo a ese ranking, que mide la corrupción en 139 países, México ocupó en 2021 el lugar 135 con apenas 0.26 puntos de un total de 1.0 aspirable. Somos junto con Uganda, Camerún, Camboya y El Congo, las naciones más corruptas del planeta.

Dinamarca, Noruega, Singapur, Suecia y Finlandia dominan los cinco primeros lugares como las naciones menos corruptas con calificaciones que van de 0.89 a 0.95.

Países que no imaginaríamos como Guinea, Afganistán, Pakistán, Zimbabue, Nigeria, Bangladesh, Sierra Leona, Zambia y Tanzania, por citar algunos, ya nos superaron en la lucha contra la corrupción.  Y todos los países latinoamericanos, sin excepción, están mejor calificados que México. Chile, por ejemplo, que es el menos corrupto, tiene 0.69 puntos.

¿Y eso es mejor, igual o peor que en el 2018, cuando el presidente López Obrador tomó posesión y decretó su cruzada contra la corrupción? Veamos.

Al arrancar el gobierno de la Cuarta Transformación se heredó el lugar 102 en el ranking World Justice Project de la ausencia de corrupción, con 0.31 puntos de calificación. Estábamos 33 lugares arriba del sitio 135 que tenemos hoy. De hecho, hace tres años no éramos la peor nación latinoamericana en corrupción. Entonces nos superaban Venezuela y Bolivia.

Doce meses después, al cumplirse el primer año del gobierno que le declaró la guerra a la corrupción, caímos del lugar 102 al 117, un desplome de 15 lugares. En Latinoamérica ya solo nos superaba Bolivia en corrupción.

Para 2020 descendimos todavía más. Del sitio 117 al 121. Todavía Bolivia era la única nación latinoamericana que nos aventajaba con un mayor grado de corrupción.

Pero eso se terminó en 2021, cuando caímos otros 14 lugares en el ranking para convertirnos en el país más corrupto de América Latina y con solo cuatro países más del planeta que nos superaban en corrupción. Decepcionante.

Lejos de mejorar el récord, año tras año, el gobierno de la Cuarta Transformación perdió pisada hasta instalarse en la cloaca de las cinco naciones más corruptas del planeta.

En los primeros tres años del gobierno lopezobradorista para el World Justice Project descendimos en puntuación de 0.31 a 0.26. Perdimos cinco puntos, que en porcentajes significa que empeoramos un 17 por ciento. Pero como otras naciones sí mejoraron su calificación, en el ranking nos desplomamos 33 lugares.

Las evidencias son claras y medibles bajo estándares internacionales. Nada de que el gobierno de la Cuarta Transformación está saliendo airoso en el combate a la corrupción. Nunca estuvimos peor que hoy.

Y el índice del World Justice Project para el 2022 está por darse a conocer en el transcurso de este mes. Alguien podrá decir que no podrá ser peor. Pero eso venimos apostando desde el 2018 y nos equivocamos.

Si a eso le sumamos las distintas Cajas de Pandora que se abrirán con los AmloLeaks hackeados a la Secretaría de la Defensa y que revelarán sin duda más corrupción, sin olvidar el libro de El Rey del Cash, que promete dar los pormenores de los manejos corruptos en las campañas del actual presidente de México, pueden ir apostando que disputaremos ya el primerísimo lugar entre los más corruptos, si no en 2022, sí en 2023.

Después de tantas evidencias, todavía el inquilino de Palacio Nacional tendrá la desvergüenza de decir que tiene “otros datos”.

Pero nadie puede ocultar que gracias a los Bartlett, a los Peralta, a las Nahle, a los Ovalle y a los García -entre muchos- podríamos cerrar el sexenio como los más corruptos del planeta.

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