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López Obrador: El 30 contra el 70

Al cumplirse el primer año de la 4T las evaluaciones reflejan el radicalismo en el que está hundido México.

Por Ramón Alberto Garza

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Al cumplirse el primer año de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador las evaluaciones reflejan el radicalismo en el que está hundido México.

En un lado están el 70 por ciento de los mexicanos, aquellos que todavía ven en el Gobierno de la Cuarta Transformación un aliento de cambio y de esperanza que el viejo sistema les negó.

En el otro lado están el 30 por ciento de los mexicanos, aquellos que solo ven en el nuevo gobierno la debacle nacional, el descrédito, el fin del sistema político y económico que los privilegió y que dicen nos lleva en la ruta  de una nueva Venezuela.

Los del 70 por ciento le reconocen al inquilino de Palacio Nacional su valentía para hacerle frente a la corrupción heredada que saqueó durante decenios a México. Los casos de Ancira, Collado, Robles, Romero Deschamps y Medina Mora, aún inconclusos, así se los confirman.

Los del 30 por ciento dicen que vale poco la lucha contra la corrupción, cuando el país está paralizado por la desconfianza que genera cancelar unilateralmente obras como el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, para sacar adelante caprichos como la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya.

Los del 70 por ciento sienten que las política sociales del presidente López Obrador están apoyando más a quienes menos tienen, que lo que antes se saqueaba de las arcas nacionales está llegando ahora directo a quienes más lo necesitan. Las encuestas revelan que uno de cada 4 mexicanos ya lo sienten en bolsillo propio.

Los del 30 por ciento dicen que al paralizarse la economía por presumirse que todo es corrupción y al tener guardados en caja decenas de miles de millones sin ejercer por esa desconfiaza, se están cancelando oportunidades y gestando conflictos sociales. Salud, vivienda e infraestructura son los principales damnificados.

Los del 70 por ciento piensan que los del 30 por ciento están inconformes porque el nuevo gobierno les está quitando sus privilegios, porque ya no pueden hacer los amarres de antaño, por debajo de la mesa, en lo oscurito.

Los del 30 por ciento piensan que el 70 por ciento vive engañado por la dialéctica de una desgastada conferencia mañanera en la que solo se dice lo que las “mayorías ignorantes” –como ellos las llaman- quieren escuchar. Pero eso, dicen, no es necesariamente lo mejor para el país.

En lo único en lo que coinciden el 70 y el 30 por ciento es que al gobierno de la Cuarta Transformación le está fallando seriamente su controvertida estrategia de combate a la seguridad.

Que con o sin Guardia Nacional, a un año de gobierno no existe ni reducción de la violencia, ni un efectivo combate a la delincuencia.

La inevitable conclusión es que la política de “Abrazos sí, balazos nó” está empoderando al crimen organizado. El caso de Ovidio Guzmán, el hijo de El Chapo, exhibió la crisis de esa estrategia.

Y si no se aprieta el paso para recuperar el crecimiento perdido en la economía, el 70 por ciento se irá sumando cada vez mas al 30 por ciento que ve en el “cero crecimiento” otro diploma del fracaso del nuevo régimen.

Si el presidente López Obrador quiere arrancar su segundo año de gobierno con el pie  derecho, está obligado a darle prioridad a la seguridad y a la mejoría de la economía nacional.

Es urgente revisar la estrategia de evitar la confrontación con el crimen organizado, al que por la impunidad con la que se despliega, la gran mayoría de los mexicanos percibe como el dueño del campo de batalla. Y por desgracia el factor extranjero, que tiene su propia agenda, nos juega en contra.

Como igualmente urgente es traducir en cifras de crecimiento todos los acuerdos entre el gobierno y el sector privado, para reactivar una economía que si no se cuida  caerá en una recesión. Y aquí también, por desgracia el factor externo, el entrno económico mundial, nos juega en contra.

Pero sin duda la más urgente de todas las urgencias sea la de buscar una fórmula para bajar el nivel de radicalización entre ese 70 por ciento que lo esperan todo y el 30 por ciento ya no esperan nada.

Y eso, si no se atiende, acabará en un doloroso quiebre –violento desde adentro o violento desde afuera- porque lo que hoy apenas está naciendo no acaba de nacer y lo que ya se está sepultando no acaba de morir. Todavía se mueve.

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