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21 de noviembre 2024

2 de febrero 2022

Internacional

Lo que pasa en Ucrania no se queda en Ucrania

Mientras que Rusia advierte que tiene el músculo suficiente para un despliegue militar en América Latina, los expertos coinciden en que la amenaza rusa reside no en su cuestionable poderío armamentístico, sino en su probada capacidad para sostener una ofensiva no convencional.

Por Bernhard Buntru

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Rusia, Ucrania, Estados Unidos… y América Latina. ¿América Latina? Sí, como si se tratara de la Guerra Fría 2.0,
la región que comprende desde Tijuana hasta Tierra del Fuego, vuelve a ser escenario de la escalada de tensiones entre Rusia y los países de occidente.

Y aunque Moscú advierte que tiene el músculo suficiente para un despliegue militar en el hemisferio, los expertos coinciden en que la amenaza rusa reside no en su cuestionable poderío armamentístico, sino en su probada capacidad de sostener una ofensiva no convencional.

Vladimir Putin lo hizo de nuevo. Movilizó cientos de miles de tropas a la frontera con Ucrania y exigió a Estados Unidos y a sus aliados salir de su zona histórica de influencia, una fórmula que le ha funcionado al líder ruso para mantener sus niveles de apoyo en casa, así como para extender su influencia fuera de ella.

Y mientras que el aparato de seguridad en Estados Unidos advierte que una invasión rusa de Ucrania podría suceder en cualquier momento, un sector de la prensa conservadora en Estados Unidos ha incluso sugerido que Rusia podría desplegar tropas en los países antagónicos a Washington en América Latina y coquetear con sus aliados regionales en el hemisferio, como medida de presión. Algo así como: «Sí tú te metes en mi vecindario, yo me meto en tu vecindario».

A pesar de las señales de alarma de los “halcones” pro intervención en Estados Unidos, siempre dispuestos a avivar las llamas de cualquier conflicto geopolítico, analistas en occidente alertan que sí existe una amenaza rusa en América Latina, pero que esta proviene de las capacidades de Moscú para desplegar campañas de ataques cibernéticos y de desinformación en la región.

De acuerdo con James Bosworth, autor del influyente Latin America Risk Report, son precisamente los ataques cibernéticos la principal causa de preocupación en torno a Rusia y su papel en el llamado patio delantero de Washington.

La asimetría en el poderío militar de los dos protagonistas del conflicto, así como la ausencia de repercusiones para Moscú, la convierten en la estrategia geopolítica ideal para Vladimir Putin.

Según refiere el analista, el aparato ruso de seguridad ha dedicado años a encontrar las vulnerabilidades en las redes de infraestructura de otros países.

Los sistemas de infraestructura energética y de comunicaciones de México, resalta Bosworth, son particularmente vulnerables dada la baja capacidad de defensa cibernética en el país, así como por su importancia estratégica para Estados Unidos.

Asimismo, existen intereses rusos en México que podrían ser aprovechados ya sea por Putin -o por el propio gobierno mexicano- para incrementar su influencia en la relación con Estados Unidos.

El más latente es la cercanía que mantiene la enorme petrolera Lukoil con el gobierno de México, desde la gestión de Emilio Lozoya al frente de Pemex.

Y es que, en 2017, la empresa obtuvo los derechos a explotar y producir hidrocarburos en el Golfo de México,
por lo que Lukoil y la firma italiana ENI se comprometieron a invertir 416 millones de dólares entre 2018 y 2022.

El segundo interés, el cual está relacionado con el primero, sería el yacimiento Zama, considerado por expertos como “la joya del petróleo” descubierta en tiempos recientes, y del cual Pemex obtuvo el control de manera polémica, solo para darse cuenta después de que no tiene el capital suficiente para explotarlo.

Y ahí podría entrar Rusia. Mikhail Fridman, oligarca ruso designado en una lista de sanciones de Estados Unidos en 2017, controla el vehículo de inversión que tiene la mayor propiedad accionaria privada de este campo. Otro factor de consideración es la ya conocida batalla de la desinformación que se suscita particularmente, en periodos electorales, de los cuales se avecinan algunos procesos clave en la región, como en Brasil y Colombia.

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