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21 de noviembre 2024

18 de marzo 2024

¡Que alguien me explique!

Los esqueletos de Sheinbaum

Si alguien se pregunta por qué la campaña de Claudia Sheinbaum no acaba de despegar, que no culpe sólo a su jefe de campaña, el presidente Andrés Manuel López Obrador

Por Ramón Alberto Garza

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Si alguien se pregunta por qué la campaña de Claudia Sheinbaum no acaba de despegar, que no culpe sólo a su jefe de campaña, el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Es cierto que el inquilino de Palacio Nacional está llevando la campaña morenista desde su mañanera y que los permisos para acudir a actos con líderes y académicos sólo los firma el jefe. Y hasta ahora, ninguno fue aprobado.

También es cierto que la candidata de Morena no es ningún dechado de simpatías y que en el detrás de cámaras se muestra a una mujer con mecha muy corta, con elevados grados de intolerancia, poco empática. Esa es su realidad “científica”, políticamente frígida.

Pero más allá de todos los asegures, quizás el lastre que más esté frenando el vuelo de la campaña de Claudia Sheinbaum sean los tantos esqueletos morenos que tiene en el closet. Sus diferendos con sus propios partidarios crecen, lejos de diluirse. Hagamos un recuento de esos daños.

La candidata presidencial 4T está confrontada -digan lo que digan- con Marcelo Ebrard. Por más que el ex Canciller presuma que ya anda en campaña, ¿por qué no retira la denuncia que le interpuso ante el INE por presunto uso de fondos de la Secretaría del Bienestar en la precampaña? Esa sigue siendo una espada de Damocles sobre la candidata presidencial morenista.

Otros que tampoco están de romance con Sheinbaum son Martí Batres y su poderoso clan, que incluye a su hermana Lenia, la magistrada. La candidata nunca apostó por Batres para que fuera su relevo en la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Ella quería a Omar García Harfuch. Y no sólo se lo bloquearon como sustituto, sino que el mismo grupo se lo bajó de la candidatura.

Ni qué decir de la muy evidente y casi mítica confrontación entre la candidata presidencial y la candidata que se le impuso sobre García Harfuch para la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada. Sus desencuentros, que solían ser privados, se trasladaron al templete del arranque de campaña ante decenas de miles en el Zócalo. Ni besos ni abrazos. Sólo simulación de unidad alzando la mano.

Y de la mano del desencuentro con Brugada viene también el abismo de Sheinbaum con Citlalli Hernández, la secretaria general de Morena, senadora y compañera de Martí Batres en la fórmula para el senado en la Ciudad de México. ¿Alguien se acuerda del vacío que le hicieron a la ahora candidata presidencial en el Estadio Azul?

Otro que también trae sus cuentas pendientes con Sheinbaum es Adán Augusto López. La candidata había pactado con el ex secretario de Gobernación su apoyo incondicional a cambio de operar juntos la candidatura morenista al gobierno de Tabasco, en favor de Raúl Ojeda o de Yolanda Osuna. De nuevo, le madrugaron a la candidata presidencial y Javier May fue el ungido. Sellado desde Palacio Nacional.

Lo mismo sucedió con el Partido Verde. Sheinbaum pactó con Manuel Velasco su apoyo a cambio de que se instalara en la candidatura morenista al gobierno de Chiapas a Sasil de León. Pero un muy cuestionado ex militante del Verde que se fue a Morena, Eduardo Ramírez Aguilar se impuso, a pesar de que fue el secretario de Gobierno de Manuel Velasco, con el que acabó confrontado. “El Jaguar” -como le dicen al ahora candidato- quiere ser el dueño de la selva chiapaneca.

Ni qué decir de Alfonso Durazo, el réferi de la interna morenista, a quien Sheinbaum le increpó con pésimas formas el que de acuerdo a ella no se le respetara cuando fue recibida con abucheos en el arranque de la pasarela de las “corcholatas”. El dedo inquisidor de la apenas “corcholata”, apuntando al gobernador de Sonora, se volvió icónico.

Sume, pues, los nombres y apellidos Ebrard, Batres, Citlalli, Adán Augusto, Velasco y Durazo -sólo para abrir boca- y verá por qué falta el aire para sustentar el vuelo de la campaña presidencial de Morena.

Si ése es el “fuego” amigo, que le manda señales boicoteando actos de campaña, enviando a provocadores para que la candidata estalle a la menor provocación y tiene que estar buscándoles el lado para que se hagan presentes en las giras, nada hay que preguntarse.

Y si Sheinbaum no es capaz de generar confianza y empatía entre los suyos, si tampoco asiste a las invitaciones de las cúpulas privadas o de las universidades, entonces tendrán la respuesta de por qué desde adentro de Morena se corre la sensación de que Houston, we have a problem!

Quizás por ello se insista en que el único viento a su favor sea el del dueño del “Bastón de Mando”, el del presidente Andrés Manuel López Obrador. Aunque el resto de Morena diga lo contrario.

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