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Internacional

Le ponen bozal a Trump

Por años, Facebook y Twitter evitaron a toda costa regular el discurso de figuras políticas dentro de sus plataformas. Ahora, una crisis política sin precedentes, combinada con la amenaza regulatoria y la creciente percepción negativa del público hacia sus marcas, orillaron a los titanes de las redes sociales a hacer lo impensable: silenciar al presidente de los Estados Unidos.

Por Bernhard Buntru

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Este jueves 7 enero por la mañana, mientras la fachada del Capitolio estadounidense aún evidenciaba los destrozos causados durante los actos vandálicos del día anterior, el presidente Donald Trump finalmente decidió dirigirse al público y aclaró que este 20 de enero se realizará la transición de poder que acabará con su mandato como presidente número 45 de Estados Unidos. Naturalmente, Trump no aceptó la derrota por completo, pero al menos calmó las aguas. 

¿El gran problema? Sus cuentas oficiales de Twitter, Facebook estaban bloqueadas por haber violado los términos y condiciones de uso de sus servicios. Twitter lo bloqueó temporalmente. Facebook de manera indefinida.

Así es, el líder de la nación más poderosa del mundo no podía dirigirse personalmente a sus 88 millones de seguidores en Twitter y a sus 35 millones de seguidores en Facebook. Las grandes cadenas de televisión tampoco le ofrecieron espacio. Trump tuvo que dar su mensaje a través de terceros. 

Estas medidas implementadas por las compañías de redes sociales, que por años han servido como megáfonos para el republicano, no tienen precedentes. Nunca antes las cuentas oficiales del presidente habían sido bloqueadas. Pocas veces su contenido había sido eliminado. De hecho, en los últimos cuatro años, ambos Facebook y Twitter buscaron evitar a toda costa el tener que actuar como regulador de contenido político dentro de sus comunidades. 


Pero ayer, todo cambió y los líderes de estas compañías tuvieron que dar la cara. Como Mark Zuckerberg, quien personalmente anunció un bloqueo indefinido a las cuentas del presidente en Facebook e Instagram.

“Hemos permitido al Presidente Trump usar nuestra plataforma consistentemente con nuestras propias reglas, a veces eliminando contenido o etiquetando sus publicaciones cuando violan nuestras políticas”, escribió este jueves el CEO y fundador de Facebook. “Hicimos esto porque creíamos que el público tiene el derecho al mayor acceso al discurso político. Incluso al discurso controversial. Pero el contexto actual es fundamentalmente diferente, involucrando el uso de nuestra plataforma para incitar insurrección violenta contra un gobierno electo democráticamente”. 

“Creemos que los riesgos de seguir permitiendo al Presidente que utilice nuestro servicio durante ese periodo son demasiado altos”, indicó, para luego aclarar que el bloqueo se extendería por al menos dos semanas más. 

Y sí, sin duda el contexto que viven los Titanes de la Tecnología no es el mismo que hace cuatro años. Pero no exclusivamente por el contexto de crisis política. Y es que compañías que hace apenas una década eran celebradas como íconos del emprendimiento y de la libertad de expresión, hoy son señaladas por detentar un poder monopólico sobre competidores y de permitir la proliferación de desinformación en sus plataformas. Básicamente, en los ojos de muchos ciudadanos (y de decenas de legisladores demócratas y republicanos) estos íconos pasaron de héroes a villanos. 

Hoy, las gigantes de Silicon Valley enfrentan de manera conjunta un problema existencial. Por un lado, sus competidores chinos crecen a pasos agigantados, apoyados por un sector gubernamental fielmente alineado con sus intereses. Por el otro, el gobierno de su propio país, Estados Unidos, emprende una ofensiva bipartidista para quebrar el enorme poder que han concentrado en la última década; una ofensiva materializada en los esfuerzos del Comité Judicial del Congreso de Estados Unidos para dividir a estas compañías en múltiples partes. O la Proposición 22 del estado de California, la cual busca actualizar la ley laboral para convertir a los contratistas independientes de firmas como Uber y Lyft en empleados formales con todos los beneficios que esto implica, una iniciativa que pone en riesgo su exitosísmo modelo de negocios. 

Pero el gobierno no es el único que los tiene en baja estima. Un estudio de 2019 realizado por el Instituto de Relaciones Públicas reveló que la mayoría de los estadounidenses creen que Facebook (64%) y Twitter (55%) son “algo” responsables de la propagación de desinformación, así como de su combate.

Esta censura explícita a Donald Trump, quien al fin y al cabo sigue siendo el presidente democráticamente electo de Estados Unidos, sin duda sentará un importante precedente en la manera que estas compañías regulan el discurso político dentro de sus plataformas. 

Y mientras algunos dirán que el presidente Trump los obligó a llegar a tal medida, otros dirán que ellos mismos se lo buscaron. 

¿Quedarán bien con la nueva administración demócrata, así como con gran parte del público? Solo el tiempo lo dirá.

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