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10 de septiembre 2018

Política

¿Por qué la UNAM debe preocuparle a AMLO?

Andrés Manuel López Obrador y sus enemigos saben que la Cuarta Transformación puede morir en Ciudad Universitaria

Por Rodrigo Carbajal

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Esta la primera gran crisis política que enfrenta Andrés Manuel López Obrador.
… y tanto él, y sus enemigos, saben que la Cuarta Transformación puede morir en Ciudad Universitaria.

En política no hay casualidades. Las propias autoridades universitarias han dicho que el conflicto estudiantil fue provocado. Que los porros que golpearon y apuñalaron a estudiantes en el Colegio de Ciencias y Humanidades de Azcapotzalco fueron pagados y transportados en un mismo autobús.

El legendario político priista del viejo régimen, Alfonso Martínez Domínguez, decía que quienes mejor resolvían los problemas eran quienes los creaba. El paro estudiantil estalla en medio de una transición política que se ha caracterizado por su civilidad.

Habría que preguntarse si alguien que no alcanzó el espacio político que creía merecer se esté acercando a López Obrador con una solución inmediata.

El 2 de octubre se cumple medio siglo de la Matanza de Tlatelolco. La comunidad universitaria estará conmemorando este evento en medio de la mayor manifestación estudiantil que el país haya visto en el siglo XXI. 39 planteles se han declarado en huelga y miles de manifestantes ocupan la explanada de Rectoría.

Citando a Joaquín López Dóriga, el conflicto del 68 empezó por mucho menos. Hay dos estudiantes heridos de gravedad y la comunidad pide algo que hace hubiera sido impensable en la huelga de 1999: una universidad sin porros.

No sólo se exige que se encuentre y se expulse a los culpables, sino que también sean procesados por la PGR.

La situación es efervescente. Y si el conflicto escala, el nuevo gobierno tendría que enfrentar el difícil dilema de usar la fuerza pública en la UNAM en el aniversario 50 del 2 de octubre.

Gustavo Díaz Ordaz apagó las manifestaciones estudiantiles del 68 a sangre y fuego. Su lugar en la historia es el de un Presidente represor. Por eso, tres décadas después. Ernesto Zedillo “fue tolerante hasta excesos criticables”. Dejó crecer la huelga de 1999 a un nivel de conflicto que puso en juego la gobernabilidad del país.

Andrés Manuel López Obrador ha construido una carrera política criticando los excesos de la fuerza pública. Insiste una y otra vez que en su gobierno no habrá represión.

Sin embargo, la intervención podría volverse inevitable. Y eso lo saben perfectamente dos miembros de su equipo que fueron figuras clave en el sexenio zedillista: Esteban Moctezuma y Juan Ramón de la Fuente, quién fue nombrado Rector de la UNAM en medio de la huelga del 99.

De la Fuente fue el instrumento que permitió la entrada de fuerzas del orden pública a la Ciudad Universitaria para desalojar a algunos miembros del Consejo Nacional de Huelga.

Las manifestaciones de Ciudad Universitaria ocurren al margen del proceso de sucesión del Rector de la UNAM. Los últimos tres rectores; Juan Ramón de la Fuente, José Narro y Enrique Graue; han sido parte del llamado grupo “médicos del PRI”, funcionarios universitarios emanados de la Facultad de Medicina que han tenido una relación cercana con gobiernos priistas.

No obstante, el conflicto ya trasciende este proceso. Hay mucho más en juego: si no se resuelve el paro estudiantil, la Cuarta Transformación simplemente no será.

La lección del 68 es que lo que comienza como una lucha cívica en contra de la impunidad puede convertirse en un capítulo negro de la historia nacional.

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