12 de junio 2024
Política
Las señales de Claudia
En la última semana, la casa de transición del gobierno de Claudia Sheinbaum ha visto desfilar a poderosos intereses políticos y económicos que buscan un lugar en la siguiente administración
Por Rodrigo Carbajal
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Hoy, la sede del poder en México está en el número 250 de la Avenida Río Churubusco de la Colonia El Prado en Iztapalapa. En la última semana, la casa de transición del gobierno de Claudia Sheinbaum ha visto desfilar a poderosos intereses políticos y económicos que buscan un lugar en la siguiente administración: directivos de Blackrock, funcionarios de la Casa Blanca y operadores de Morena que cabildean una posición en el gabinete. Desde Iztapalapa, Sheinbaum ha enviado señales específicas a los tres poderes fácticos más importantes de la transición: Estados Unidos, las tribus de la 4T y los mercados.
El martes, Sheinbaum recibió a Elizabeth Sherwood-Randall, asesora de seguridad interior y prevención de terrorismo del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Hablaron de migración y de las perspectivas de la reforma judicial. Sherwood-Randall es la funcionaria que en mayo del 2023 tomó la responsabilidad de la relación bilateral en el equipo nuclear del presidente Joe Biden, un perfil del establishment asociado al ‘Estado Profundo’ norteamericano. Ken Salazar, el embajador de Washington en México, también estuvo en el encuentro.
El equipo de Sheinbaum dijo que fue una reunión informal, a diferencia de hace seis años, cuando una delegación de tres secretarios de Estado de la administración de Donald Trump visitó la casa de transición de López Obrador. En ese entonces, la comitiva fue liderada por Jared Kushner, yerno del ex presidente, e incluyó al secretario de Estado, Mike Pompeo; a la secretaria de Seguridad Interior, Kirstjen Nielsen; y al secretario del Tesoro, Steven Mnuchin.
En teoría, la reunión de Sheinbaum con Sherwood-Randall fue de bajo perfil. Las partes no llegaron a ningún acuerdo público concreto. Sin embargo, el foro le sirvió a la virtual presidenta electa para ratificar a quiénes serán sus interlocutores con Estados Unidos y, potencialmente, dos de las personas más importantes de su gabinete: Juan Ramón de la Fuente, el coordinador de los trabajos de transición que se perfila como secretario de Relaciones Exteriores, y Omar García Harfuch, el ex secretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México que pretende dirigir el aparato de seguridad e inteligencia del Estado mexicano.
El viernes de la semana pasada, The Wall Street Journal publicó un artículo sobre la “exitosa” cooperación en materia de seguridad pública de la administración de Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México con el gobierno de Estados Unidos. La pieza destacó tres elementos. Primero, a Omar García Harfuch como el epicentro de la operación, un funcionario que intercambiaba inteligencia de manera activa con agencias estadounidenses. La prueba de la cooperación: el decomiso histórico de un cargamento de cocaína valuado en 40 millones de dólares. Segundo, la promesa que Sheinbaum le hizo en campaña a un grupo de empresarios de crear un nuevo sistema nacional de inteligencia e investigación. Tercero, una política de seguridad en la capital que exilió por completo a los altos mandos militares.
El ‘timing’ de la publicación y del encuentro Sheinbaum-Sherwood-Randall no son coincidencia. Representan un mensaje contundente de que García Harfuch se convertirá en el nuevo jefe del aparato de seguridad del Estado mexicano, un nombramiento que tendría el aval del gobierno de Joe Biden. El ascenso de García Harfuch, nieto del general Marcelino García Barragán e hijo del político priista Javier García Paniagua, significaría un punto de quiebre con la política bilateral de no cooperación de Andrés Manuel López Obrador. El presidente bloqueó el trabajo de agentes americanos en México y retiró al almirante Marco Antonio Ortega Siu, el jefe de operaciones especiales de la Marina que detenía a objetivos criminales de alto perfil utilizando inteligencia y asesoría del gobierno de Estados Unidos.
Horas después de recibir a Sherwood-Randall, Sheinbaum tuvo una reunión en la casa de transición con Adán Augusto López y con Ricardo Monreal, los probables jefes de bancada de la próxima legislatura en el Senado y en la Cámara de Diputados, respectivamente. La visita se interpretó en círculos morenistas como la ratificación de quienes serán los interlocutores de la próxima presidenta en el Congreso. De acuerdo a los cómputos del INE, los partidos de la 4T obtendrán la mayoría calificada en la cámara baja y están a dos escaños de conseguirla en la cámara alta. Adán Augusto López y Ricardo Monreal, dos rivales de Sheinbaum en la sucesión interna de Morena, serían los verdaderos contrapesos del sistema.
La nueva realidad política del país sugiere que la disputa por el poder está dentro de la 4T. La tensión se ha vuelto evidente en las señales cruzadas que han enviado Sheinbaum y López Obrador respecto al contenido y a los tiempos del llamado ‘Plan C’, el paquete de 18 reformas constitucionales que el actual presidente pretende sea aprobado por el Congreso antes de terminar su gestión.
El lunes, Sheinbaum envió una primera señal. Después de haber comido en Palacio Nacional con el presidente López Obrador, la virtual presidenta electa confirmó que la reforma judicial será aprobada en septiembre. De inmediato, el tipo de cambio pasó de 18.22 pesos por dólar a 18.57 unidades. A pesar de la reacción del mercado, Sheinbaum redobló la apuesta en su conferencia de prensa del martes: “Hay una agenda del pueblo de México, hay un proyecto de nación y ese también tiene que continuar”.
La reunión Sheinbaum-Adán Augusto-Monreal tuvo como objetivo analizar los tiempos parlamentarios para aprobar la reforma judicial en los términos que pidió el presidente Andrés Manuel López Obrador. El mensaje a la base de Morena quedó claro: el ‘Plan C’ avanza.
El mensaje a los mercados también fue claro: por ahora, la prioridad es política, no financiera. Como consecuencia, Eurasia Group, una firma de análisis geopolítico degradó la perspectiva de riesgo país de México de neutral a negativa. El reporte de la decisión cita la pérdida de independencia judicial y mayores compromisos fiscales de largo plazo, “dos pilares que han sostenido la estabilidad macroeconómica de México”.
Sheinbaum les ha pedido a los inversionistas globales mantener la calma. “No tienen de qué preocuparse”, dijo desde la casa de transición. Sus palabras no tuvieron eco en los mercados financieros. En cinco días, el peso ha perdido el 6.02 por ciento de su valor frente al dólar. El Bono M a 10 años de la deuda soberana alcanzó una tasa de interés de 10.6 por ciento, su nivel más alto en dos décadas. Por sí mismas, estas variables no son indicativas de una inminente crisis macroeconómica, pero sí alertan sobre el deterioro fiscal del país. México se está acerando peligrosamente al precipicio de la pérdida del grado de inversión. Una rebaja de la calificación crediticia implicaría la salida masiva de capitales y el inicio de un espiral negativo de deuda, depreciación del tipo de cambio e inflación.
En menos de dos semanas de transición, el proyecto político, el gabinete y las prioridades de Claudia Sheinbaum empiezan a tomar forma. Las señales están a la vista.