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¡Que alguien me explique!

La roña de No-roña

Gerardo Fernández Noroña es ave –o debemos decir buitre- de tempestades. Un amargo ajonjolí de todos los moles, a quien como alguien por ahi dijera, “ningún chile le acomoda”

Por Ramón Alberto Garza

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Gerardo Fernández Noroña es ave –o debemos decir buitre- de tempestades. Un amargo ajonjolí de todos los moles, a quien como alguien por ahi dijera, “ningún chile le acomoda”.

Personaje mítico de la tragi-comedia política mexicana, el legislador de izquierda está convertido hoy en el boicoteador número uno de la llegada de Morena a la presidencia de la República y al control de las cámaras de diputados y de senadores.

De a tiro por viaje, el diputado Ferández Noroña aparece en escena para disputar como reventador con fuero las cámaras y los micrófonos de los medios de comunicación,  ávidos de difundir su resistencia a una trancisión institucional.

Lo hizo en la apertura del período de sesiones, en donde exigía a gritos la palabra y el morenista Porfirio Muñoz Ledo como presidente de la Cámara de Diputados lo conminó a enterrar la “democracia colérica”.

Lo volvió a hacer en Palacio Nacional, cuando Fernández Noroña quizo entrar por la fuerza, sin invitación, a la lectura del sexto informe. Y atacó a sus correligionarios Muñoz Ledo y Martí Batres por asistir. “¡Traidores!”, les dijo. Y el Estado Mayor lo sometió.

Pero nada de eso es nuevo en el ahora diputado del PT –afín a Morena- que se dice incondicional del presidente electo Andrés Manuel López Obrador, pero que en la realidad luce como su incondicional enemigo.

Su carácter iracundo, su misoginia, su desprecio por los devalidos, ya son leyenda.

Hace algunos años dijo que la diputada Ruth Zavaleta “entregó el cuerpo por un huesito”.

Esa misioginia se ratificó cuando a algunos personajes, hombres, los intentó insultar diciéndoles: “meas sentado, como vieja pendeja”.

Y su insensibilidad por los mexicanos con capacidades diferentes se evidenció cuando tuiteó: “Yo soy tu padre, no tu abuelo, pero me saliste down. Perdóname. Jejejeje”.

Quizá cuando eran aplastada la oposición, los desplantes de Fernández Noroña servían para atraer a los cámaras y ganar espacio de debate en los medios. Se entiende, aunque no se justifica.

Pero ahora la izquierda que él representa, la de Morena y el PT, ya son gobierno. Desde el primero de septiembre dominan el poder legislativo y a partir del primero de diciembre la presidencia de la República.

Pero Fernández Noroña, al igual que muchos otros izquierdistas radicales, sin lado, solo saben ser oposición gritona, de la que exige el patíbulo para todos los que no piensen como ellos o los que en su lista sean calificados por el sumario tribunal de su retorcida mente como corruptos.

No entienden que después de unas elecciones democráticas, sin protestas, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador esté tendiendo la mano a quienes fueran en otro tiempo sus adversarios.

Y reniegan que el tabasqueño se siente a dialogar y a construir  puentes, lo mismo con el presidente saliente Enrique Peña Nieto, que con los empresarios o con politicos defindos como “anti-lopezobradoristas”, como el nuevoleonés Jaime “El Bronco” Rodríguez.

La diferencia entre López Obrador y Fernández Noroña es que el presidente electo entendió que ahora el cambio está en sus manos, en el poder de promular leyes con el poder que dan el tener la presidencia y la mayoría en el  Congreso.

Si hoy el cambio no se dá, no será por falta de quorum, que fue el pretexto que les sirvió a Vicente Fox y a Felipe Calderón para decir que sin mayoría en el Congreso todo era inútil.

Si la Cuarta Transformación tropieza, sera entre otras cosas porque se asfixiará, boicoteada por extremistas politicos como Gerardo Fernández Noroña.

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